María Teresa Jardí
Mientras el PAN, en la época de Fox, se aliaba con el grupo elegido de narcotraficantes, golpeando a los otros, lo que ha traído la violencia que se vive de manera atroz en Michoacán o Chihuahua. Violencia generalizada por estos días evidenciada también en Cancún. Violencia con la que se ha ido destruyendo la posibilidad en México de vida civilizada. Con Fox a la cabeza, quien ya empieza a fingirse loco porque ya siente pasos en su azotea. A fin de cuentas la apuesta calderonista a hacer estallar el país para garantizarse la impunidad que ni el PRI ni menos AMLO les garantizan ante la magnitud de crímenes cometidos a lo largo de 12 años de atroz desgobierno.
Con Fox, como inexistente cabeza, se anticipó la muerte de los niños aquí en el instante mismo en que se tomó la decisión de convertir en negocio familiar la subrogación de las guarderías, con el riesgo, incluso de muerte, para los infantes, que entrañaba convertir en negocio de amigos y familiares uno de los servicios que, por ser derecho de los trabajadores y por prestarse a material tan vulnerable, jamás debió ser convertido en negocio de nadie.
Pero el homicidio en el caso de los niños de la guardería ABC, como la ejecución, cotidiana e impune, de personas, en México ha quedado convertida en otra forma de muerte natural, por la Corte. De eso trata el atrasar la resolución, de lo que no necesita más demostración que los hechos. Y el atraso lo que busca es que los padres y la sociedad olviden el crimen atroz.
Homicidio doloso, con todas las agravantes, es lo ocurrido en Hermosillo, Sonora.
Y no sé, igual de nebulosas son para mí las declaraciones de los padres confiando en la Corte como impartidora de justicia, como la lucha de las ONGs para que se cancele el fuero militar, a pesar de la evidencia de que nada garantiza de manera absoluta y total la impunidad como el que la PGR atraiga un caso. Cuando el inútil desgaste impide el que todos los actores sociales se aboquen a la necesaria lucha por la refundación de la república. La que necesariamente pasa como inicio en el hacer funcionar el puñado de las más elementalmente primarias instituciones del país.
Quiero creer que los padres lo saben, o al menos lo intuyen, y que la sociedad mexicana también está conciente. Pero que en aras de llegar a las instituciones internacionales que tienen claro que en los estados de Derecho es impensable el que se puedan convertir en negocio de los parientes de los que mandan las guarderías donde los padres trabajadores tienen el derecho de llevar a sus hijos, exigen, como última medida en el doloroso camino para llegar a las instancias internacionales, la intervención de la Corte, a sabiendas de que no va a resolver.
La gravedad en el caso de las guarderías es extrema, no sólo por la horrible muerte a los niños causada y más aún saltando a la vista lo fácilmente prevenible que era la misma. No sólo por el atroz abuso de poder combinado con una gran negligencia. Es la gravísima evidencia de cómo los espacios públicos se han ido convirtiendo en negocios personales para los que detentan en México el poder.
En cualquier lugar del mundo, sin llegar a la Corte, ya estarían presos Santiago Levy y Molinar Horcasitas. Pero aquí al primero se le maneja como posible sucesor de Carstens en Hacienda y el segundo aparece ya como uno de los posibles candidatos del PAN a la Presidencia.
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