En entrevista con Proceso el senador Ricardo García Cervantes hace un análisis de la debacle electoral del PAN y sostiene que éste, su partido, perdió el rumbo. Asegura que en la gestión gubernamental de Felipe Calderón ha prevalecido la corrupción, pues se cambió el deber por la conveniencia; así que para reconstruir a este instituto político, dice, es necesario que sus miembros subordinen la política a la ética. En síntesis, el legislador se muestra pesimista ante el futuro de su partido.
Al desastre electoral del Partido Acción Nacional (PAN), le ha
seguido la simulación y el cinismo, advierte el senador Ricardo García
Cervantes: Los grupos responsables de la corrupción interna son los que
harán la “reflexión” sobre las causas del derrumbe y, luego, se
repartirán el botín.
“¡Son grupos de interés, muchos de ellos de
negocios y de negocios ilícitos! Son grupos cohesionados por sus
prácticas de corrupción frente a otros grupos y todos se saben capaces
de cualquier cosa”, describe el vicepresidente del Senado.Apartado “voluntariamente” de esa dinámica facciosa, que nació al suprimirse el principio de subordinar la política a la ética, García Cervantes anticipa que la “restructuración”, “refundación” o “reconstrucción” del PAN –“traen un pleito por la semántica”– lo harán las mismas facciones que hundieron a ese partido y, por tanto, no habrá credibilidad.
“Es poco creíble que reflexiones separadas de los grupos de poder vayan a traer las consecuencias de refundación o corrección del partido. ¿Se trata de que se concilien los intereses de grupo o se trata de rescatar un interés de estar por encima de los grupos?”
–¿Se perfila un gatopardismo?
–Hacia eso iríamos.
En entrevista con Proceso, la mañana del jueves 12, el legislador prevé que el “grupo cerrado” de Felipe Calderón seguirá controlando el PAN, a través de personajes que no se afiliaron a este partido por convicción, sino sólo por ambiciones de poder, como Javier Lozano Alarcón y Ernesto Cordero.
“Es un grupo afiliado al poder, enamorado del poder, anclado en el poder que se va a quedar con lo que queda del poder”, afirma y vaticina que los miembros de la organización ultraderechista El Yunque, como Juan Manuel Oliva, Emilio González Márquez y Marco Antonio Adame, pactarán también: “Van a buscar acomodos y arreglos”.
Lo mismo ocurrirá con el grupo de Gustavo Madero, cuya renuncia a la presidencia del PAN es lo de menos, dice, pero será lo de más si la excandidata presidencial Josefina Vázquez Mota busca sustituirlo con su movimiento “Ola civil”.
“Empieza a ser lo de más si se sigue perfilando una imposición o una especie de recomposición de grupos y tratar de capitalizar una campaña presidencial para, de alguna manera, conservar el coto.”
–¿Se refiere a que Vázquez Mota pueda asumir la presidencia del PAN?
–Sí, y me refiero a que está totalmente indefinido ese movimiento. Tuvo mejor imagen de lanzamiento que la campaña. Hay que tener mucho cuidado, porque el simplismo nos puede llevar a decir: “Que se vaya Madero y ya se resolvió todo”.
Y no: “El reto de esta reflexión, refundación, reconstrucción es que debe ser creíble. Ahora sí los ciudadanos nos van a pedir que, como la mujer del César, antes de ser honestos, lo parezcamos. El PAN podría haber sido muy honesto, pero dejó de parecerlo y dejó de serlo”.
Por sus prácticas igualó al PRI: “Perdimos no nada más la manera de andar, y de andar entre perros no sólo aprendimos a ladrar, sino a orinarnos levantando la patita. ¡Es que somos igual!”
La crisis que padece por el rechazo de los ciudadanos no es fortuita: “El partido está cosechando lo que sembró. ¿O qué creían, que podían meter de socios adherentes a los padrones de Sedesol y que no iba a pasar nada? ¡Son idiotas!
El desastre
A punto de cumplir 60 años, militante del PAN desde 1977 y uno de los dirigentes panistas más respetados, aunque marginado de ese partido por su posición crítica y en particular por cuestionar la concentración mediática y a Televisa, García Cervantes desmenuza las razones de la debacle.
De entrada, alude al artículo “El desastre” que publicó en Reforma Germán Martínez, el presidente del PAN que renunció tras el desastre electoral de 2009, en el que reconoció haber incurrido en “equívocos” como los cometidos por Madero y que “sin ideales la política es mera gestión de intereses, y muchas veces el PAN cayó en ese bache”.
“Él no sólo no es ajeno al desastre panista, es protagonista y promotor”, señala García Cervantes. “El cínico se reviste de sincero para sólo reconocer en abstracto haber incurrido en equívocos y su burda gestión de intereses como funcionario y como dirigente, totalmente desprovista de ideales, pero muy provechosa en término de ganancias personales y de negocios de camarilla, sólo los considera un bache en la que lamenta que el PAN haya caído”.
Evoca el proceso interno del que Vázquez Mota resultó candidata presidencial, en el que emergieron evidencias de coacción a gobernadores, alcaldes y delegados a favor de Cordero, mientras que éste la acusó de incumplir con su deber como legisladora. “¿Con qué autoridad moral termina esto? ¡Con ninguna!”
Así como la Secretaría de Hacienda no detectó el endeudamiento de Coahuila, “porque la denuncia que hizo Cordero fue en el ámbito de las elecciones internas”, todas las dependencias del gobierno actuaron con lógica electoral.
“Se perdió totalmente la función de gobernar y se asumió la necesidad de cuidar la posibilidad de seguirlo haciendo. Se dedicaron más a crear las condiciones de continuar en el gobierno que de gobernar. ¡Me refiero a todos!”
Va más allá en el análisis del desastre electoral del PAN y la responsabilidad de Madero en muchos de los escándalos de corrupción, como el del alcalde de Monterrey, Fernando Larrazabal, cuyo hermano Jonás fue videograbado recibiendo dinero en efectivo en un casino, y pese a ello lo solapó.
“Se pronuncia por expulsarlo, algo pasa y el grupo afín a Larrazabal logra las candidaturas que quiere y Madero no sólo se allana, sino que son de su equipo más cercano.”
Otro caso es el de Fernando Yunes, hijo del expriista Miguel Ángel Yunes Linares, a quien Madero ratificó pese al fraude que cometió para ser candidato, y la coalición que él autorizó en Guanajuato con Nueva Alianza, el partido de Elba Esther Gordillo, a quien Vázquez Mota combatió en campaña.
“¿Qué creen que la gente es tonta? Es tonto el que cree que la gente es tonta”, exclama García Cervantes, quien dice que el PAN cayó al tercer lugar en el Distrito Federal, porque “dominan los parentescos y el nepotismo” de Mariana Gómez del Campo, sobrina política de Calderón, y se impuso una candidata, Isabel Miranda, que no fue respaldada.
El senador señala que en Coahuila los ciudadanos votaron contra el PRI por el endeudamiento de Humberto Moreira, y en Tamaulipas por la violencia, pero no por los candidatos panistas, “porque éstos, en otro tiempo, fueron los que generaron la debacle del PAN”.
En Coahuila, explica, el grupo que encabeza el senador Guillermo Anaya, compadre de Calderón y que ahora será diputado, cometió un fraude electoral contra el exembajador Jorge Zermeño para imponer a Luis Fernando Salazar, exdelegado de Sedesol.
“El expediente de Zermeño fue desechado por extemporáneo, pero está toda la evidencia de la manipulación, del acarreo, de la compra de votos, de la utilización del cargo. ¡Fue verdaderamente una suciedad lo que se hizo!”
Subraya: “El grupo cercano a Madero tiene responsabilidad y debe asumir las consecuencias”.
Las misma responsabilidad deben asumir los gobiernos del PAN, porque los electores también evaluaron las gestiones de Calderón, así como las de Jalisco, con González Márquez, y Morelos, con Adame.
“Un partido que está en el gobierno puede aspirar a que, haciendo un buen gobierno, se conserve en el poder. Si no logra conservarlo, en un silogismo muy sencillo, quiere decir que no satisfizo las expectativas de buen gobierno. Eso está claro.”
Calderón recibió respaldo inicial en su lucha contra el crimen organizado, dice García Cervantes, pero cuando ésta “no se vio acompañada de otros mecanismos como el combate al lavado de dinero, a la corrupción en las instituciones de seguridad pública y la impunidad, se mermó la sensación positiva y la impresión solidaria de la sociedad con su gobierno”.
A esto se sumó “esa terca insistencia de no revisar honesta y francamente las estrategias a partir de una concepción de lealtad con Genaro García Luna”, secretario de Seguridad Pública, y también los cotos de “una serie de funcionarios desprovistos de cualquier sensibilidad humana”.
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