La ofensiva semiótica burguesa incluso con bases militares
Fernando Buen Abad Domínguez
La ideología de la clase dominante es la ideología predominante en la producción simbólica.
Ni siquiera la acumulación irracional de medios es tan peligrosa como la acumulación burguesa de los signos. Desde que el capitalismo instauró su modo de producción simbólica, e impuso la “propiedad privada” de los signos, inyectó su patología de clase en los universos de las ideas y de las costumbres. En Latinoamérica los logros del latifundismo semiótico capitalista siguen usándose como expresión del caciquismo mass media, que son parte de la estructura de poder necesaria a los empresarios, banqueros y terratenientes asociados con las mafias burocráticas. Si los signos de la clase dominante son los signos dominantes en una época entonces la mentalidad burguesa, vuelta ofensiva semiótica, es el opio del pueblo. Peor, aun, si sus fuentes tácticas se asientan en intereses y tácticas de belicismo rentable. En ésta ensalada monstruosa, fabricante de tóxicos alienantes y secuestros semióticos, nunca ha faltado el ingrediente servil de las cúpulas de Iglesia Católica dispuestas, de manera voluntarista, a servir como garante del latifundismo semiótico para la explotación extrema de la clase trabajadora. Su signo más rentable es el signo de la cruz que bendice el saqueo de la riqueza natural, el hurto de la riqueza de la mano de obra y el sometimiento de la riqueza de la conciencia, de la imaginación y de la creatividad. El signo de la cruz comprado por el signo del dinero. Ninguno de los monopolios, o “latifundios mediáticos”, que reinan a sus anchas la impunidad de su clase, tendrían valor estratégico de púlpito burgués si no hubiesen convertido su valor semiótico en un valor de cambio.
El carácter opiáceo de los mass media burgueses y el daño psicosocial
No desvincular la Semiótica de la Filosofía. La lucha contra los latifundios semióticos reclama una Semiótica de combate capaz de transparentar y desmontar, a la vista de los pueblos, (y al lado de ellos) las matrices ideológicas de la ofensiva burguesa y su propagandística mercantil disfrazada de “publicidad”. La lucha debe ser capaz de impulsar una guerra abierta –cueste lo que cueste- contra los valores burgueses infiltrados en la vida misma con ética y la estética capitalista que fabrica en lo cotidiano, con obscenidad voluptuosa, ídolos mercantiles, modelos alienantes, mansedumbre por miedo y deshumanización aguda.
La lucha contra los latifundios semióticos, es decir la lucha de una semiótica socialista para la transformación y no sólo para la explicación, debe evidenciar, denunciar e inmovilizar hasta los movimientos tácticos y estratégicos más sutiles de la “Guerra de IV Generación”. Debe identificar los movimientos subyacentes y los movimientos evidentes... debe echar luz sobre las sombras sintácticas donde se esconden los arsenales semánticos burgueses... en las casas, en las escuelas, en las oficinas, en las iglesias... en las camas, en las sobremesas, en los hábitos y en las costumbres, en las tradiciones y en las instituciones... impuestas por los poderosos para que les compremos todas sus mercancías y sus modos de vida y nos sintamos beneficiados y agradecidos eternamente.
La lucha contra los latifundios semióticos requiere de la Crítica Semiótica científica contra la cultura burguesa y para eso es necesario organizar las armas de esa crítica y la crítica de esas armas no sólo para “analizar” sino para transformar el desorden comunicacional reinante en una revolución comunicacional y cultural del Hombre Nuevo. Sin reverencias dogmáticas con los “especialistas” y sin despreciar sus mejores aportes.
Para triunfar en un combate tan asimétrico (por ahora) se requieren cuadros y batallones de científicos formados (y sobre todo) formando una semiótica emancipada, ella misma, de la palabrería oscurantista que la inutiliza. Emancipada de las pedanterías academicistas. Emancipada de su servidumbre de clase a los pies del reino de la publicidad que la financia. Emancipada de los estereotipos ideológicos del “empirismo” y del “criticismo”.... del positivismo a la gringa, del estructuralismo de sectas, del funcionalismo de farándula... necesitamos una Semiótica contra la alienación capitalista, Semiótica de combate, y capaz de construir el socialismo.
¿La jerga semiológica es una payasada o es un escondite o es un fracaso, o qué es? Será trabajo de esos batallones de combatientes semióticos, con mucha más creatividad, recursos y tiempo, el que logre generar nuestra Semiótica nueva sin jergas terminológicas inexpugnables, sin oscurantismo ilustrado... para lograr convertirla el herramienta de construcción sobre el escenario mundial de la “Guerra de IV Generación” , del Terrorismo Mediático y de la revolución simbólica permanente. Aprovechar la fortaleza de la Semiótica atada a la Filosofía emancipadora siempre, para explorar de manera rigurosa, socialista y científica, la denotación y la connotación; el mensaje y el texto; lo referido y lo referente... para aportar líneas de acción en la revolución cultural que la humanidad prepara históricamente.
El oscuro significado del significado militarista
Contra el latifundismo semiótico nosotros requerimos batallones de semiólogos en plena acción ¡YA!. No arropados en burocracias de élite universitaria, no arropados en investigaciones decorativas, no en brazos del Morfeo de las becas o de los premios. Se los requiere en las calles, en los sindicatos, al lado de la clase trabajadora. Sobre todo, necesitamos un movimiento popular, campesino y obrero, capaz de convertirse en batallón de Semiótica Revolucionaria animada al calor de la revolución socialista mundial y permanente.
Hoy lo concreto, y urgente, es comprender el significado criminal, y todas sus formas simbólicas, de la militarización capitalista mundial (y la Guerra de IV Generación) que el imperio ha desatado contra todos los pueblos. En especial contra los pueblos democráticos de América Latina y en especial contra Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia... Honduras, Nicaragua, Argentina... Es de extrema importancia encender todas las alarmas. La ofensiva semiótica ha comenzado en los labios de las señoritas y los señoritos que leen noticias desde CNN con el consenso del Pentágono y de Miami. La ofensiva semiótica avanza enmascarada en las bocas de los lebreles llamados “periodistas”, entre ellos los desmañanados y los trasnochados. La ofensiva avanza en las escuelas de formación militar y en las de formación bancaria. En el odio contra los trabajadores acunado por los terratenientes que ya se preparan, de nuevo y de la mano de los industriales, ensayando tácticas y ofensivas de propaganda amedrentadora. Ellos se reúnen estratégicamente, ellos firman, a la sombra y a peno sol, acuerdos, apoyos, créditos y subvenciones para mercenarios, paramilitares y soldados regulares especializados en su semiótica de lo macabro. Ya se anuncian en Colombia los vientos de una ofensiva que adelanta sus piezas mass media contra el espíritu socialista que recorre el mundo. Ellos ajustan sus líneas y reordenan sus ofensivas. Está claro, clarísimo. ¿Y nosotros?
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