¿Por qué se permitió el show Ahumada?
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Un nuevo, pero nada despreciable actor en el juego de las intrigas en torno a Carlos Ahumada, se apuntó ayer en la lista de protagonistas. Se trata de José Guadalupe Carrera, presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF).
Descubierta la jugarreta que permitió la salida del hombre -que según datos de la Procuraduría General de Justicia de la capital cobro dinero de los impuestos que paga la gente hasta en dos ocasiones por obras que no concluyó o que, de plano, no realizó-, la instancia de justicia trata de explicar por qué hubo cambio en el juzgador que llevaba el caso.
Como se recordará, el juez Alberto Rubalcava recibió el caso apenas hace tres meses. En ese tiempo, como ya se había consignado en este espacio, se leyó nada más ni nada menos que 153 tomos, que contienen 76 mil 500 fojas, de que consta el caso Ahumada, y luego dictó la sentencia absolutoria.
Dado que ni en el Libro Guines se creyó tal hazaña, el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal puso a circular un boletín en el que trata de explicar el porqué de lo que parece no tener explicación creíble.
Entonces, para justificar la sustitución de un juez descuartizan a Manuel Horacio Cavazos López, quien tenía en sus manos el caso, dice el comunicado oficial. Este juez, Cavazos López, era o es un flojo, pues tenía rezago en "instrucción y archivo", pero no sólo eso: también tiene juegan en su contra 63 movimientos de personal y se habla de mala actuación en relación con los empleados a su cargo, razones suficientes para que el pleno del Consejo de la Judicatura lo sacara del caso.
Y para que quedara claro que en ese espacio tenía y debía estar un hombre probo, como corresponde a un juez, se les ocurrió designar a Alberto Rubalcava, quien tiene en su historial como juzgador un saco lleno de quejas en su contra.
A la fecha, Rubalcava ha sido denunciado en 18 ocasiones y ha estado en tres juzgados diferentes (57, 66 y, ahora, en el 12). Desde luego, como a Carlos Ahumada casi nunca se le pudo probar nada, no obstante pesa sobre él un "apercibimiento" y una queja por negligencia que acaba de interponer el abogado defensor, Víctor Fajardo.
Como puede mirarse claramente, si se compara a un juez con otro las diferencias no serían sustanciales a primera vista. Es tan malo el giro como el colorado. La diferencia sería, entonces, que Cavazos López tenía pleno conocimiento del asunto y Rubalcava debería informarse a fondo sobre el caso -extenso y difícil-, al parecer en un tiempo récord.
Por eso el TSJDF asegura que el veredicto fue "resultado del análisis de las pruebas que obran en el expediente", es decir, no sólo de la lectura de las 76 mil 500 fojas, sino también de su análisis, cuestión que deberá tener en cuenta el Libro Guines para inscribir al juzgador en su memoria de lo extraordinario.
Total, en manos de esos señores, cuya actuación ya se ha descrito -y jefe es Carrera Rivera-, esta la justicia en la capital del país. Ni modo.
Cosas del show
Una de las posibilidades que tenía la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal para evitar el show mediático que protagonizó Ahumada a la salida del reclusorio era que allí mismo, dentro de la cárcel, se le hubiera detenido para ser trasladado ante el agente del Ministerio Público correspondiente, sin que mediara el escándalo. Entonces la pregunta sigue en pie: ¿Por qué el procurador, que sabe necesariamente estos detalles, decidió que el show debería continuar?
Y la última. En la lista de deudores que tiene Carlos Ahumada, más que perredistas hay políticos azules, y el manipulador empresario de origen argentino ya empezó a cobrarles. Ojalá los videograbe, aunque sea por vicio.
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