Miguel Concha
Amnistía Internacional (AI), el movimiento de derechos humanos más grande del mundo, acaba de anunciar en un comunicado muchos cambios en la manera de realizar su trabajo. Dicho comunicado se emitió oficialmente en el contexto de la clausura de la 28 reunión de su Consejo Internacional, que se llevó a cabo del 12 al 17 de agosto en Cocoyoc, Morelos, con la participación de más de 400 delegados de 75 países, con el propósito de planificar, revisar y tomar decisiones respecto a su trabajo.
La dirección mundial de AI declaró que “en un mundo maltrecho a causa de la división y la discordia, avivadas por la desigualdad y la impunidad”, concluía la reunión de su Consejo Internacional “con el compromiso rotundo de abordar la pobreza y la desigualdad como los grandes peligros mundiales que amenazan los derechos humanos universales”.
Los cambios no son nuevos en la organización. El año 1976, al anunciar en Estados Unidos que extendería su trabajo para oponerse a todos los casos de condenas a muerte en el mundo, perdió un porcentaje importante de su membresía. Años más tarde, y después de una serie de debates muy intensos, AI amplió su mandato por la visión de un mundo en el que “todas las personas disfruten de los derechos humanos proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en otras normas internacionales”. Esto incluye abordar la problemática desde una perspectiva integral, que permite investigar todo tipo de violaciones, sin limitarse a sólo algunas de ellas.
Para ser congruentes con los principios que ahora rigen a la organización, AI ha venido estudiando su forma particular de actuar con respecto a los derechos económicos, sociales y culturales. La decisión no es fácil, y en numerosas ocasiones este trabajo se ve limitado por lo difícil que es abordar con una misma perspectiva los derechos económicos, sociales y culturales en todos los países del mundo, a pesar de que las violaciones a éstos son las que afectan a un inmenso porcentaje de la población mundial, y están detrás y muchas veces ocasionan otro tipo de violaciones.
Desde hace algunos años AI ha trabajado en favor de presos de conciencia o de presos políticos que defienden esta clase de derechos. Como ejemplo tenemos el caso de los campesinos ecologistas de Guerrero, Montiel, Cabrera y Arreaga, encarcelados injustamente por defender los bosques. Sin embargo, en esos casos la organización se limitaba a denunciar las violaciones a sus derechos civiles, como consecuencia de sus acciones por reivindicar derechos económicos, sociales o culturales. Ahora AI se plantea directamente su forma de trabajar este tipo de violaciones, al afirmar en su comunicado que “la dignidad humana de todas las personas es la base de la causa de los derechos humanos”; y que, “al trabajar por la liberación de los presos de conciencia, o de los presos de la pobreza, los prejuicios y la violencia, permanecerá fiel a su misión de defender la dignidad de los marginados”.
Promover la dignidad de las personas que a causa de la pobreza y los perjuicios tienen un acceso mínimo a los derechos humanos, añade, “es la tarea más apremiante que se le presenta a Amnistía Internacional”. “Como líderes de este movimiento mundial de defensa de los derechos humanos –expresó en esa ocasión Irene Khan–, reiteramos nuestra convicción y determinación de hacer todo lo posible por levantarnos y defender los derechos humanos universales de todas las personas en todo el mundo”.
¿Cuál va a ser la forma como la organización actúe frente a las injusticias económicas que se dan en el mundo, de manera que pueda incidir en las condiciones inequitativas existentes entre estados y dentro de los mismos, para que disminuyan? Son preguntas muy serias que los miembros de AI se han venido formulando, y cuyas respuestas apenas se han empezado a discutir en la reunión última de su Consejo Internacional. Sin embargo, el movimiento mundial de derechos humanos no puede dejar de congratularse de que AI decida apoyar el trabajo a favor de la solución de esta problemática, que es ya parte fundamental de la agenda de una gran cantidad de organizaciones y movimientos sociales, nacionales e internacionales. Su aportación será, sin duda, de gran ayuda para que estos derechos puedan hacerse exigibles y justiciables, atendiendo a la universalidad, indivisibilidad e interdependencia de los derechos humanos.
La pobreza es, en efecto, la expresión de una enorme cantidad de violaciones a los derechos humanos, y resulta inaceptable permanecer indiferentes frente al abuso de poder y la discriminación en las oportunidades para alcanzar una vida digna que se dan entre nosotros. A este respecto, las palabras de Nelson Mandela son una ilustración perfecta para el anuncio que ha hecho AI: “Al igual que ocurre con la esclavitud y el apartheid, la pobreza no es algo natural. Es el hombre quien la crea, y son las acciones de los seres humanos las que pueden vencerla y erradicarla. Vencer la pobreza no es un gesto de caridad. Es un acto de justicia. Constituye la protección de un derecho humano fundamental, el derecho a la dignidad y a una vida digna”.
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