Para nadie, o para muy pocos, pero muy pocos, debe ser fácil admitir sus relaciones, cualquiera que esas hubieran sido, con Carlos Ahumada. Todo lo que de ese nombre proviene huele a podrido, a corrupción. Más allá de los videos, que sirvieron también para desnudar una buena parte de las actividades que lo llevaron a la cárcel, se muestra ahora la agenda donde se puede mirar hacia la cotidianidad de aquel al que llamaron "preso político".
Es necesario aclarar que la agenda donde se describen algunos de los movimientos del sobornador, no es ni con mucho la parte más oscura de las actividades de Carlos Ahumada. La agenda 2003 que tiene en su poder La Jornada es la que llevaba su secretaria; por tanto, podríamos decir, no era un documento restringido. Muy seguramente los más grandes y graves secretos tenían algún otro registro.
No obstante, hay datos que parecen de mayor importancia si se ligan entre sí. Por ejemplo, el miércoles 2 de julio de 2003, Ahumada pidió hablar con Luis Eduardo Zuno Chavira, ex delegado en Alvaro Obregón, y dos días después, el 4, precedido de un OK marcado sobre el momento del día: las 15 horas, se apuntó en la agenda: "$500000, Luis Zuno".
Ese mismo día, el ex delegado fue aprehendido por las autoridades en el aeropuerto de Toluca, estado de México, por contrabandear armas, y el día 7, es decir, tres días más tarde, con la clave de registro que se le asignó en la agenda (GPV 22), Zuno Chavira debió haber recibido otros 150 mil, y el 9, otros 500 mil. Después de esa fecha, Zuno desaparece.
Pero no todo era la cosa política, aunque sí apareciera como la más importante en su negocios. Por ejemplo, muy temprano en la agenda aparece el nombre de Lily, a quien se le mandaban arreglos florales y joyas que provenían de la afamada joyería Perylongue, a la que en septiembre de ese mismo año le envió, según la agenda, 160 mil dólares para cubrir algunos gastos.
Para los malos ratos, y para obsequiar a sus amigos, seguramente, Ahumada tenía un recurso, el vino, el buen vino. El 23 de abril degustó o envió, no se consigna en el documento, dos botellas de Petruss, el vino más caro del mundo, cosecha 1993; pero no era todo, al día siguiente pagó con un cheque de caja, otras cinco botellas, nada más que esta vez la cosecha pedida fue 1997. Es necesario aclarar que en aquel entonces cada botella costaba 15 mil 90 pesos cada una.
Esa parecía una parte de su faceta menos sometida a las presiones de lo político, porque la primera página de la agenda que hemos comentado tiene, como ya se ha dicho en los escritos firmados por los reporteros Gabriela Romero y Agustín Salgado en este diario, un registro en clave de cuando menos 60 personas que recibían, de diversas formas, dinero del sobornador.
Y allí está, aparentemente, el nombre del juez que lo liberó. De confirmarse la posibilidad de que Ahumada y el juez Rubalcava tuvieran nexos anteriores al juicio, el sistema de justicia del Tribunal Superior del DF estaría en graves aprietos y con él, desde luego, la Procuraduría General de Justicia capitalina.
Esto porque la agenda siempre estuvo en manos de los fiscales, quienes debieron haber investigado la coincidencia en los nombres, ya que de tratarse del mismo individuo, deberían haber pedido, cuando menos, que el juez se excusara de llevar el caso, de lo contrario habrían caído en una omisión imperdonable que podría llevar a que el juicio se declare nulo.
De la misma forma tendría que investigarse, a fondo, por qué el presidente de la Judicatura le asignó el caso. El asunto es de fondo.
De pasadita
Marcelo Ebrard ya escogió el tema y al adversario. Retó a Felipe Calderón a debatir sobre el caso de las marchas en la ciudad de México, así que no nos queda más que proponer que tal evento, en caso de realizarse, sea en el mero Zócalo. Sería un banquete. Tres noticias de sopetón: la primera sería la tan ansiada por los locutores azules que demandan ver a Ebrard y Calderón juntos; la segunda sería que Calderón por fin estuviera en un acto público y abierto, y la tercera lo que de ese debate saliera. Así que nada más nos queda esperar la fecha, porque nosotros recordamos por ahí alguna declaración de alguien que decía que él "no se raja". ¿Será?
Es necesario aclarar que la agenda donde se describen algunos de los movimientos del sobornador, no es ni con mucho la parte más oscura de las actividades de Carlos Ahumada. La agenda 2003 que tiene en su poder La Jornada es la que llevaba su secretaria; por tanto, podríamos decir, no era un documento restringido. Muy seguramente los más grandes y graves secretos tenían algún otro registro.
No obstante, hay datos que parecen de mayor importancia si se ligan entre sí. Por ejemplo, el miércoles 2 de julio de 2003, Ahumada pidió hablar con Luis Eduardo Zuno Chavira, ex delegado en Alvaro Obregón, y dos días después, el 4, precedido de un OK marcado sobre el momento del día: las 15 horas, se apuntó en la agenda: "$500000, Luis Zuno".
Ese mismo día, el ex delegado fue aprehendido por las autoridades en el aeropuerto de Toluca, estado de México, por contrabandear armas, y el día 7, es decir, tres días más tarde, con la clave de registro que se le asignó en la agenda (GPV 22), Zuno Chavira debió haber recibido otros 150 mil, y el 9, otros 500 mil. Después de esa fecha, Zuno desaparece.
Pero no todo era la cosa política, aunque sí apareciera como la más importante en su negocios. Por ejemplo, muy temprano en la agenda aparece el nombre de Lily, a quien se le mandaban arreglos florales y joyas que provenían de la afamada joyería Perylongue, a la que en septiembre de ese mismo año le envió, según la agenda, 160 mil dólares para cubrir algunos gastos.
Para los malos ratos, y para obsequiar a sus amigos, seguramente, Ahumada tenía un recurso, el vino, el buen vino. El 23 de abril degustó o envió, no se consigna en el documento, dos botellas de Petruss, el vino más caro del mundo, cosecha 1993; pero no era todo, al día siguiente pagó con un cheque de caja, otras cinco botellas, nada más que esta vez la cosecha pedida fue 1997. Es necesario aclarar que en aquel entonces cada botella costaba 15 mil 90 pesos cada una.
Esa parecía una parte de su faceta menos sometida a las presiones de lo político, porque la primera página de la agenda que hemos comentado tiene, como ya se ha dicho en los escritos firmados por los reporteros Gabriela Romero y Agustín Salgado en este diario, un registro en clave de cuando menos 60 personas que recibían, de diversas formas, dinero del sobornador.
Y allí está, aparentemente, el nombre del juez que lo liberó. De confirmarse la posibilidad de que Ahumada y el juez Rubalcava tuvieran nexos anteriores al juicio, el sistema de justicia del Tribunal Superior del DF estaría en graves aprietos y con él, desde luego, la Procuraduría General de Justicia capitalina.
Esto porque la agenda siempre estuvo en manos de los fiscales, quienes debieron haber investigado la coincidencia en los nombres, ya que de tratarse del mismo individuo, deberían haber pedido, cuando menos, que el juez se excusara de llevar el caso, de lo contrario habrían caído en una omisión imperdonable que podría llevar a que el juicio se declare nulo.
De la misma forma tendría que investigarse, a fondo, por qué el presidente de la Judicatura le asignó el caso. El asunto es de fondo.
De pasadita
Marcelo Ebrard ya escogió el tema y al adversario. Retó a Felipe Calderón a debatir sobre el caso de las marchas en la ciudad de México, así que no nos queda más que proponer que tal evento, en caso de realizarse, sea en el mero Zócalo. Sería un banquete. Tres noticias de sopetón: la primera sería la tan ansiada por los locutores azules que demandan ver a Ebrard y Calderón juntos; la segunda sería que Calderón por fin estuviera en un acto público y abierto, y la tercera lo que de ese debate saliera. Así que nada más nos queda esperar la fecha, porque nosotros recordamos por ahí alguna declaración de alguien que decía que él "no se raja". ¿Será?
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