05 mayo 2009
“El virus de la influenza porcino/humana llegó para quedarse”.
Pablo Kuri, mèdico
epidemiólogo de la SSA.
I
El Presidente de Facto, Felipe Calderón, considerado espurio por
millones de sus compatriotas quienes, a contrapelo, consideran
mandatario legítimo a Andrés Manuel López Obrador, debería formular,
si acaso, ciertas preguntas obvias. Urgentemente.
Empero, pensaríase que, dado el caso de que el señor Calderón se
formulare esas interrogantes –suponiendo que que se lo permitieren sus
proverbiales cortedades para aceptar ciertas premisas de la filosofía
y la ciencia--, las respuestas le serían elusivas.
Para muchos mexicanos aquí (a intramuros) y acullá --a extramuros
de México-- esas preguntas no representarían, de hecho, un misterio
causal o secuencial, sino confirmación de presunciones prospectivas
muy bien informadas.
Pero, a todo esto, ¿cuáles son las preguntas que don Felipe debería
formularse pero que, a la luz de la experiencia histórica de sus
conductas públicas como jefe del poder político del Estado mexicano,
temeríase que no se se hará a sí mismo ni a nadie más?
Ésta sospecha acerca de la inexistente inquietud del Presidente de
Facto por ampliar el conocimiento de la realidad con arreglo a
paradigmas de la filosofía y la importancia capital de la ciencia
pudiere ser prejuiciada, pero no lo es. Tiene antecedentes.
Y el antecedente mayor y más importante es que el señor Calderón no
parece haber caído en la cuenta de insoslayables realidades a partir
de la pregunta ¿por qué la influenza es más letal en México que en
otros países?
II
A esa interrogante –“duda, que así llegarás a la verdad”, decía
Bertrand Russell; “confirma siempre tus teorías”, preconizaba Albert
Einstein-- sumaríanse otras, en una ristra larguísima, tal vez
interminable, de ominosos por qués.
¿Ominosos? Por supuesto. Las respuestas a esos por qués
descorrerían los velos que han ocultado durante generaciones la
verdadera condición de desigualdad e injusticia e incluso iniquidad
en la que vive la inmensa mayoría de los mexicanos.
Esa condición desigual, injusta e inicua tiene un emblema: la
pobreza y la miseria, la estratificación de la cultura sociopolítica y
socioeconómica, la explotación rampante de la fuerza productiva del
trabajador y la apropiación inmoral de la riqueza que éste crea.
Esa condición no deviene de albedríos divinos; no es, pues,
consecuencia de la voluntad de poderes metafísicos o esotéricos
antropomorfos que resuelven castigar a los mexicanos con la pobreza,
la miseria, la explotación y la opresión execrable. No.
Es hechura humana. Ningún dios –desde el padre de los profetas
Jesús y Mahoma hasta el muy nuestro, por el raigón originario,
Tezcatlipoca y, ahora, el pastor profético Maradona incluso— nos ha
castigado. Quizá nos castigamos a sí mismos.
Desde 1946 han sido los profetas sexenales priístas los que el
aciago seis de julio de 2000 han creado la condición aberrante que
caracteriza la vida nacional, al asumir la jefatura del poder político
del Estado cierto arúspice llamado Vicente Fox.
III
Esto nos lleva por sopetón dialéctico a otro esclarecido e
inspirado profeta, el señor Calderón y su improbable curiosidad por
saber la verdad científica, satisfecho como parece de ser depositario
de la “verdad verdadera” y superior, la etérea e incorpórea.
Pero la verdad –las respuestas a las interrogantes que es de
temerse que nunca se formularía don Felipe-- es la de que los
mexicanos son muy vulnerables a los virus como el AH1N1 es nuestra
desnutrición crónica y, ergo, nuestras defensas deficientes.
Sábese que el mexicano padece deficiencias inmunológicas y
problemas de salud severos --la pandemia de la diabetes, por
ejemplo-- que caen en ciclos sin fin de crisis. México es el país
con más diabéticos en el mundo. Y el mayor consumidor de azúcar.
Más no sólo eso. La aparición atípica y no estacional del AH1N1
nos pilló impreparados, sin una infraestructura científica ni
tecnológica consecuencia de la estupidez de los profetas sexenales
priístas y panistas en materia de ciencia.
Ello nos ha retrotraído, marginado. El modelo de economía actual en
México es opuesto al desarrollo científico, estancado en lo general,
como detenido también está el desenvolvimiento económico y político
de vena, inspiración y compromiso social.
Ese retroceso en el desarrollo de la economía y el sistema
político orientado a la ciencia y la seguridad para servir a la
sociedad se agudizó con dramatismo ante la incapacidad
infraestructural del régimen de atención médica y abasto de medicinas.
La moraleja que el señor Calderón debiere registrar es que
desarrollar la ciencia y la tecnología propias y ampliar --no
desmantelar (como ocurre con fines privatizadores-- la infraestructura
de seguridad social es de importancia estratégica; es decir, vital.
Esa es la verdadera seguridad nacional.
Ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Pablo Kuri, mèdico
epidemiólogo de la SSA.
I
El Presidente de Facto, Felipe Calderón, considerado espurio por
millones de sus compatriotas quienes, a contrapelo, consideran
mandatario legítimo a Andrés Manuel López Obrador, debería formular,
si acaso, ciertas preguntas obvias. Urgentemente.
Empero, pensaríase que, dado el caso de que el señor Calderón se
formulare esas interrogantes –suponiendo que que se lo permitieren sus
proverbiales cortedades para aceptar ciertas premisas de la filosofía
y la ciencia--, las respuestas le serían elusivas.
Para muchos mexicanos aquí (a intramuros) y acullá --a extramuros
de México-- esas preguntas no representarían, de hecho, un misterio
causal o secuencial, sino confirmación de presunciones prospectivas
muy bien informadas.
Pero, a todo esto, ¿cuáles son las preguntas que don Felipe debería
formularse pero que, a la luz de la experiencia histórica de sus
conductas públicas como jefe del poder político del Estado mexicano,
temeríase que no se se hará a sí mismo ni a nadie más?
Ésta sospecha acerca de la inexistente inquietud del Presidente de
Facto por ampliar el conocimiento de la realidad con arreglo a
paradigmas de la filosofía y la importancia capital de la ciencia
pudiere ser prejuiciada, pero no lo es. Tiene antecedentes.
Y el antecedente mayor y más importante es que el señor Calderón no
parece haber caído en la cuenta de insoslayables realidades a partir
de la pregunta ¿por qué la influenza es más letal en México que en
otros países?
II
A esa interrogante –“duda, que así llegarás a la verdad”, decía
Bertrand Russell; “confirma siempre tus teorías”, preconizaba Albert
Einstein-- sumaríanse otras, en una ristra larguísima, tal vez
interminable, de ominosos por qués.
¿Ominosos? Por supuesto. Las respuestas a esos por qués
descorrerían los velos que han ocultado durante generaciones la
verdadera condición de desigualdad e injusticia e incluso iniquidad
en la que vive la inmensa mayoría de los mexicanos.
Esa condición desigual, injusta e inicua tiene un emblema: la
pobreza y la miseria, la estratificación de la cultura sociopolítica y
socioeconómica, la explotación rampante de la fuerza productiva del
trabajador y la apropiación inmoral de la riqueza que éste crea.
Esa condición no deviene de albedríos divinos; no es, pues,
consecuencia de la voluntad de poderes metafísicos o esotéricos
antropomorfos que resuelven castigar a los mexicanos con la pobreza,
la miseria, la explotación y la opresión execrable. No.
Es hechura humana. Ningún dios –desde el padre de los profetas
Jesús y Mahoma hasta el muy nuestro, por el raigón originario,
Tezcatlipoca y, ahora, el pastor profético Maradona incluso— nos ha
castigado. Quizá nos castigamos a sí mismos.
Desde 1946 han sido los profetas sexenales priístas los que el
aciago seis de julio de 2000 han creado la condición aberrante que
caracteriza la vida nacional, al asumir la jefatura del poder político
del Estado cierto arúspice llamado Vicente Fox.
III
Esto nos lleva por sopetón dialéctico a otro esclarecido e
inspirado profeta, el señor Calderón y su improbable curiosidad por
saber la verdad científica, satisfecho como parece de ser depositario
de la “verdad verdadera” y superior, la etérea e incorpórea.
Pero la verdad –las respuestas a las interrogantes que es de
temerse que nunca se formularía don Felipe-- es la de que los
mexicanos son muy vulnerables a los virus como el AH1N1 es nuestra
desnutrición crónica y, ergo, nuestras defensas deficientes.
Sábese que el mexicano padece deficiencias inmunológicas y
problemas de salud severos --la pandemia de la diabetes, por
ejemplo-- que caen en ciclos sin fin de crisis. México es el país
con más diabéticos en el mundo. Y el mayor consumidor de azúcar.
Más no sólo eso. La aparición atípica y no estacional del AH1N1
nos pilló impreparados, sin una infraestructura científica ni
tecnológica consecuencia de la estupidez de los profetas sexenales
priístas y panistas en materia de ciencia.
Ello nos ha retrotraído, marginado. El modelo de economía actual en
México es opuesto al desarrollo científico, estancado en lo general,
como detenido también está el desenvolvimiento económico y político
de vena, inspiración y compromiso social.
Ese retroceso en el desarrollo de la economía y el sistema
político orientado a la ciencia y la seguridad para servir a la
sociedad se agudizó con dramatismo ante la incapacidad
infraestructural del régimen de atención médica y abasto de medicinas.
La moraleja que el señor Calderón debiere registrar es que
desarrollar la ciencia y la tecnología propias y ampliar --no
desmantelar (como ocurre con fines privatizadores-- la infraestructura
de seguridad social es de importancia estratégica; es decir, vital.
Esa es la verdadera seguridad nacional.
Ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Arúspice: vidente, adivino. Sacerdote que en la antigua Roma
examinaba las entrañas de las vìctimas para formular presagios.
Iniquidad: ignomia, perversidad, arbitrariedad, abuso, inmoralidad, infamia, monstruosidad.
Infraestructural: relativo a infraestructura. En economía, conjunto de elementos o servicios que se consideran necesarios para la creación y funcionamiento de una organización cualquiera, sea ésta un Estado o país o una empresa.
Ristra: ringlada, hilera, fila.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario