María Teresa Jardí
En lo personal, en lo político, en lo social e incluso en lo familiar, el 2008 ha sido, para mí, el peor de todos los años desde que estoy viva.
En lo personal, un año de pérdidas de lugares elegidos por voluntad propia y de alejamiento de cariños entrañables recibidos como regalos inesperados y quizá, por eso, de disfrutes temporales.
En lo social e incluso familiar, el año de la pérdida de principios y de valores que mantienen la estructura ética de los pueblos y de las personas.
En lo político el año en que ha quedado evidenciado, sin dejar ni el más pequeño rescoldo de duda, el desarme de la estructura ética de todas las instituciones de la república mexicana, convertida, quién sabe por cuánto tiempo, quizá para siempre, en la más bananera de las repúblicas de Latinoamérica.
El año en que se han hecho evidentes, de manera diáfana --- y con todo el cinismo y el descaro que por definición acompaña a la derecha fascista, que es la que en México coleccionamos en todos los partidos, beneficiarios de la corrupción, convertida en otra regla inmutable del sistema impuesto a la mexicana--- las decisiones para México, llevadas adelante por gobernantes traidores a la Patria, desde Echeverría, al menos, hasta el usurpador Calderón, debidamente domesticados y puestos de rodillas ante el imperio vecino.
Año de la impunidad convertida en regla del sistema político. Año de complicidades que involucran por igual a Ejecutivo, que al Legislativo, que al Judicial.
Año de impunes ejecuciones, que ya se cuentan por miles, de asesinatos de niños, de hombres y de mujeres, de periodistas y de acoso a periodistas e incluso a tibios defensores de los Derechos Humanos, cancelados en México, junto con el Estado de Derecho.
Año convertidor de México en el paraíso para los impunes pederastas y para los tratantes, impunes también, de blancas.
Año que marca el fin de los partidos. Sin horizonte a la vista que indique la posible substitución de los mismos para promover los cambios de manera pacífica.
Año de impunes secuestros en los que siempre está involucrada la policía, que en México no existe.
Y en el caso de dos secuestros, con hijos asesinados de personajes de alguna manera vinculados a la promoción del deporte, presumiblemente para enviar el mensaje de que aquí lo que pueda rescatar a la juventud, del destino de engrosar las filas de la adicción o de plano del narco, no lo va a tolerar el sistema impuesto a pesar de la evidente decadencia del imperio asesino.
Año de cobardes y apátridas que han permitido la imposición del Plan México, llamándole Iniciativa Mérida, como si por cambiar el nombre los "levantados" dejaran de ser secuestrados, para ser torturados, antes de convertirse en asesinados o en forzosamente desaparecidos.
Año de paramilitares entrenados para causar el miedo necesario para imponer, sin que el pueblo chiste, lo que sigue.
Año de "Zetas" entrenados como kaibiles y enseñados a torturar, torturándoles antes, cuando no en la Escuela de los Asesinos, en Guanajuato, gobernado por la derecha panista.
Sí, el peor año y sin visos en el horizonte que indiquen que el que mañana inicia será mejor y al contrario, con indicadores mundiales de que será el primero, de quién sabe cuántos, que peores ya se anuncian, antes de la caída definitiva del perverso sistema impuesto por el imperio vecino.
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