jueves, agosto 28, 2008

Conjeturas
Beatriz y Mouriño: Padresnuestros sin decapitacionesDos notas en Impacto, El diario (23/VIII/08) con todo y que los emisores de la información: Beatriz Paredes, presidenta del PRI y Mouriño Terrazo, secretario de Gobernación, son bolas ensalivadas, deben ser bateadas por la crítica y el análisis de la prensa como contrapoder.

La del español-campechano (en la galería de los galanes y no en la clasificación no ya de hombres de Estado, pero cuando menos con estatura de político) se refiere a que los mexicanos tenemos que creer sus promesas... de las que está empedrado el camino a las mentiras de siempre. Las reporteras Lindsay Hernández, Natalia Estrada y Mónica Alcántara, consignan la frase textual de Mouriño: “nos tienen que creer”. No entremos al concepto religioso de creer o no y dejémoslo como está, para decirle que no les creemos ni el Padrenuestro de rodillas. Llevan casi dos años los calderonistas prometiendo controlar la delincuencia, en cuanto a los problemas federales del narcotráfico y demás delincuencia organizada y sólo tenemos homicidios por todo el país, secuestros y demás criminalidad, en una guerra militar-policiaca que van ganando los narcos con sus sicarios. La Nación sobrevive aterrorizada. Miles de familias han perdido dinero e hijos, víctimas de la angustiosa inseguridad.Lo mismo pasa con los desgobernadores y presidentes municipales. Igual en la ciudad capital del país. ¿Creerles? Ya México está peor que Irak y Paquistán, por los baños de sangre. El señor Mouriño, que inexplicablemente sigue en Gobernación, sabe que en 100 días el gobierno de Calderón, rebasado ya por la delincuencia, seguirá empedrando el camino de promesas, porque no tiene ni idea del Gobierno ni menos del Estado.La presidenta del PRI sí que metió las cuatro cuando, conforme a la nota de Natalia Estrada, invitada a la decapitación de los que “si no pueden, renuncien”, salió a descalificar la propuesta porque según ella (tengo mis dudas si conoce de la democracia más allá de su pasado priísta que siempre fue dictablanda o la “dictadura perfecta” o simplemente el presidencialismo monárquico sexenal, hereditario y autoritario); según ella, repito, pedir que se vayan los que no pueden cumplir con sus obligaciones es, dijo, “dañino” para la democracia. Ha de confundir la gastritis a la que le hace mal los ácidos, con los remedios para deshacerse de los dirigentes sin derramamiento de sangre, tanto por medio de la renuncia como de la destitución. Y de pilón al juicio político.La salida en falso de la señora Paredes fue apoyada por el ya sin poder político (aunque millonario) del panista Fernández de Cevallos, el tristemente célebre “Jefe Diego”. Y es que a los políticos lo que más les duele es la posibilidad de que sean echados a la calle por inútiles, como ahora mismo lo están siendo todos los que, como dice el tango: “si no maman” del presupuesto, son infelices; pero, si además los cuestionan para que por ineficaces, corruptos y ladrones, no hay más reclamo que el de renunciar. A Mouriño, pues, ni de rodillas y rezando, le podemos creer. A la Paredes y Cevallos contestarles que un principio fundamental de la democracia es que el pueblo, los elija o no, cuando menos puede y debe despedirlos, quitárselos de encima, para que no sigan haciendo más daño.

No hay comentarios.: