México SA
Carlos Fernández-Vega
La Jornada
Hacienda, manipuladora II
El presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, durante su intervención en la clausura de la asamblea anual de gobernadores del Fondo Monetario Internacional (FMI), en Singapur. Escucha Rodrigo Rato, director gerente del FMI Foto Reuters
Fue tal la alegría que en ella provocó la decisión del Fondo Monetario Internacional, que la Secretaría de Hacienda no sólo "olvidó" detallar el verdadero peso específico del "aumento" del voto mexicano en el seno del organismo financiero (de 1.2 a 1.4 por ciento del total), sino que dejó en el tintero una información fundamental para quienes pagan los festines, aunque nunca sean invitados, es decir, los contribuyentes.
¿Cuánto le costará a los mexicanos el nuevo "logro" del gobierno del "cambio"? ¿Cuánto el "aumento" del poder de voto en las decisiones del Fondo Monetario Internacional? ¿Cuánto, pues, el regocijo que en Vicente Fox y Francisco Gil Díaz provoca jugar a la democracia de a mentiritas?
A la jubilosa Secretaría de Hacienda no se le hizo pertinente mencionar que nada, absolutamente nada es gratuito en el Fondo Monetario Internacional. Por ello, el "reconocimiento" a la "importancia y el peso de la economía mexicana" costará a los que pagan impuestos la friolera de 836.25 millones de dólares (algo así como 569 millones de derechos especiales de giro, la "moneda" del FMI), una cifra que traducida a pesos se aproxima a los 9 mil 200 millones. Lo anterior, sin considerar los cerca de 3 mil 800 millones de dólares (2 mil 585.8 millones de derechos especiales de giro) que dan cuerpo a la "cuota" que mantiene el gobierno mexicano en el Fondo Monetario Internacional.
Para dar una idea, esos 9 mil 200 millones de pesos que costará comprar el "reconocimiento" del FMI se comparan con los siguientes presupuestos autorizados para 2006: apoyar acciones para el desarrollo social y urbano en zonas urbanas marginadas, 2 mil 60 millones (4.46 veces menos que la jugada de Paco Gil); Programa Sectorial de Vivienda, 3 mil 586 millones (2.56 veces menos); desarrollo regional, 5 mil 739 millones (40 por ciento menos); generar empleo temporal con recursos públicos, 150 millones (61.3 veces menos); apoyo a proyectos sociales y productivos de combate a la pobreza en coinversión con gobiernos locales, organizaciones sociales e instituciones mil 39 millones (8.8 veces menos) y Liconsa, con sus 200 millones de litros de leche para la población de escasos recursos, 6 mil 178 millones (33 por ciento menos).
Todo indica que Paco Gil convenció al inquilino de Los Pinos sobre la "importancia" que para México representaba un "aumento" de dos décimas de punto porcentual (de 1.2 a 1.4 por ciento) en su poder de voto en el seno del FMI, y que pagar alrededor de 9 mil 200 millones de pesos realmente era una bicoca comparado con el éxito que se alcanzaría, aunque ello implicará reforzar la política de enfrentamiento con los países latinoamericanos y de sobajamiento con los güeros del norte.
¿De dónde saldrá el dinero para pagar la "confianza" y el "reconocimiento" del FMI "a la importancia y el peso de la economía mexicana", como asegura Hacienda? Si no es de los excedentes petroleros -tan guardaditos, tan invisibles, pero tan utilizados para embellecer los "logros" del "cambio"- o de las reservas internacionales del Banco de México, entonces tendrán que sacar la tijera y recortar los presupuestos de las dependencias públicas.
Por ejemplo, y para evitarse mayores vueltas, podrían acabar con el de la Secretaría de Seguridad Pública (federal), que prácticamente es igual (9 mil 272 millones de pesos contra casi 9 mil 200 millones) a lo que el gobierno mexicano pagará por jugar a la democracia de a mentiritas en el casino del Fondo Monetario Internacional. O el de la Secretaría de Marina (9 mil 163 millones), que después ni para gasolina tiene.
De no ser así, podrían desaparecer el presupuesto del Consejo Nacional de ciencia y Tecnología (8 mil 859 millones de pesos), aunque les faltaría cerca de cuatro por ciento de ese monto para completar. Otra alternativa es nulificar el presupuesto autorizado al Poder Legislativo (6 mil 914 millones de pesos), aunque en Los Pinos no deben olvidar que el juego de la democracia de a mentiritas en el FMI y la "confianza" que el gobierno federal compró en el organismo financiero tienen que ser "ratificadas" por dicha instancia, de tal suerte que sería peligroso aplicar la tijera en esta zona.
Un funcionario del FMI, citado por la agencia Notimex, resumió el referido "aumento" del poder de voto: "no existe tal cosa como una comida gratis; sentarse a la mesa cuesta", aunque no se coma. Y el gobierno mexicano está dispuesto a pagar lo que sea, a sacrificar recursos públicos que bien podrían destinarse a renglones productivos o a los sectores sociales más desprotegidos, porque supone que con decisiones como la señalada se embellece el rostro, cuando en realidad no hace más que dilapidar los siempre escasos recursos públicos.
Cuatro mil 600 millones de pesos por décima de punto porcentual de "aumento" en el poder de voto y anunciarlo como un "logro" más del "cambio" no sólo es jugar a la democracia de a mentiritas, sino un atraco al erario.
Las rebanadas del pastel:
¿De a cómo la botellita de coñac, mi cardenal precioso?
Comento: ¿Sabrán las clases medias e incluso de abajo que le apuestan a la simulación lo que la democracia de a mentiritas les está costando? Pero ¿cómo distinguir la simulación de lo real cuando sus propias vidas se entreveran con la ficción televisiva?
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