Jesús Ortega Martínez
21 de septiembre de 2006
Hay amigos que señalan la importancia del avance electoral de la izquierda, en particular del PRD, y se preocupan, genuinamente, de que en el corto y mediano plazo, las acciones emprendidas por la coalición después del 2 de julio constituyan un retroceso antes que una forma de lucha política eficaz y moderna.
Otros, que no son amigos y no lo han sido nunca, repentinamente reconocen la importancia de la izquierda mexicana y elevan sus plegarias para que ésta no se diluya o desaparezca, cuando en realidad siempre han pugnado por su debilitamiento. Ahora usan como argumento nuestro avance electoral, tratan de apartar de manera ficticia el movimiento social de la lucha política partidaria.
A los amigos les decimos que nunca como ahora, el PRD y la izquierda mexicana se han fortalecido política, social y electoralmente. Su presencia se ha vuelto auténticamente nacional e indispensable para el avance democrático. Lo que estamos haciendo ahora está fincado en un principio sin el cual no habríamos avanzando: la defensa de la democracia. ¿Por qué sorprende que luchemos contra el fraude y en favor de la democracia? ¿Por qué dudar de la defensa de la voluntad ciudadana y la libre determinación del pueblo? ¿Por qué asombrarse ante la unificación y constitución de un frente?
Entre nuestros críticos, amigos o no, ha habido voces a lo largo de los años que reclamaban al PRD una mayor defensa de las causas sociales, salir a las calles para hacerse escuchar y ahora se rasgan las vestiduras ante las acciones y determinaciones adoptadas en protesta por el fraude electoral y la usurpación.
Unos y otros olvidan que las posiciones de izquierda defienden las justas causas de los oprimidos y de los que luchan por sus reivindicaciones y derechos de todo tipo, incluyendo, por supuesto, el respeto al voto. La izquierda genuina, la nuestra y la de todo el mundo, siempre ha combatido la injusticia. Eso es precisamente lo que la coalición Por el Bien de Todos, ahora devenida en Frente Amplio Progresista, está realizando.
Decía Norberto Bobbio: "Quien cree que las desigualdades son un fatalismo, que es preciso aceptarlas, y piensa que desde que el mundo es mundo siempre fue así y no hay nada que hacer, siempre estuvo y está a la derecha. Así como la izquierda nunca dejará de ser identificada con los que dicen que los hombres son iguales, que es preciso levantar lo que está en el suelo, en el fondo. Creo que esta distinción existe, continúa siendo fundamental, aún hoy sirve para distinguir los dos lados de la política".
El momento actual nos impone, a todos los mexicanos, una definición ante la crisis y nosotros, consecuentes con una actitud de izquierda, hemos decidido resistir ante la injusta e ilegítima toma del poder por una oligarquía que compró un residente y un gobierno. Vamos a combatir toda clase de injusticias pero sobre todo la social. La constitución del FAP es un paso de unidad de la izquierda mexicana no sólo en lo electoral sino también en la lucha contra el status quo, e incorpora a todos aquellos que se sienten agraviados por una derecha arrogante y una oligarquía que se siente dueña del país.
En el PRD y en las fuerzas políticas que integran el FAP somos consecuentes con la lucha democrática y estamos convencidos de que la peor manera de seguir, la que sí echa por la borda lo hasta ahora conseguido, la que sí lesiona a la izquierda mexicana, es la que apunta a dar la vuelta a la página, la de simular que no pasó nada grave y que se puede continuar como hasta ahora.
Consejero nacional del PRD
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