Mario di Costanzo Armenta
Sin lugar a dudas, las presiones que enfrentará el peso durante los próximos meses serán reflejo de las grandes fallas estructurales de la economía nacional, por lo cual resulta incierta la tesis del gobierno en el sentido de que el comportamiento de nuestra moneda es producto de la crisis financiera por la que atraviesa el mundo y tampoco puede concluirse que la devaluación de nuestro tipo de cambio sea resultado de la especulación llevada a cabo por diversas empresas.
De esta manera, mientras el gobierno se dedica a buscar una serie de explicaciones inciertas sobre la situación por la que atraviesa el sector externo de la economía, lo cierto es que el país se encamina a una tremenda crisis de su balanza de pagos, que podría llevar al tipo de cambio a niveles muy cercanos a los 18 pesos por dólar, con lo que prácticamente se daría por terminado el proyecto económico sexenal de Felipe Calderón y Agustín Carstens.
Para corroborar lo anterior basta mencionar que durante los primeros 10 meses del año el saldo de la balanza comercial de nuestro país registró un déficit de 11 mil 119 millones de dólares. Sin embargo, si se excluyen las exportaciones petroleras el déficit fue mayor de 52 mil millones de dólares.
Esta situación muestra claramente la vulnerabilidad y dependencia del comportamiento del sector externo de la economía mexicana con respecto de los ingresos petroleros. Más aún si consi- deramos que hasta el mes de septiembre las exportaciones petroleras se vieron apoyadas por un precio del petróleo para la mezcla mexicana que se ubico en 92.1 dólares por barril, mientras para el mes de octubre gran parte del déficit comercial obedeció a la disminución de los ingresos petroleros.
De ahí resulta muy cierto que, mas allá de los recursos adicionales que se aprueben en el “gringoproa” para apoyar a los “gigantes en quiebra”, el deterioro del ambiente económico nacional e internacional provocará efectos combinados que sin lugar a dudas generarán presiones sin precedente para nuestra moneda. Entre las cuales podemos señalar las siguientes:
Menor la entrada de dólares por petróleo
Resulta claro que México registrará una importante disminución de la entrada de dólares debido tanto a la disminución del precio del petróleo, que se ubicará entre 35 y 45 dólares por barril durante el próximo año, pero también por disminución de la plataforma (cantidad) de petróleo exportado debido a la declinación de Cantarell, cuyo desplome en la producción se ha dado de manera acelerada durante los pasados meses, a grado tal que el yacimiento más importante del país se encuentra produciendo en la actualidad sólo la mitad (1.075 mbd) de lo que alcanzó en 2005 (2.066 mbd).
Se reducirán las remesas
De acuerdo con datos del Banco de México, al mes de septiembre de este año las remesas hechas por los trabajadores mexicanos en Estados Unidos ascendieron a 17 mil 526 millones de dólares, lo que significó una caída anual de casi 4%. Se estima que las remesas enviadas por los mexicanos que trabajan en EU se reducirán entre 20% y 25% durante el próximo año, lo que significa una reducción de cuatro mil a cinco mil millones de dólares con respecto de 2008.
Bajarán exportaciones no petroleras
Durante el mes de septiembre, las exportaciones mexicanas no petroleras ya empezaron a mostrar un menor dinamismo, derivado de la recesión mundial y en especial de la crisis financiera en EU, país que necesariamente reducirá sus compras al resto del mundo. A esto se añade que las empresas mexicanas han perdido competitividad debido al incremento en el costo de los insumos para la producción, dentro de los cuales se encuentran los costos de la energía eléctrica, el gas y las gasolinas.
Continuarán las importaciones
Las importaciones que realiza nuestro país debido a la ausencia de producción en el mercado interno continuarán, ya que gran parte de ellas son productos alimenticios de consumo final, o bien ingredientes para producir alimentos, por lo que prácticamente resultará imposible que estas compras se reduzcan.
Al respecto, cabe señalar que durante el presente año las compañías agropecuarias que dominan 80 por ciento del comercio mundial de cereales obtuvieron “ganancias extra normales” debido a la escasez de alimentos, la promoción y subsidios a los agrocombustibles.
De esta manera, de acuerdo con estudios recientes, Cargill aumentó sus ganancias 36 por ciento; ADM, 67 por ciento; Conagra, 30 por ciento; Bunge, 49 por ciento; Dreyfus, 77 por ciento; Monsanto, 44 por ciento, y DuPont-Pioneer, 19 por ciento.
Los cuatro factores anteriormente referidos contribuirán a “agrandar” el déficit del sector externo del país y los requerimientos de dólares, por lo que la nación enfrentará una devaluación aún mayor de su moneda, que generará un circulo vicioso, ya que al devaluarse el tipo de cambio se incrementará todavía más el precio de los alimentos y del resto de los bienes importados, deteriorando con ello aún más el poder adquisitivo de la gente.
En este contexto, el Banco de México se vería obligado a incrementar sustancialmente la tasa de interés, con lo que se agravaría el problema de la cartera vencida en el país y aumentarían las posibilidades de que México viva una fuerte recesión económica.
Por ello resulta verdaderamente apremiante que el gobierno deje de buscar soluciones de coyuntura a los problemas estructurales que enfrentamos, y se olvide de las explicaciones inciertas, ya que lo realmente cierto es que temas como la cartera vencida, las Afore y el incremento de los precios requieren una solución integral e inmediata.
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