Iosu Perales
La campaña militar sionista contra la población de Gaza, se desarrolla en un marco internacional de impunidad que podría resultar asombrosa si no fuera costumbre. La matanza es tan injustificada que algunas voces ya hablan de errores ¿hasta cuando los horrores se seguirán llamando errores? Desde hace ya tiempo la franja de Gaza era el objetivo preferente de los políticos sionistas que compiten en brutalidad: tratan de ganar unas próximas elecciones demostrando quién es más carnicero. Por su parte, el ejército que tuvo que abandonar Líbano duramente golpeado por Hezbollá necesitaba una victoria. Las necesidades internas han confluido en Israel para atacar un nuevo gheto de Varsovia con un cambio de actores: bombardear a una población encerrada, con las fronteras selladas, es un acto criminal y cobarde.
Es verdad que la persecución de judíos fue durante siglos un deporte en Europa. Auschwitz fue un espanto que marcó la conciencia de Alemania hasta tal punto que ahora, para congraciarse, ha decidido dar por bueno el genocidio de palestinos. ¡Pobre Alemania! “Como antes otros alemanes mataron judíos, ahora estamos obligados a justificar que otros judíos maten a palestinos” viene a decir la señora Angela Merkel. A la misma altura está la reacción norteamericana, con la diferencia que su Administración de turno hunde sus raíces morales en el fango de Abu Gharaib y de Guantanamo: su comportamiento guerrerista y de violación de los derechos humanos es su propia historia. Por su parte la Unión Europea sin política exterior y sin unidad emite comunicados salomónicos que sólo sirven para que Israel respire y el pueblo palestino muera un poco más. ¡Qué pronto se olvida quién es el ocupante y quién el ocupado, para referirse únicamente a un escenario de violencias! En los gobiernos europeos, además de un complejo ideológico, puede más el derecho a hacer negocios que los derechos humanos.
Es cierto que el comportamiento de Hamas debe ser motivo de rechazo. No hay legitimidad alguna que pueda justificar sus cohetes Kazan a sabiendas que con ello provocarán la ira sionista, peor aún la excusa de un bombardeo que cobrará vidas inocentes. No basta con apelar al derecho de resistencia de una población encerrada, embargada, castigada, para dar por bueno una espiral de víctimas civiles. Pero, además, Hamas actúa como expresión de gobiernos árabes que utilizan el conflicto palestino-israelí y más aún el sufrimiento de la población de Gaza para desviar problemas internos y para su diplomacia internacional. Rechazo la acción de Hamas, por el lanzamiento de sus cohetes que apenas llegan a su destino, pero sobre todo por actuar como instrumento manejado por quienes no desean un verdadero proceso de paz.
Pero, culpar a Hamas de cuanto está ocurriendo en Gaza es un claro abuso de tergiversación de los renglones de la historia. Es la potencia ocupante, la misma que está colonizando la palestina histórica utilizando la extrema violencia, la exclusión sistemática y los castigos colectivos, para construir un gran Israel etnicista, la que está bombardeando a la población de forma inmisericorde. Es Israel quien ha desoído 46 recomendaciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Es Israel la que incumple resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el regreso a las fronteras de 1967, el retorno de refugiados palestinos y el estatus de Jerusalén. Es Israel quien ha rechazado la sentencia del Tribunal Internacional de La Haya contra el muro del apartheid con que ha disgregado y aislado a Cisjordania. Alguien dijo que la grandeza reside en la verdad que se sea capaz de soportar. Quienes no señalan la culpabilidad principal en Israel no tienen grandeza alguna.
Pretender que los israelíes son patriotas que se defienden y los palestinos terroristas que agreden es una burda falsificación de la realidad. No es un problema de mera disputa de territorios. Es un problema de potencia ocupante colonizadora contra un pueblo que tiene la mala educación de no renunciar a sus derechos. El asunto es que cuando uno dice estas cosas corre el peligro de que le llamen antisemita. ¿Son antisemitas mis amigos judíos que no son sionistas y están horrorizados por lo que se hace en su nombre? ¿no son acaso semitas los propios árabes? ¿a qué viene esa tendencia judía a adjudicarse en exclusiva la categoría de semitas? No, no se trata de que seamos antisemitas, se trata de la justicia, de la verdad.
¿Qué podemos esperar de matanza de Gaza? ¿Acaso la inauguración de un nuevo proceso de paz? Lamentablemente, si encierras a una población en un campo de concentración como es la franja, si les suprimes el agua y los alimentos, y les cortas la luz; si destruyes sus casas, sus campos de cultivo, sus escuelas, sus centros públicos; si les atacas con bombas que matan a sus seres queridos, a muchos niños y a muchas mujeres; si dejas cientos y cientos de heridos y a muchos los incapacitas de por vida; finalmente quedarán los supervivientes llenos de rabia y de ira. Los supervivientes medio-muertos, medio-vivos. Dispuestos a convertirse en bombas humanas.
Posdata: esta mañana de martes he hablado con internacionalistas también encerrados en Gaza, ellos por pura voluntad, por una solidaridad generosa que llega hasta el riesgo. Sus voces se unen para pedir un boicot internacional a Israel. Y, es que vista la incompetencia de gobiernos y de organismos internacionales, sólo nos queda la esperanza de una ciudadanía universal activa que en Gaza se juega eso que que hemos dado por llamar valores universales.
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