LA REDACCIóN
Fuera de foco de las estrategias de la geopolítica internacional, lejos de los intereses de los poderes políticos y económicos del mundo y ajenas a la atención de los grandes medios de comunicación, existen diversas crisis humanitarias que azotan a pueblos en distintos países del planeta y provocan la muerte, el hambre y el desplazamiento de millones de personas. La organización Médicos Sin Fronteras difundió el pasado 20 de enero un informe sobre las “diez crisis humanitarias más desatendidas de 2008”. Apro reproduce el contenido de dicho informe sobre dos de ellas, las relativas a Somalia y Zimbawe.
Fuera de foco de las estrategias de la geopolítica internacional, lejos de los intereses de los poderes políticos y económicos del mundo y ajenas a la atención de los grandes medios de comunicación, existen diversas crisis humanitarias que azotan a pueblos en distintos países del planeta y provocan la muerte, el hambre y el desplazamiento de millones de personas. La organización Médicos Sin Fronteras difundió el pasado 20 de enero un informe sobre las “diez crisis humanitarias más desatendidas de 2008”. Apro reproduce el contenido de dicho informe sobre dos de ellas, las relativas a Somalia y Zimbawe.
MÉXICO, DF, 23 de enero (apro).- Aunque la ruina de las estructuras estatales hace que las estadísticas sean difíciles de confirmar, Somalia presenta algunos de los peores indicadores de salud del mundo: una de cada diez mujeres muere durante el parto y más de uno de cada cinco niños no llega a cumplir los cinco años. La población somalí ya partía de una situación de lucha por la supervivencia, con poco o nulo acceso incluso a los servicios más básicos, cuando en 2008 quedó expuesta a uno de los peores episodios de violencia registrados en el país en más de diez años.Como consecuencia, en especial en el centro y el sur del país, la situación humanitaria se deteriora cada vez más, sobre todo en lo relativo a los índices de desnutrición infantil. Al impacto de la guerra, además, han venido a unirse los desorbitados precios de los alimentos y una prolongada sequía. Desde que en diciembre de 2006 comenzaron los enfrentamientos entre las fuerzas del gobierno federal de transición, respaldadas por las tropas etíopes, y toda una serie de grupos insurgentes, Naciones Unidas estima que aproximadamente un millón de somalíes puedan haberse visto obligados a huir de sus hogares.Cientos de miles de personas viven hoy en zona de guerra. El recrudecimiento de los combates en una de las zonas más pobladas de Mogadiscio (la ciudad capital) provocó un gran número de heridos civiles, así como el desplazamiento de miles de personas. En la capital, entre enero y noviembre de 2008, Médicos Sin Fronteras (MSF) trató a casi a 2 mil 300 pacientes con heridas por bala y proyectiles de mortero.En Galcayo, ciudad del norte relativamente tranquila en comparación con Mogadiscio, MSF proporcionó atención médica a más de 500 víctimas de la violencia el año pasado. En la carretera entre Mogadiscio y Afgooye, localidad hacia la que muchas personas huyeron de la violencia en la capital, más de 250 mil desplazados sobreviven en terribles condiciones; dependen en su mayoría de la ayuda alimentaria externa, pero ésta es intermitente.Quienes huyen de la violencia, además, deben enfrentarse a la falta de refugio y de atención sanitaria. Desde enero, los equipos de MSF trataron sobre esa carretera a más de 9 mil 500 niños con desnutrición. La población somalí que deja su país corre grandes riesgos, principalmente los que se dirigen al sur, hacia Kenia. En este país, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), se cuentan 200 mil refugiados repartidos en tres campos, a los que recientemente se sumaron 35 mil personas más. Quienes no pueden dirigirse hacia Kenia optan por desplazarse hacia el norte, y muchos arriesgan la vida embarcando en pateras controladas por las mafias de traficantes para cruzar el Golfo de Adén rumbo a Yemen.Según la ONU, más de 43 mil 500 personas --en su mayoría somalíes, pero también etíopes que huyen de la pobreza extrema y la persecución-- intentaron esta travesía en 2008 en condiciones terribles: con más de cien pasajeros hacinados en barcas para apenas 30 o 40 personas. Muchos mueren asfixiados o ahogados antes de alcanzar la orilla. Desde principios de 2008, los equipos de MSF han asistido a más de 8 mil supervivientes en la costa sur de Yemen. A todo ello se suma el flagrante incremento de ataques selectivos (incluyendo asesinatos y secuestros) perpetrados contra trabajadores humanitarios, convirtiendo a Somalia, país con un sinfín de necesidades humanitarias, en un lugar donde resulta prácticamente imposible proporcionar este tipo de asistencia.A principios de 2008, MSF se vio obligada a evacuar a sus 97 trabajadores internacionales después que tres de ellos fueran asesinados en la ciudad portuaria de Kismayo, al sur del país.Apenas unas semanas antes se había producido el secuestro y posterior liberación de otras dos expatriadas de MSF en Bossaso (Puntland), obligando al cierre del proyecto nutricional y sanitario en la ciudad.De nuevo, en agosto, en Mogadiscio, MSF interrumpió sus actividades médicas en una de sus clínicas en la zona de Wardigley/Hodan, debido al recrudecimiento de los combates y la amenaza directa que suponían para pacientes y personal del centro. En estos momentos, MSF no cuenta con personal internacional en Somalia: la vital labor humanitaria de la organización prosigue gracias al personal nacional que continúa gestionando los proyectos.En 2008, MSF siguió trabajando en nueve regiones del país, proporcionando atención primaria de salud, tratamiento contra la desnutrición, atención médica y apoyo a los desplazados, suministro de agua y distribución de artículos de primera necesidad, en un intento por responder a las carencias masivas a las que se enfrenta la población somalí.
Zimbawe: el derrumbe
En Zimbawe, los primeros meses de 2008 estuvieron marcados por el colapso económico y la violencia política. Aunque el país atraviesa una crisis desde hace años, la situación se deterioró hasta alcanzar unos niveles alarmantes, con una inflación desbordada, escasez de artículos de primera necesidad, represión de partidarios de la oposición y restricciones adicionales contra las organizaciones humanitarias al aproximarse las reñidas elecciones de junio. La crisis fue especialmente perturbadora para los 2 millones de personas con VIH/sida que se estima pueda haber en el país. Según Naciones Unidas, debido a la pandemia, la esperanza de vida en Zimbabwe ha caído en picada hasta los 34 años.Como resultado de la crisis, muchas personas sometidas a tratamiento tuvieron que reducir la cantidad y calidad de su alimentación justo cuando más la necesitaban, pues no pudieron costearse los billetes de autobús para acudir a las clínicas o simplemente tenían miedo de salir de casa. MSF asiste a unas 40 mil personas con VIH/sida, la mitad de ellas en tratamiento con antirretrovirales. Cuando los pacientes empezaron a no acudir a sus citas, se temió que pudieran haber abandonado el país, con las graves consecuencias que una interrupción del tratamiento puede tener, en particular el fracaso terapéutico debido al desarrollo de resistencias a los medicamentos.Durante todo el año, cifras alarmantes de personas que siguieron huyendo del país, entre ellos el muy necesario personal sanitario, contribuyó a incrementar la presión sobre un sistema de salud ya al límite.Unos 3 millones de personas han cruzado a Sudáfrica, algo sin precedente para un país que no está en guerra. Cada día, miles de personas cruzan el río Limpopo para llegar la ciudad sudafricana de Musina, exponiéndose a palizas, violaciones o robos a manos de salteadores de caminos. MSF inició un proyecto en la ciudad fronteriza de Beitbridge, del lado zimbabuense, para asistir a los inmigrantes, y del otro lado organizó clínicas móviles para los recién llegados en puntos situados a lo largo de la orilla del Limpopo y en la misma Musina.Una vez en Sudáfrica, muchos tuvieron que esconderse y vivir de forma clandestina para evitar arrestos y deportaciones, al tiempo que las masivas llegadas empezaban a crear malestar en la población local. En mayo de 2008 ciudadanos de Zimbabwe, junto con otros extranjeros, fueron objeto de violentas agresiones xenófobas que provocaron un desplazamiento de más de cien mil personas por toda Sudáfrica. MSF proporcionó asistencia de emergencia a las víctimas de esos incidentes.En agosto pasado, estalló el peor brote de cólera de los últimos años, propagándose con gran rapidez como resultado del derrumbe de las infraestructuras de agua y saneamiento en el país.Cuando el brote centrado en Harare se declaró emergencia nacional a principios de diciembre, MSF ya había tratado a más de 11 mil pacientes; entonces se cloraron fuentes de agua, se desinfectaron casas y se enviaron equipos a zonas rurales.Y a mediados de diciembre pasado se produjeron brotes significativos y particularmente preocupantes, teniendo en cuenta que la estación de lluvias todavía no había comenzado en muchas zonas. MSF alertó que el cólera se propaga más fácilmente durante este periodo del año, de noviembre a marzo, cuando el agua contaminada tiene más probabilidades de verterse en pozos no protegidos.
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