¿Entonces por qué migran los campesinos?
Si el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) “ha sido benéfico para México, con todo y los naturales convenientes e inconvenientes de un acuerdo de esta naturaleza... pues ha significado empleo formal e incluso los salarios mejor pagados para los sectores vinculados”, según afirmó el presidente Felipe Calderón en su discurso del 7 de enero, entonces ¿por qué la migración de campesinos se ha incrementado como nunca? ¿Son tan necios que a pesar de que han encontrado en su tierra las condiciones para su permanencia deciden migrar, con todo lo que esto supone: muerte en la frontera, malos tratos, zozobra y tristeza por dejar a la familia, al país, etcétera?
Felipe Calderón no puede simplemente echar esto a la cesta de los inconvenientes, ya que si hay un factor que indica que el TLCAN no ha funcionado son precisamente estos enormes flujos que seguirán migrando en tanto no haya un cambio en la política nacional y el país vecino requiera mano de obra.
Se dice que quienes se han visto beneficiados son los consumidores. Pues eso que se lo comenten a 74.5 por ciento de los trabajadores que por obtener un ingreso menor a los cuatro salarios mínimos no tendrán ni siquiera la capacidad para adquirir la canasta básica. Entonces, ¿cuáles son los salarios mejor pagados que menciona Felipe Calderón? Sin duda se refiere a los de los ejecutivos de las grandes trasnacionales y, por supuesto, de la alta burocracia gubernamental.
La Organzación de Naciones Unidas señala que las fuerzas que provocan la migración internacional son las 3D: diferencias de desarrollo, demografía y democracia. Si bien esto es incuestionable, deja de lado el factor atracción que produce trabajos enmarcados en las otras 3D: demanding, dangerous, dirty.
Los campesinos mexicanos tienen que competir con granjeros subvencionados de Estados Unidos, soportar enormes dificultades para mejorar su productividad por la falta de infraestructura física y financiera, y enfrentar, para colmo, la invasión de las enormes trasnacionales, que actúan como verdaderas depredadoras de la vida campesina. Por otro lado, los países desarrollados, Estados Unidos incluido, requieren migrantes, pues experimentan escasez de fuerza de trabajo debido a que su población decrece, envejece y les es difícil mantener su desarrollo científico y tecnológico, pero sobre todo el régimen de pensiones y de seguridad social. Esto los obliga a recurrir al mercado mundial para satisfacer sus necesidades de recursos humanos. Pero para ello es necesario que en los países en desarrollo se reproduzca en forma permanente un excedente de mano de obra que esté en condiciones de migrar, lo cual se logra cuando los gobiernos toman decisiones equivocadas, como fue en el caso mexicano con la firma del TLCAN, bajo el cual se hizo realidad la nueva lógica capitalista. Esto ha contribuido a que México dependa del país vecino en lo que a productos agroalimentarios se refiere, entre otros, con la consecuente devastación del campo nacional. A partir de esto se ha “liberado” la fuerza de trabajo, lo que Marx llamaba ejército industrial de reserva, cuyos excedentes, cada vez mayores, no tienen más opción que migrar, para beneficio estadunidense.
Calderón utiliza verdades a medias al señalar que México se ha convertido en el segundo proveedor de Estados Unidos y el tercero de Canadá, pues no especifica en manos de quién están esas exportaciones; nada que ver con los productores mexicanos pobres. No en balde existen 25.5 millones de personas que trabajan en el sector informal, que actúa como refugio de los desempleados.
Se puede salir de este círculo, pero el gobierno mantiene una política de corte neoliberal, a pesar de que no ha logrado incrementar los empleos formales ni reducir los niveles de pobreza. Y para colmo los enormes ingresos que entran por la exportación de petróleo no han sido ejercidos en forma responsable, y las remesas no pueden ser aprovechadas para superar los niveles de estrechez de la población porque no se ha creado un clima propicio para el desarrollo económico.
A este triste panorama habría que añadir un motivo más para migrar, tal como señala la ONU, que se genera cuando “los ciudadanos que hoy también quieren expresar sus opiniones, discutir de política, poner en tela de juicio las culturas conservadoras e ignorar las restricciones sociales” no pueden ejercer ese derecho.
Si tomamos en cuenta los más recientes acontecimientos, no sería extraño que nuevos éxodos se produzcan.
Ana María Aragonés
amaragones@gmail.com
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