Cualidad de la Historia
Ricardo Andrade Jardí
La retórica de la demagogia priísta se hunde en sus propias mentiras; las reformas que el PRIAN, en Yucatán, aprobaron al son que la jerarquía católica y la oligarquía conservadora le impusiera al gobierno, que para las vaquerías no escatima en gastos, pero voltea la espalda a los pocas pero fundamentales conquistas sociales, pueden abrir el tránsito hacia la construcción de nuevas culturas democráticas, incluyentes y respetuosas de las diferencias de todo tipo; pero la gobernadora de Yucatán, tan ocupada de su “reality show”, no tuvo la voluntad o la capacidad de ver la historia y el lugar que su gobierno ocupará en ella; la cosmética mediática no alcanzará para cubrir la política de retroceso que la mayoría priísta del congreso local, junto a los inmorales conservadores del PAN, han avalado.
Las reformas constitucionales, que en días pasados, sin discusión previa y a espaldas de sus electores, han votado los legisladores locales, con el único voto en contra del PRD, significa un retroceso en la lucha de los derechos humanos, en México y el mundo, pero también significa que bajo ninguna circunstancia, la sociedad, cuando menos la sociedad organizada, puede, ni debe, seguir dando “votos de confianza” a una clase política que responde sólo a los intereses del dinero, a los intereses de los poderes fácticos que son, a fin de cuentas, los que imponen gobiernos y compran voluntades.
Las reformas aprobadas por el Legislativo local y avaladas por el Ejecutivo yucateco, son una afrenta para las mujeres y la intensa y titánica lucha que han impulsado para que sean reconocidas como iguales, con todos los derechos, aunque el Congreso local imagine que con sus reformas pueden acabar con la historia de miles de mujeres y, muy particularmente, con la historia local, de resistencias, que las mujeres impulsaron desde esta tierra maya para México y que fueron reflejo para una buena parte del mundo. Baste como ejemplo el derecho al voto, que pronto intentarán los legisladores del PRI-PAN también negar; una de las razones por las cuales hoy es gobernadora Ivonne Ortega, aunque su conveniente amnesia política le impida saber que otras mujeres, en otros tiempos, se jugaron la vida para otorgarse la posibilidad y el derecho no sólo de votar, sino de ser incluso votadas.
Pero la afrenta, del Legislativo y Ejecutivo locales no sólo es para ellas, sino para toda la comunidad yucateca; son un retroceso para la democracia y la convivencia pacifica; son una negación a las diferencias y a las elecciones individuales; son reformas de ley que abren el camino legal al racismo y a la exclusión de las diversidades; son un retroceso también para las conquistas de las diferentes minorías y, muy particularmente, contra la comunidad homosexual, la que gracias a las reformas publicadas por el Ejecutivo, los excluye de toda posibilidad de “unión legal” y de reconocimiento al derecho de su plena sexualidad, es decir que el Estado nos impondrá con quién debemos tener sexo y con quién no, cómo y con quién casarnos, es más nos impondrán hasta la “obligación de la reproducción”, para reconocernos como “familia” con derechos.
Es claro, como lo escriben otros compañeros de este diario, que el PRI local se vendió a la reacción, a los intereses de una clase que vive de la doble moral y que pretende socializar su retrógrada visión de mundo, pero no su riqueza ¡Ni Dios lo quiera! Esa riqueza, material, la ocuparán para pagar las culpas de su doble moral y para financiar las aspiraciones de políticos mediocres, que respondan siempre a los intereses para los que son impuestos.
Pero la historia tiene la cualidad de despojarse, con el tiempo, del maquillaje mediático, despojarse del pan y circo político y ahí es donde será recordada esta Legislatura y el gobierno de Ivonne Ortega: como el sexenio en que el “Nuevo” PRI abrió las puertas a la antesala del fascismo jurídico...
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