Ahora que la alimentación mexicana depende del maíz de Estados
Unidos, esa nación aumenta en ciento por ciento el costo del cereal
básico. Así, la apuesta de la administración de Barack Obama por la
producción de etanol provocó un incremento al doble de la canasta de
alimentos mexicana, revela un estudio de la Universidad de Tufts.
México, con un campo sumido en la miseria, se ve obligado a incrementar,
sólo en 2011, hasta en 25 por ciento las importaciones de maíz
estadunidense. En el actual sexenio, las adquisiciones han costado 3 mil
200 millones de dólares.
El aumento de las importaciones de maíz a México, provenientes de
Estados Unidos, incrementan los precios de la canasta básica al doble.
Esta situación contradice uno de los supuestos propósitos de la firma
del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN): mayor
apertura, menor precio.
El estudio Agrocombustibles: fogoneros del hambre –de los
investigadores Timothy Wise, director de Investigación y Políticas del
Instituto de Desarrollo Global y del Medio Ambiente de la Universidad de
Tufts, Estados Unidos, y Marie Brill, analista de la organización
internacional ActionAid– revela que la importación de maíz costó a
México entre 1 mil 500 millones y 3 mil 200 millones de dólares en el
periodo 2006-2011, debido a que la producción del etanol de maíz
“aumentó dramáticamente y los precios de los alimentos subieron a
niveles alarmantes”.
El documento indica que “México ahora importa más de un tercio del
maíz que consume, fundamentalmente de Estados Unidos, según los términos
de la liberación negociada como parte del TLCAN. A partir de 1994
(cuando entró en vigor el tratado y las protecciones comerciales
comenzaron a eliminarse), las exportaciones de maíz, de otros cereales
básicos y de carnes procedentes de Estados Unidos a México, aumentaron”.
Wise y Brill explican que “los gastos de importación de alimentos
de Estados Unidos hacia México [que] ascendían a 2 mil 600 millones de
dólares en 1990, aumentaron a 6 mil 400 millones de dólares en 2000 y en
2011 llegaron a la cifra récord de 18 mil 400 millones”.
En consecuencia, explica el informe, en los últimos dos años, los
gastos de México en términos de importación de maíz correspondieron al
déficit comercial agrícola entero de la nación. En el marco del TLCAN,
el volumen de importaciones creció radicalmente y en la actualidad
también lo ha hecho el precio unitario. El primer impacto se sintió en
el principal alimento de la población mexicana, la tortilla, ya que ésta
aumentó su precio hasta en un 60 por ciento, entre 2005 y 2011.
Etanol causa aumento
Según los investigadores estadunidenses,
el incremento de la producción de etanol de maíz en Estados Unidos ha
contribuido al aumento del precio de este cultivo en distintas formas:
“Los precios no sólo aumentan cuando cultivos que son para consumo
humano y animal se desvían a la producción de combustibles, sino que
también aumentan a medida que se cambia el uso del suelo para producir
agrocombustibles en lugar de otros cultivos, y a medida que los
inventarios de los alimentos se contraen. Al subir el precio del maíz a
nivel mundial, también sube el costo de las importaciones mexicanas de
maíz y el precio de su propia producción de grano”.
Sus cálculos indican que, desde 2005, “la expansión del etanol en
Estados Unidos le ha costado a México entre 1 mil 500 millones y 3 mil
200 millones de dólares por concepto del costo incremental de las
importaciones de maíz; esto equivale en promedio a una suma entre 250
millones y 500 millones de dólares por año del programa de apoyo MasAgro
–de modernización sustentable de la agricultura tradicional–, del
gobierno de México, destinado a pequeños cultivadores de maíz y trigo,
pregonado como la vía para reducir la dependencia mexicana de las
importaciones”.
“Estamos hablando de una crisis alimentaria”, dice Timothy Wise en entrevista con Contralínea.
“Tiene que ver con la expansión del etanol de Estados Unidos o se
coincide”. Para la canasta básica de México ha sido una inflación del 53
por ciento durante esa época, lo que ha impactado sobre la seguridad
alimentaria y la pobreza.
“La dedicación del maíz al etanol es una tendencia fuertísima y
de política pública. Por ello, Estados Unidos ha puesto en marcha tres
políticas fuertes para expandir la producción de etanol de maíz:
protección de arancel, subsidio a la producción (un mandato en el
consumo de la gasolina) y además un mandato de llevar a Estados Unidos
hacia los biocombustibles, empezando con el etanol de maíz. El país
dedica el 40 por ciento de la cosecha de maíz al etanol”, explica.
Etanol, medida política
Víctor
Suárez, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas
Comercializadoras del Campo (ANEC), comenta, en entrevista, que el
informe muestra la “irracionalidad” a la que se ha llegado en el
comportamiento de la agricultura en los mercados bajo el dominio de las
corporaciones multinacionales.
El etanol es un combustible que no es económicamente rentable, dice. No es limpio,
porque su producción consume enormes cantidades de hidrocarburos, agua y
el balance de emisiones es negativo: “La producción de etanol en
Estados Unidos, como de biodiesel en la Unión Europea, es una decisión
geopolítica que tiene que ver con una proporción menor de la dependencia
energética de Estados Unidos con respecto del petróleo. Mientras, en
México, desmantelamos 30 años nuestra producción”.
Las grandes se llevan todo
Olga Alcaraz, productora e integrante de la ANEC, comenta que el
desmantelamiento del sector en México se debe a diferentes factores: los
altos costos en el valor de la semilla, de los fertilizantes, de los
seguros agropecuarios y que las trasnacionales se llevan todos los
subsidios: “Es importante que México se adueñe nuevamente de su
producción”, puntualiza.
Y es que en México se ordenó la liquidación de las dos
paraestatales encargadas del mercado de las semillas y los
fertilizantes. Justo un año después de que iniciara la primera
administración panista, 2003, se iniciaron los procedimientos para
liquidar el organismo más importante en la producción de semillas en el
país: Productora Nacional de Semillas. La privatización de Fertilizantes
Mexicanos ocurrió una década antes, en 1992.
La productora explica que ante los fenómenos del cambio climático,
los seguros agrícolas han aumentado hasta el 20 por ciento de su costo
por los problemas de heladas y sequías: “El gobierno debe tomar una
decisión respecto del seguro, pues [el seguro] debe estar al servicio
del productor, no [debe servir] para hacer más ricas a las compañías”.
En cuanto a la comercialización, añade: “Debemos conquistar los
mercados pero tenemos que trabajar sobre una reserva para no depender
del extranjero. Nosotros hemos participado en agricultura de contratos;
sin embargo, únicamente el 20 por ciento de los productores tienen
acceso a participar en estos programas. Hay una simulación de apoyo a
los productores. La mayoría de los apoyos se los llevan las
trasnacionales”.
En abril pasado, Contralínea (edición 272 )
documentó la entrega de recursos a compañías que aparecen en la lista
de las empresas con más poder en el mundo. Se trata de recursos públicos
por más de 1 mil 400 millones de pesos que se distribuyeron a 10
trasnacionales agroalimentarias, dominantes del mercado nacional y de la
economía global.
“Sus dueños y marcas aparecen en las listas de la revista
estadunidense Forbes (especializada en negocios y finanzas) como los más
ricos de México y el mundo. Listados de la Secretaría de Agricultura,
Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) muestran los
nombres de Maseca, Cargill, Bachoco, Minsa, Gamesa, Sukarne, Gradesa,
Gruma, Bunge y Sabritas”.
En tanto, dice Olga Alcaraz: “Los productores del centro del país
tenemos millones de toneladas en las bodegas que no podemos vender, lo
que coloca en riesgo la producción de este ciclo”.
De la producción al déficit
La propia Sagarpa muestra el declive de la producción de alimentos
en México al incrementar su dependencia a la importación. Las Cifras preliminares correspondientes al periodo enero-diciembre de 2011
indican que las importaciones del sector agroalimentario ascendieron a
27 mil 60 millones de dólares. Éstas se conforman por las compras
agropecuarias y pesqueras, 13 mil 141 millones de dólares; y por las de
productos agroindustriales, 13 mil 919 millones de dólares.
El origen de las importaciones agroalimentarias se concentran en
más del 78 por ciento en las compras provenientes de la región del
TLCAN; en este contexto, durante el periodo acumulado enero-diciembre de
2011, Estados Unidos vendió a México más de 19 mil 613 millones de
dólares, equivalentes al 72.5 por ciento del total importado por el país
en el resto del mundo.
Respecto a la importación de maíz, la Sagarpa indica que, “durante
este lapso, destaca el incremento en las compras provenientes de
Suráfrica por más de 310 millones de dólares, que en su gran mayoría
corresponden a maíz blanco”.
Ordenados conforme al valor de importación, en diciembre de 2011
cuatro de los 10 productos con mayor participación en las importaciones
agroalimentarias fueron: maíz, con el 12.9 por ciento del total; semilla
de nabo, con el 5.2 por ciento; la carne de porcino, que alcanzó el 4.4
por ciento; y la carne de ave, con 4.2 por ciento.
La dependencia destaca que, al concluir 2011, las importaciones
provenientes de Suráfrica, en su gran mayoría de maíz blanco, marcaron
un incremento inusitado en relación con las compras de este producto a
esa nación registradas en 2010.
Al tiempo, la Sagarpa apunta que en 2011 las compras provenientes
de los principales socios comerciales de México (Estados Unidos y
Canadá, firmantes del TLCAN) registraron tasas de crecimiento anual del
25 por ciento y 28 por ciento, respectivamente.
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