Benito Nacif y Marco Antonio Baños fueron elegidos nuevos consejeros del instituto
Inusual alianza de PAN y PRD lleva a Leonardo Valdés al IFE
La corriente bejaranista Izquierda Democrática Nacional votó en contra
El coordinador de la bancada priísta, Emilio Gamboa Patrón, debió ceder ante la unanimidad de las negociaciones
Emilio Gamboa Patrón, del PRI; Héctor Larios, del PAN, y Javier González Garza, del PRD, dan a conocer los nombres de los relevos de tres consejeros del Instituto Federal Electoral Foto José Carlo González
En un inusual acuerdo, los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) en la Cámara de Diputados marginaron al otrora desequilibrante Revolucionario Institucional (PRI), al imponer en la presidencia del Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) a Leonardo Antonio Valdés Zurita. Esa alianza coyuntural fracturó el tradicional vínculo pragmático entre panistas y priístas y echó por la borda la amenaza del coordinador de los tricolores, Emilio Gamboa Patrón, de hacer a un lado al sol azteca si no aceptaba la designación de los nuevos funcionarios electorales avalados por su homólogo panista Héctor Larios y él mismo.
Ese pacto cupular, del que no estuvo ausente Alejandro Chanona, de Convergencia, consiguió sumar a los coordinadores de los partidos del Trabajo (PT), Verde Ecologista de México (PVEM), Alternativa y Nueva Alianza para lograr la elección por unanimidad de Valdés Zurita, así como de Benito Nacif y Marco Antonio Baños.
Aún así, ese amplio consenso se enfrentó a una férrea oposición de la corriente bejaranista Izquierda Democrática Nacional (IDN), que desde la plenaria matutina del grupo parlamentario del PRD acusó al nuevo presidente del IFE de haber colaborado con el gobierno de Vicente Fox Quesada, y posteriormente haber asesorado a Felipe Calderón Hinojosa.
Tal posición fue rebatida por el secretario general del sol azteca, Guadalupe Acosta Naranjo, presente en el cónclave: “Quien sí trabajó con Fox fue Porfirio Muñoz Ledo”, dijo.
La escasez de argumentos contra Valdés Zurita llevó a IDN a recordar que éste, como consejero del Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF), votó en contra de admitir la residencia de Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal, con objeto de contender por la jefatura de Gobierno. Juan Guerra Ochoa rebatió esa postura: “Eso manifiesta que el nuevo presidente consejero del IFE tiene independencia y es imparcial”, consideró.
La unanimidad del dictamen que presentó la Junta de Coordinación Política al pleno se logró tras una larga y en ocasiones dura negociación en dos vías, entre PRI y PRD, pero también entre el PAN y el sol azteca.
El miércoles, Emilio Gamboa convocó a la presidenta de su partido, Beatriz Paredes, acompañada de Jesús Murillo Karam, así como a Guadalupe Acosta Naranjo, al senador Carlos Navarrete y al diputado Javier González Garza, por el PRD, con objeto de negociar un acuerdo bilateral para que el PAN, como partido mayoritario en el Congreso y con el gobierno, se quedara con la presidencia del IFE.
Tajantemente, y en una posición que sorprendió a los perredistas, Paredes Rangel le replicó a Gamboa que ni en los tiempos de Ernesto Zedillo como presidente de la República se impuso al titular del instituto electoral. Esa actitud abrió la posibilidad al PRD de presentar la candidatura de Valdés Zurita, quien no era mal visto por los propios panistas.
Y es que, ya entrada la madrugada de ayer jueves, tanto Javier González Garza como Héctor Larios, acompañados de Alejandro Chanona, convencieron a Emilio Gamboa de que Valdés sería un candidato idóneo a la presidencia del IFE, porque a pesar de su reticencia los priístas no tenían candidatos de peso, pues fueron eliminados Lorenzo Córdova, Fernando Serrano Migallón y hasta Carlos Alberto Sirvent Gutiérrez, a quien Emilio Ulloa como presidente de la Comisión de Cultura llamó “el afanador de las cloacas de Bucareli”.
Este momentáneo equilibrio de fuerzas entre PAN y PRD generó el enojo de Gamboa Patrón, pues ni su dirigente nacional lo respaldó en su estrategia por obtener la presidencia del Consejo General. Incluso, en el momento más cerrado de la negociación amenazó –como lo reveló en la plenaria posterior– con retirarse de la mesa.
No lo hizo y al final se allanó a la terna cuando el PRD y el PAN aceptaron la designación de Marco Antonio Baños como candidato del PRI a consejero. Los coordinadores se retiraron cuatro horas del recinto y, en un hecho inédito en la actual legislatura, todos se reunieron por la mañana con la Junta de Coordinación Política.
Ahí, informaron que existía unanimidad en torno a las figuras de Valdés Zurita, Nacif y Baños. “Podemos anunciar con mucho orgullo que tenemos unanimidad de grupos parlamentarios para la elección del presidente y los nuevos consejeros del IFE”, expuso Héctor Larios, en su condición de presidente de la junta.
Era mediodía y cada uno de los coordinadores llevó a sus plenarias el acuerdo para ser ratificado. En siete hubo aceptación, inclusive en el PRI, siempre institucional, pero no en el PRD. Los bejaranistas, fuerza que aún persiste en las filas de ese partido, rechazaron la terna y el acuerdo de su coordinador.
Al final, para que quedara “en el registro del anecdotario”, la diputada Layda Sansores, de Convergencia, la emprendió contra el método de selección, los modos de los coordinadores y el resultado: “Somos el hazmerreír de los medios y de la opinión pública… hemos sido severamente cuestionados y si no actuamos con pulcritud, la sociedad nos va a rebasar por carriles que no son precisamente los del Congreso, y nos van a acusar de tomar decisiones preciosas, al más puro estilo de la Suprema Corte”.
Asimismo, la diputada perredista Valentina Batres Guadarrama descalificó a los tres consejeros, porque “queríamos a alguien incuestionable, precisamente para irnos en confianza en los próximos procesos electorales (de 2009). No lo logramos…”
Pero en el pleno del Palacio Legislativo de San Lázaro la sensación era otra, de algarabía. Casi todos los diputados estaban dispuestos a levantar el dedo para votar en favor de los tres, pero todavía debían sufragar por cédula y cuando Ruth Zavaleta decretó la legalidad del acto, la mayoría externó su beneplácito con un prolongado aplauso.
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