Antonio Gershenson
Se pone mucha atención en la solicitud de las tres grandes empresas automotrices estadunidenses de un “rescate” multimillonario. Se dirigieron a la Cámara de Diputados (allá, de representantes). El presidente de la Comisión (allá es comité) de Energía y Comercio les parecía buen conducto.
Este presidente era John D. Dingell, legislador por un área de Detroit, capital del automóvil en ese país. Llevaba 28 años de encabezar a los demócratas en esa comisión. Había frenado o bloqueado muchas regulaciones de seguridad y ambientales que las compañías automotrices decían que no podían cumplir. Por si fuera poco, su esposa Deborah ha sido durante bastante tiempo alta funcionaria de la General Motors Corporation. Aquí, diríamos que eso es conflicto de intereses.
Con tantos años ahí, este legislador no esperaba que hubiera un candidato “de oposición” cuando llegó el momento de renovar o ratificar al presidente de la comisión, muy importante para cuestiones de energía, calentamiento global y legislación sobre salud. Pero ahora se lanzó el diputado Henry A. Waxman, representante de un distrito de Los Ángeles, la ciudad que más medidas ha adoptado a lo largo de los años contra la contaminación ambiental.
Waxman ha impulsado, además de medidas contra la contaminación, acciones de protección al consumidor y subsidios a medicinas de patente para los habitantes de bajos ingresos o de la tercera edad.
La votación fue secreta y en ella no tenía Obama ninguna injerencia formal. Pero el presidente electo nombró director de las relaciones con los legisladores a Philip Schiliro, que había sido por mucho tiempo asistente de Waxman. El hecho es que a la hora de la votación en el cuerpo al que corresponde la elección del presidente de la comisión, ganó Waxman.
Lo que se ha planteado en cuanto al dinero para las tres grandes compañías: General Motors, Ford y Chrysler, es que se apruebe sólo sobre la base de un programa de estas empresas que las haga competitivas, o sea, por ejemplo, que no quemen tanta gasolina. Precisamente el menor consumo de combustible fue una de las piezas clave para que las automotrices japonesas y, en menor medida, europeas les hayan estado quitando la clientela a estas tres. Otra fue que la gente los considera de mejor calidad.
Entonces, si quieren el apoyo económico deberán transformarse y cumplir con una serie de normas, con la tecnología que ellos decidan, pero que impliquen menor consumo de gasolina, entre otras cosas. Las compañías petroleras también saldrán afectadas.
Se dice que el nuevo presidente de la Comisión de Energía y Comercio será mucho más compatible con el cumplimiento de las promesas de campaña de Obama en las áreas que le corresponden.
No se están esperando a la toma de posesión de Obama el 20 de enero. Y él, en cierto sentido, tampoco, pues ya anunció y prepara medidas como la reducción de impuestos a trabajadores de niveles bajos e intermedios.
Por cierto, en Inglaterra acordaron la reducción del IVA en 2 y medio puntos porcentuales. Pero aquí, como dijimos, suben constantemente los precios de la gasolina, el diesel, el gas y la electricidad, lo cual repercute en la elevación de los precios de casi todos los productos de consumo generalizado. Según cifras del Banco de México, esto llevó a que el índice de precios llegue al doble de lo oficialmente previsto, en la primera quincena de noviembre.
Obama también anuncia medidas para crear empleos, como obras en carreteras y escuelas, y subsidiando otras para la generación de energía con fuentes alternas y el mejoramiento del medio ambiente. Dentro de esto está también el cambio en los vehículos, haciéndolos más compatibles con un medio ambiente más limpio.
En los hechos, el gobierno federal de nuestro país se está esmerando en mostrar algo que hace unos años hubiera parecido difícil de creer: situarse a la derecha de los gobiernos de Estados Unidos y Europa occidental, al mismo tiempo. Esta administración, que de por sí carece de legitimidad, algo cambia el discurso, pero en los hechos sigue en el pasado.
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