Lydia Cacho
Plan B
El padre Marcial Maciel, ante las primeras acusaciones sobre pedofilia, aseguró que los infieles, movidos por el demonio, le difamaban para difamar a Dios y a los Legionarios de Cristo. Los 250 sacerdotes australianos acusados de pedofilia utilizaron los mismos argumentos, hasta que se les demostró su culpabilidad uno a uno. Jorge Erdely asegura que son sus enemigos de la Luz del Mundo y un puñado de zombis manipuladoras quienes lo difaman. Habla para confundir, es su especialidad.
Los principios de la Iglesia Cristiana Restaurada (ICR) parten de la premisa de que todas las personas son apóstatas y deben pasar por un proceso de arrepentimiento, confesión, adoctrinamiento, disciplina y restauración. Las reglas del gran pastor Erdely implican aislar a los restaurados y crear una gran iglesia mundial. Nada que no pretendan casi todas las religiones del mundo. El problema es que Erdely, Canavati y sus seguidores, desde México hasta Tailandia, están convencidos de que llevar niños y niñas robadas a vivir ilegalmente con familias restauradas es una obra de Dios, y no un delito.
Existen testimonios de familias que estuvieron en la ICR en Cancún y Mérida que narran cómo Casitas les entregaba en adopción cristiana a infantes. Lo que facilita este secuestro de menores para fines religiosos es el maltrato infantil, ya que la mayoría de criaturas terminaron en Casitas por haber sido víctimas de violencia intrafamiliar. Desde abandono y abuso sexual, hasta quemaduras con cigarro en el cuerpo, fracturas, golpes y violencia sicológica.
Bajo la premisa de que los maltratadores son apóstatas, Dios ilumina y autoriza por vía de su pastor que estos niños y niñas renazcan entre familias cristianas. El argumento de Erdely para su rebaño es el mismo de Martín Lutero: “La razón es la ramera del diablo, que no sabe hacer más que calumniar y perjudicar cualquier cosa que Dios diga o haga”.
Una niña que fue “adoptada para la restauración”, que conoció a Erdely, explica que por cada demérito les daban tres golpes en la espalda, por hablar de música no cristiana o ver televisión seis horas de encierro. Por cada reporte se les quitaba el derecho a los alimentos. “Mamá Paty” Seoane era la responsable de dar a estas niñas en adopción ilegal. Las familias que adoptan para la restauración deben asistir a los retiros con su gran pastor. Como Maciel y otros maltratadores de menores, Erdely alude a un liderazgo místico para evadir a la justicia. Sus seguidores están sujetos a la sumisión y la abyección del opio religioso, y bajo su manto sagrado cobijan el delito de secuestro.
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