¿Es posible entre “tribus”?
Debate de cuatro candidatos para cambiar el PRD
Por Pedro Echeverria V.
1. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) ha impulsado un primer debate de sus cuatro candidatos a presidente del partido. Alejandro Encinas, Jesús Ortega, Camilo Valenzuela y Alfonso Ramírez discutieron ayer lunes 4 sus diferentes puntos de vista durante el encuentro conducido por la periodista Carolina Rocha en un intercambio de ideas con Katia D'Artigues, Ricardo Alemán y José Carreño Carlón. No estoy seguro que los debates sirvan para convencer a los convencidos, para romper bloques de intereses, ni para ampliar la militancia partidaria. Por lo general hay personajes buenos para debatir pero cuya honestidad está en duda; otros no tan buenos con la palabra pero mucho mejores por sus acciones. Hay debates donde se guardan cosas que a nadie conviene decir y debates en los que “ganan” siempre los candidatos que pagan bien a los medios de información o los que antes han impulsado los encuestadores.
2. El PRD, aunque ha cometido profundos errores, muy parecidos a los errores que se convirtieron en permanentes y después en corrupción institucionalizada en el PAN y en el PRI, debe quedarnos alguna esperanza de que en su interior se pudieran hacer muchas transformaciones de fondo, tales como impulsar a su militancia a participar en la lucha social restando tiempo a lo electoral; que los cargos no sean privilegio y que quienes los reciban entreguen la mitad de su salario para trabajo político del partido; que los legisladores, gobernadores, etcétera del PRD obedezcan al movimiento social que se expresa en el campo y en las calles y que el primer criterio para seleccionar candidatos sea el trabajo político de masas aunado a la ideología de izquierda y a la honradez. Si el PRD no quiere convertirse en lo que es hoy el PRI o el PAN debe diferenciarse a fondo de ellos y recuperar lo que la izquierda siempre ha reclamado: honradez y conciencia.
3. A los diferentes grupos, posiciones políticas, personales o de intereses en el interior del PRD se les ha calificado despectivamente como “tribus”. Infortunadamente estas corrientes no han producido trabajos teóricos para fundamentar sus posiciones políticas o filosóficas. Esta falta de análisis ha llevado a pensar que sólo son grupos cuyo único interés es la obtención de cargos políticos y de poder. Hoy, por ejemplo, sólo se sabe de diferencias entre la corriente que encabeza López Obrador con Encinas como candidato y la integrada por Nueva Izquierda que dirige el candidato Ortega. Incluso estos dos como candidatos parecen estar planteando exactamente lo mismo: pluralismo, unidad, trabajo, honestidad, sin ir a fondo en el debate. De Valenzuela sólo conocemos su pasado guerrillero y de Ramírez su liderazgo en El Barzón. Fuera de las diferencias personales o en el interior del partido, ¿cuáles son las diferencias de fondo?
4. En caso de ganar la presidencia, a) ¿Cuál será la posición del PRD ante el TLCAN y el ALCA? b) ¿Hasta dónde llegará el PRD en la defensa de millones de emigrantes mexicanos? c) ¿Qué relaciones se establecerán con el gobierno ilegítimo de Felipe Calderón? d) ¿Cómo se integrará el PRD al movimiento social? e) ¿Qué relaciones se establecerán con los gobiernos de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador? f) ¿Cómo se buscará la unidad con la APPO, el EZLN, el Diálogo Nacional, la CNTE y demás movimientos sociales? Las organizaciones y sus dirigentes de izquierda tienen que analizar con profundidad y de manera abierta problemas locales, nacionales e internacionales y no deben temer a respuestas oposicionistas de medios de información o de empresarios. Si por “táctica política” guardan silencio ante las amenazas, invasiones y guerras imperiales o frente a la explotación, no servirán para nada.
5. Sin embargo parece que el problema del PRD es el de todos los partidos grandes que buscan, incluso conquistan el poder, por la vía electoral y el parlamentarismo. Europa ha dado cientos de ejemplos sobre la manera de comportarse de los partidos socialistas, socialdemócratas, laboristas, de izquierda y comunistas cuando han asumido el gobierno. En muchas ocasiones los mismos grandes empresarios de Italia, Francia, España, han declarado que los gobiernos de “izquierda” los han favorecido mucha más que las derechas; que han sido más hábiles para cuidar las inversiones y para manejar los conflictos con los trabajadores. ¿En España en estos momentos, existe alguna diferencia entre el PP franquista de Aznar y el PSOE de Zapatero que persigue con crueldad a la oposición vasca de izquierda? El poder es corruptor y a mayor poder mucha más grande corrupción. Ese parece ser el destino desgraciado de los partidos.
6. Si el objetivo de los partidos que buscan el poder por medio de las elecciones son los votos, ¿qué hacer para conquistarlos? La izquierda radicalizada contestaría que los votos deben salir de los movimientos sociales de indígenas, campesinos, obreros, profesores, ciudadanos que luchan por sus tierras, créditos, aumentos salariales, huelgas, vivienda, agua, etcétera y que al mismo tiempo reconocen el apoyo de organizaciones y dirigentes de masas que los acompañan. Los partidos burgueses buscan el voto por medio de espot televisivos y de radio o comprándolos con dinero del gobierno, los empresarios y el narcotráfico. Engañan a los electores y manipulan sus votos mediante mil y una formas aprovechándose de su ignorancia política y de su miseria económica. Si la izquierda compite con los mismos métodos y formas estará traicionándose a sí misma, si no logra transformar esa manipulación de masas en una forma ética de hacer política, será más de lo mismo.
7. Hay que decirles a los candidatos Encinas, Ortega, Valenzuela y Ramírez, que los debates en televisión y radio sirven poquísimo a quienes quieren saber realmente lo que está en el fondo de las diferencias. Quizá el debate escrito, respondiendo las necesidades e inquietudes de militantes, simpatizantes y trabajadores, pudiera ayudar más porque se podría analizar y comparar sus pensamientos y propuestas. Más que los debates, lo importante es cómo aminorar el poder de los dirigentes y fortalecer la participación de las bases. Saber de qué manera elevar el nivel de conciencia crítica y participativa de militantes y simpatizantes de la izquierda mexicana y cómo eliminar los privilegios políticos y económicos de los funcionarios del o de los partidos. Sólo en la medida en que se construya un organismo lo más horizontal posible, se enseñará a pensar por cuenta propia. Hay que hacer que los de abajo participen más y los de arriba no tengan privilegios.
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