jueves, abril 02, 2009

El parto de Londres

Ricardo Monreal Avila

La expresión “el parto de los montes”, es decir, el desencanto colectivo por un evento del que se espera grandes resultados (los elefantes barritan como si fueran a dar a luz, pero del monte no salen paquidermos sino ratones), podría aplicarse a la reunión del G-20 que inicia hoy jueves en Londres.El G-20 es el foro de cooperación y consulta de los ocho países más industrializados y las 12 economías emergentes, entre las que se encuentra India, Brasil y México, que en conjunto representan el 84% de la actividad económica mundial.La pregunta es si Londres será capaz de generar un nuevo orden económico y financiero para salir de la actual crisis mundial o, por el contrario, si será la cumbre de la inercia y la impotencia, que desperdició la oportunidad de relanzar la economía planetaria.Por lo pronto, el foro está precedido de enfoques encontrados sobre cómo salir de la crisis. Mientras para Estados Unidos la vía es un mayor rescate fiscal de bancos y empresas (es decir, mayor endeudamiento público), para Alemania y Francia la solución no es un mayor déficit fiscal, sino una mejor regulación de los mercados. No es un diferendo menor. Tiene que ver con el papel del Estado en la economía y la relación de los actores económicos con sus gobiernos. Para Europa, esta crisis es por exceso de gasto y de crédito en la economía, donde las entidades públicas fueron omisas y laxas. Para Estados Unidos, en cambio, es un problema de falta de crédito y de capital entre las empresas, que requiere un incremento en el gasto público para poner en pie a la economía. El viejo dilema del pensamiento económico, oferta o demanda, ahorro o inversión, capital o trabajo, mercado o Estado, afloró en Londres y enfrenta a sus participantes.El Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, amenaza incluso con reventar la cumbre de Londres si no se incorporan los puntos de vista de su gobierno, mientras que la canciller alemana, Angela Merkel, rechaza cualquier propuesta que implique incrementar los rescates fiscales con cargo al déficit público gubernamental. Se ha comparado la reunión de Londres con la cumbre de Breton Woods de 1944, en donde surgió un consenso internacional sobre la forma de manejar, administrar y reformar la economía mundial. Breton Woods fijó la supremacía de las políticas económicas estabilizadoras dominantes en los últimos sesenta años, centradas en el control de la inflación, el déficit fiscal, la balanza de pagos y la apertura comercial, sacrificando objetivos que tradicionalmente favorecían el mercado interno como el proteccionismo comercial, los subsidios al campo y el fomento de la industria nacional o local.Sin embargo, las condiciones de hoy son diferentes. Breton Woods nació de una guerra mundial, donde Estados Unidos fue el ganador económico. Hoy no existe esa conflagración (al menos no aún), la economía norteamericana se encuentra en terapia intensiva y, lo más importante, su posición hegemónica está ahora amenazada por el surgimiento de otras potencias como China y la UE.Además, la mayor parte de las economías globalizadas cruzan en este momento una etapa de proteccionismo económico (la cláusula “Buy América” tiende a reproducirse en otros países), frente a la visión claramente aperturista que traía detrás Breton Woods. Sin embargo, el hecho de que el G-20 no impulse abiertamente desde ahora un nuevo orden financiero internacional como respuesta a la crisis, no significa que la necesidad de éste haya desaparecido. ¿Cuáles podrían ser las nuevas reglas del juego?La principal es aceptar que, sin una participación más efectiva del Estado los mercados no se autorregulan, sino se autodesestabilizan. Uno de los inversionistas más importantes y beneficiados con la globalización financiera, George Soros, lo señala de la siguiente manera: “El paradigma existente, es decir, la creencia en que los mercados financieros tienden al equilibrio, es tanto falso como engañoso” (Para entender la crisis económica actual, ed. Taurus, México 2008). Europa tiene razón. Una regulación más efectiva y una supervisión más eficaz, a nivel global, es la primera regla para reordenar el sistema financiero mundial. No se trata de más Estado sobre los mercados, sino de una fiscalización más precisa sobre los agentes económicos. Tan desastroso es el Leviatán sin contrapesos, como el Behemot sin rienda. La transparencia y rendición de cuentas que tanto se exige al Estado, ahora debe pasar por el mercado. Las llamadas “contabilidad creativa” y “reingeniería financiera” que prohijaron los activos tóxicos que hoy envenenan al sistema financiero internacional, simplemente no hubieran florecido de haber existido un ente público regulador con músculo y colmillos.Otra de las nuevas reglas debería ser la desaparición de los “paraísos fiscales”, que se convirtieron en infiernos patrimoniales para millones de ahorradores, jubilados y pensionados que vieron esfumar sus ahorros, mediante fraudes maquinados y abusos institucionales de confianza. Además de ser los principales centros de lavado de dinero de toda la economía ilícita que muestra la contracara de la globalización (tráfico de drogas, armas, personas, piratería y dinero).Otra nueva regla es la relación entre gasto público y rescates fiscales. En términos cuantitativos, los porcentajes destinados a los rescates financieros en el G-20 rondan el 4% del PIB, alrededor de un millón de millones de dólares. De acuerdo con diversos especialistas, debería ser dos y hasta cuatro puntos más. En este aspecto, Estados Unidos tiene razón. Pero sería un error destinar estos cuantiosos recursos fiscales a rescatar a banqueros en lugar de ahorradores, a redimir a empresarios en lugar de empresas y trabajadores, a salvar fortunas de especuladores en lugar de consumidores y productores endeudados. Esto implica que los paquetes fiscales deberían beneficiar directamente a los grupos socioeconómicos más golpeados por la crisis (clases medias y populares), que son los pivotes del consumo, y a atender los rezagos estructurales en materia de educación, pobreza y medio ambiente. Cada vez hay más consenso alrededor de que el “crecimiento verde” es una de las puertas de salida de la actual crisis.Si en esta cumbre del G-20 no nace un sistema financiero orientado a lograr una economía global mejor gobernada, más empleadora, más limpia y más justa, será “el parto de Londres”.

ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx

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