domingo, abril 29, 2007

En Pasta de Conchos no existía ni la cuerda de vida: Raúl Vera

Testimonios sobre las ínfimas condiciones de seguridad en la mina coahuilense

Las inspecciones realizadas por el gobierno foxista no sirvieron de nada, refiere documento

CAROLINA GOMEZ MENZ
Familiares y amigos de los 65 mineros atrapados en Pasta de Conchos colocan mantas en las rejas de la empresa minera para exigir la recuperación de cuerpos y castigo a los responsables. Imagen de archivo Foto: María Meléndrez

La precariedad en Pasta de Conchos alcanzaba tales niveles que ni siquiera existía la denominada cuerda de vida, "que no es más que un mecate o barandal que va pegado a la pared del cañón de la mina y sirve para que, cuando no haya luz, los trabajadores puedan salir de la misma".

La aseveración forma parte del informe denominado precisamente Por una cuerda de vida para los mineros del carbón. Pasta de Conchos: una tragedia que pudo evitarse, que presentó el equipo nacional de pastoral laboral, que encabeza el obispo de Saltillo, Raúl Vera, con motivo del primer aniversario de la tragedia, en febrero pasado.

En el texto de 89 páginas se acepta que la cuerda de vida no habría salvado a los mineros, pero sus autores refieren que era tan ínfimo el interés de la empresa por invertir en la seguridad del yacimiento que "ni siquiera pudo comprar un mecate".

Así está documentado en las inspecciones laborales realizadas todos los años durante el gobierno de Vicente Fox (2000-2006) a la empresa Industrial Minera México (IMMSA), Unidad Pasta de Conchos, y a General de Hulla, en 2006.

El estudio encabezado por Raúl Vera expone que las condiciones para la explosión estaban dadas desde muchos años antes, y reitera que en el sexenio pasado las infracciones a las normas de seguridad se acumularon de forma peligrosa.

Además, recuerda que hasta el momento sigue sin avance el rescate de los cuerpos (sólo se han encontrado dos) y no se han deslindado responsabilidades.

Los accidentes pueden evitarse

Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), "la mayoría de accidentes en el trabajo pueden prevenirse si se respetan las normas".

Con motivo del Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo, celebrado ayer, el organismo exhortó a las naciones y empleadores a respetar las normas internacionales adoptadas para enfrentar los accidentes y enfermedades laborales.

Por su parte, Grupo México asegura que "todas las operaciones de IMMSA observan rigurosamente la normatividad" en materia de seguridad, aunque recuerda que la operación de minas de carbón "conlleva un riesgo más elevado que cualquier otra maniobra a cielo abierto".

Señala que en este caso deben tenerse en cuenta factores como las inundaciones o la presencia de gas metano. "Estos riesgos son muy difíciles de controlar, pero las operaciones de IMMSA cumplen la normatividad", aseguró Oscar Kauffman, vocero de Grupo México.

Al preguntarle si se requiere una legislación más estricta para este tipo de minas, aceptó que las normas son "mejorables", y añadió: "uno de los objetivos que tenemos como aprendizaje de todo este proceso es crear una normatividad que permita a los trabajadores de la industria minera del carbón trabajar en mejores condiciones".

Citó como ejemplo de avance la industria aeronáutica, "que actualmente no tendría los estándares de seguridad que tiene si no hubiera aprendido de todos los accidentes que han ocurrido. Lamentablemente, la industria minera no está exenta de ello".

El informe

El informe que presentó el obispo Raúl Vera se basa en entrevistas con mecánicos, electricistas y trabajadores de mantenimiento que laboraron en Pasta de Conchos. Todos coinciden en que las condiciones de seguridad no eran las adecuadas.

Por ejemplo, destacan la ausencia de "polveo" para evitar el choque de partículas de carbón; la falta del denominado polvo inerte, que debe cubrir el suelo de la mina para evitar explosiones; la mala ventilación, y la utilización de tecnología "obsoleta", como transformadores no blindados, lo que generaba chispas dentro del yacimiento.

También se cita que mucha maquinaria era vieja y "reciclada", es decir, que los trabajadores buscaban piezas sueltas en un tiradero interno para repararla. Los testimonios refieren también que las vigas se quitaban de un lugar y se ponían en otro.

En el informe se añade que la improvisación se repetía en el rubro de la capacitación. En el documento se cita, por ejemplo, que Héctor Martínez recibió un curso de 38 horas, al término del cual le dieron un papel que lo acreditaba como oficial eléctrico. "Luego de eso me metieron a trabajar directamente", señala.

También se subraya que las inspecciones laborales por parte de las autoridades ni siquiera se hacían de forma física y que las recomendaciones muchas veces no se acataban, sino un año después de la visita.

En las entrevistas, los trabajadores señalan que los funcionarios realizaban las inspecciones en presencia de representantes de la empresa, lo que inhibía las "respuestas sinceras".

Sobre la exigencia de mejorar las condiciones de seguridad en las minas de IMMSA, Kauffman indicó: "la empresa esta comprometida con la seguridad de sus trabajadores, siempre lo ha estado, no es algo que se haya creado a partir del accidente; siempre acatamos la normatividad".

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