De no mediar ninguna modificación de último momento, el ex jefe del gobierno español José María Aznar será agasajado esta noche con una cena de honor en la sede del Partido Acción Nacional (PAN). Su anfitrión será el líder del blanquiazul, Manuel Espino, quien también preside la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA). Esta vez, el Caballerito de hierro -como en una ocasión lo llamara el presidente de Cuba, Fidel Castro- no viene a hacer propaganda en favor del PAN ni a inmiscuirse en el proceso electoral mexicano, sino a seguir cobrando favores. De paso, buscará legitimar ante la ultraderecha mundial al gobierno espurio de Felipe Calderón y delinear con el yunquista Espino y su equipo, afines a la ideología conservadora del Partido Popular español, el plan de acción de la ODCA anunciado aquí en abril pasado, que tiene entre sus objetivos principales derrotar al "socialismo del siglo XXI" promovido por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y desestabilizar a Cuba, alentando el surgimiento de una contrarrevolución, los dos puntos clave de la agenda latinoamericana de la secretaria de Estado estadunidense, Condoleezza Rice.
Entre las actividades que tiene programadas Aznar figura la presentación del libelo propagandístico América Latina: una agenda de libertad, patrocinado por la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, laboratorio de ideas neoliberales que él mismo preside en Madrid. Durante su presentación en Filadelfia, en abril pasado, en el contexto de la reunión anual de la ultraconservadora Fundación Heritage, un "tanque pensante" del Partido Republi-cano, Aznar definió América Latina como "parte esencial de Occidente", y dijo que Estados Unidos, Europa y las "democracias" latinoamericanas no pueden permitirse el lujo de dejarla en manos de "regímenes totalitarios". Discípulo y heredero del falangismo y el franquismo, Aznar, quien ha intentado disimular su extremismo derechoso poniéndose la careta de demócrata centrista y humanista -la misma que en su momento esgrimió Vicente Fox y buscan colocarse ahora el PAN y Calderón-, abogó por un estrechamiento en los lazos de Estados Unidos con los países del subcontinente y se pronunció por el establecimiento de una "zona atlántica de prosperidad" entre las Américas y Europa.
No es ningún secreto que detrás de la nueva cruzada aznarista y de Vicente Quijote Fox -por aquello que el locuaz ex presidente de México expresó ante el Parlamento Europeo a comienzos de año, que tomará su caballo y seguirá cabalgando contra los "populismos" latinoamericanos- se encuentran organizaciones anticastristas de Miami y grupos de la ultraderecha estadunidense financiados por el Instituto Republicano Internacional y la National Endowment for Democracy, así como la Unión Demócrata Cristiana alemana (CDU), la Internacional Demócrata de Centro, el Partido Popular Europeo y la Fundación Konrad Adenauer, que naciera en 1956 como un instrumento de la guerra fría bajo el impulso de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Todos actúan como embajadores ex oficio de la diplomacia de guerra de Washington.
Tal es, sin duda, el papel subordinado y obsecuente del españolito Aznar, cuya lealtad inquebrantable al sistema imperial quedó exhibida en abril de 2002, cuando, por conducto del embajador español en Caracas, Manuel Viturro de la Torre, antiguo matón policial de Francisco Franco, apoyó el golpe de Estado patrocinado por Estados Unidos contra Hugo Chávez, que convirtiera a su amigo Pedro Carmona, El breve, en dictador por un día en Venezuela. Actitud refrendada luego en las Azores, cuando junto con otro perrito faldero del imperio, el británico Tony Blair, en contra de la opinión mayoritaria de la ciudadanía española, sirviera de "patiño" de George W. Bush en el lanzamiento de la guerra ilegal y genocida contra Irak, convertida hoy en sangriento polvorín y en un callejón sin salida para la Casa Blanca y el Pentágono. Aventura bélica en la cual Aznar quiso involucrar a México, cuando llegó al país como emisario de Bush en un intento fallido por lograr el voto mexicano en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Comprobados son, también, los nexos de Aznar, Fox, la nueva derecha europea y la Konrad Adenauer con la Fundación Nacional Cubano Americana y otros grupos contrarrevolucionarios de Miami subsidiados por Washington, a los que el panista Manuel Espino les debe la presidencia de la ODCA. Cabe recordar que cuando el 26 de enero pasado se inauguró aquí la sede de la ODCA -con la presencia indebida del presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y obispo de Texcoco, Carlos Aguiar Retes-, una de las figuras más destacadas fue el anticastrista Marcelino Miyares Sotolongo, primer vicepresidente de la organización. Fue precisamente con él y otros dirigentes del exilio cubano de Florida que el 19 de agosto de 2006 se reunió Espino en Miami y selló una santa alianza. A cambio del respaldo de la gusanera para acceder a la presidencia de la ODCA, Espino se comprometió a impulsar el "proceso de democratización" en América Latina, "amenazado por el eje castro-chavista". Según una crónica difundida en la página web www.pdc-cuba.org, del Partido Demócrata Cristiano de Cuba -con oficinas en Miami y Panamá y sin presencia en la isla-, el "megaproyecto" de Espino involucra directamente al Partido Popular español, a la CDU de Alemania y a la fundación Konrad Adenauer. Fue el propio Miyares quien elevó a Felipe Calderón a "modelo" para la derecha latinoamericana, lo que sin duda refrendará ahora aquí, por encomienda de Washington, el caballerito Aznar. ¡Dios los cría y ellos se juntan!
Entre las actividades que tiene programadas Aznar figura la presentación del libelo propagandístico América Latina: una agenda de libertad, patrocinado por la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, laboratorio de ideas neoliberales que él mismo preside en Madrid. Durante su presentación en Filadelfia, en abril pasado, en el contexto de la reunión anual de la ultraconservadora Fundación Heritage, un "tanque pensante" del Partido Republi-cano, Aznar definió América Latina como "parte esencial de Occidente", y dijo que Estados Unidos, Europa y las "democracias" latinoamericanas no pueden permitirse el lujo de dejarla en manos de "regímenes totalitarios". Discípulo y heredero del falangismo y el franquismo, Aznar, quien ha intentado disimular su extremismo derechoso poniéndose la careta de demócrata centrista y humanista -la misma que en su momento esgrimió Vicente Fox y buscan colocarse ahora el PAN y Calderón-, abogó por un estrechamiento en los lazos de Estados Unidos con los países del subcontinente y se pronunció por el establecimiento de una "zona atlántica de prosperidad" entre las Américas y Europa.
No es ningún secreto que detrás de la nueva cruzada aznarista y de Vicente Quijote Fox -por aquello que el locuaz ex presidente de México expresó ante el Parlamento Europeo a comienzos de año, que tomará su caballo y seguirá cabalgando contra los "populismos" latinoamericanos- se encuentran organizaciones anticastristas de Miami y grupos de la ultraderecha estadunidense financiados por el Instituto Republicano Internacional y la National Endowment for Democracy, así como la Unión Demócrata Cristiana alemana (CDU), la Internacional Demócrata de Centro, el Partido Popular Europeo y la Fundación Konrad Adenauer, que naciera en 1956 como un instrumento de la guerra fría bajo el impulso de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Todos actúan como embajadores ex oficio de la diplomacia de guerra de Washington.
Tal es, sin duda, el papel subordinado y obsecuente del españolito Aznar, cuya lealtad inquebrantable al sistema imperial quedó exhibida en abril de 2002, cuando, por conducto del embajador español en Caracas, Manuel Viturro de la Torre, antiguo matón policial de Francisco Franco, apoyó el golpe de Estado patrocinado por Estados Unidos contra Hugo Chávez, que convirtiera a su amigo Pedro Carmona, El breve, en dictador por un día en Venezuela. Actitud refrendada luego en las Azores, cuando junto con otro perrito faldero del imperio, el británico Tony Blair, en contra de la opinión mayoritaria de la ciudadanía española, sirviera de "patiño" de George W. Bush en el lanzamiento de la guerra ilegal y genocida contra Irak, convertida hoy en sangriento polvorín y en un callejón sin salida para la Casa Blanca y el Pentágono. Aventura bélica en la cual Aznar quiso involucrar a México, cuando llegó al país como emisario de Bush en un intento fallido por lograr el voto mexicano en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Comprobados son, también, los nexos de Aznar, Fox, la nueva derecha europea y la Konrad Adenauer con la Fundación Nacional Cubano Americana y otros grupos contrarrevolucionarios de Miami subsidiados por Washington, a los que el panista Manuel Espino les debe la presidencia de la ODCA. Cabe recordar que cuando el 26 de enero pasado se inauguró aquí la sede de la ODCA -con la presencia indebida del presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y obispo de Texcoco, Carlos Aguiar Retes-, una de las figuras más destacadas fue el anticastrista Marcelino Miyares Sotolongo, primer vicepresidente de la organización. Fue precisamente con él y otros dirigentes del exilio cubano de Florida que el 19 de agosto de 2006 se reunió Espino en Miami y selló una santa alianza. A cambio del respaldo de la gusanera para acceder a la presidencia de la ODCA, Espino se comprometió a impulsar el "proceso de democratización" en América Latina, "amenazado por el eje castro-chavista". Según una crónica difundida en la página web www.pdc-cuba.org, del Partido Demócrata Cristiano de Cuba -con oficinas en Miami y Panamá y sin presencia en la isla-, el "megaproyecto" de Espino involucra directamente al Partido Popular español, a la CDU de Alemania y a la fundación Konrad Adenauer. Fue el propio Miyares quien elevó a Felipe Calderón a "modelo" para la derecha latinoamericana, lo que sin duda refrendará ahora aquí, por encomienda de Washington, el caballerito Aznar. ¡Dios los cría y ellos se juntan!
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