Por María Teresa Jardí
Con la observación del buen trato o mal trato a los animales, a los menores de edad y a las personas en situaciones vulnerables, se puede determinar, en parte, creo, la civilidad o la incivilidad de los pueblos, que no de los países, cuando incluimos a sus gobiernos. Los pueblos en general son admirables aunque vayan adquiriendo malas actitudes, producto de sus malos gobiernos.
Como un ejemplo, que no el único, de buen trato a los animales, podríamos poner a Inglaterra, aunque sin olvidar lo de la caza de la zorra, y, sin embargo, como ejemplo de la perversidad de la corona inglesa queda para la historia su participación en la ocupación a Irak, además mintiendo.
En Canadá se trata bien a las personas y se asesina a golpes a las focas recién nacidas para usar en abrigos sus pieles blancas, blanquísimas. En la Península Ibérica se hacen esfuerzos para impulsar el buen trato a las mascotas, mientras se promueve de mil formas la no desaparición de las especies en vías de extinción y no por eso la fiesta brava deja de parte de la cultura. Y si pasamos a Francia el trato impecable para los animales se torna en siniestro para los argelinos.
Y en general creo que se puede decir que el trato a los migrantes va siendo cada vez peor en todos los países del mundo.
Pero en México la dictadura encabezada por Fecal como cabeza visible, aunque mande la maestra a la que le debe, en parte, la llegada al poder Felipillo, está dispuesta a disputar el primer lugar en todas las aberraciones que se cometan y que puedan llegar a cometer en el mundo.
Baste como ejemplo la creación de una policía sexualmente violadora. Tenía que ser. Se empieza nombrando amigos de pederastas como funcionarios públicos, a pesar de haber sido públicamente vinculados con sujetos acusados de esas bajezas y se sigue, como consecuencia de lo anterior, por tomarse la foto con el "góber precioso" y se acaba por dar el visto bueno a una policía pervertida sexual que es lo más aterrador que a un país le puede ocurrir.
"Teresa García Tiu, guatemalteca de 25 años y quien permanece hospitalizada, explicó que más de 500 migrantes centroamericanos se dieron cita el viernes en el poblado de Arriaga, para abordar el convoy que los llevaría hasta la Ciudad de México. Nos subimos y como a una hora de haber arrancado, cerca del Chauite, entre Chiapas y Oaxaca, el tren se paró de repente. En las dos orillas de la vía cientos de policías con armas gritaban que nos bajáramos. La guatemalteca de 25 años detalló que los centroamericanos empezaron a aventarse desde los techos de los vagones. "Todos corrían lo más lejos posible, porque los policías los golpeaban para subirlos a las camionetas. Yo me resbalé y caí, pasaron sobre mí y entonces perdí el conocimiento. En el ferrocarril iban mujeres y niños; "una salvadoreña estaba embarazada como de cinco meses, alcancé a ver que la jalaban y la golpeaban para poder detenerla, fue muy violento, había muchos gritos".
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