domingo, abril 29, 2007

EU: recesión, desplome del dólar y derrota en Irak

Alfredo Jalife-Rahme

Europa está más preocupada por el alza desmedida del euro que por el muy cantado desplome del dólar, mientras la economía de Estados Unidos exhibe una abrupta caída, la mayor en los pasados cuatro años, que "alimentó los temores sobre su perspectiva" (The Times, 28-4-07).

Gary Duncan (GD), editor de economía de The Times, asienta la "angustia sobre el futuro alimentada por la abrupta caída del crecimiento, a la mitad del ritmo de los previos tres meses, sumado de la duplicación de una medición clave de la inflación". ¿Apareció la tan temida "estanflación", suma de estancamiento con inflación, que vaticinamos en Bajo la Lupa desde hace mucho? ¿Se encuentra Estados Unidos en el umbral de la recesión?

GD parece sumarse a la tesis de Martin Hutchinson (ver Bajo la Lupa, 25-4-07): "ni con bajas tempranas en las tasas de interés, la Reserva Federal podría impulsar la recuperación". Y eso que la "abrupta caída" aún no contabiliza el estallido de la burbuja hipotecaria.

La economía estadunidense solamente puede empeorar hasta que toque fondo, lo cual lleva a un problema de definición metafísica : ¿cuál es su fondo? ¿No estará tan blindada su economía como la de su caricatura neoliberal en México sin contenido y que realizó la hazaña de blindar el vacío?

El consuetudinario consumidor sostiene la economía (77 por ciento del PIB, según Stephen Roach), gracias a los créditos laxos y a las burbujas bursátiles creadas por el mago malhadado y malvado Alan Greenspan, que legó a su sucesor en la Reserva Federal: el impotente Ben Shalom Bernanke.

Conforme se elevan las facturas de energía en Estados Unidos el consumo mostrará también su declinación, aduce GD. Con todo nuestro respeto a GD, que cita al manipulado y subjetivo "Indice de Michigan", que dice medir el "sentimiento" (sic) del consumidor, que bajó de 88.4 a 87.1 (¡vaya gradualismo!), la verdadera medición está en el M3: la variante de masa monetaria que ocultó desde la primavera pasada la Reserva Federal para sostener la hiperinflación bursátil y el consumo desaforado.

Lo fuerte de los datos muy sobados en Estados Unidos se centra en la inflación que se disparó de 1.7 a 4 por ciento, lo cual impedirá la baja de las tasas.

Las estadísticas en ese país son tan mendaces como los resultados del fétido IFE del 2 de julio o las "armas de destrucción masiva" en Irak evaporadas en el desierto. Las cifras reales sobre la economía estadunidense han de estar mucho peor.

The Financial Times (Krishna Guha, 26-4-07), que le perdió la reverencia a Estados Unidos, pone en la picota a las "extrañas" estadísticas "oficiales" de su economía, ya que no cuajan ni cuadran, al menos que esté equivocada la realidad, uno de los dos principales principios de salud mental en el esquema freudiano.

En la fase de desglobalización, el enfoque multidimensional es exquisitamente preciso, porque va más allá del reduccionismo simplista, ya no se diga de la ficción unilateral: se desplomó el dólar, pero subieron los binomios petróleo/gas y oro/plata.

Jeremy Grantham (JG), principal asesor de inversiones del vicepresidente Dick Cheney, en su reciente boletín para los accionistas de su firma, comenta con propiedad que "se vive la primera burbuja global de la historia que cubre todo tipo de activos" (thestreet.com, 27-4-07). Aduce que la inflación constituye el principal riesgo que obligará a elevar las tasas de interés, lo cual asfixiará los ingresos de las empresas. Es curioso que tales "análisis" de "mercado" solamente piensen en las empresas, una nanominoría, y no en el efecto deletéreo que impactará a más de 300 millones de estadunidenses derrelictos.

A juicio de JG, el alza "corta pero dramática" de la bolsa se encuentra en su "fase exponencial antes de su estallido", como en Japón en 1989 o a inicios del 2000 con la burbuja del internet. Mejor dicho: como ha sucedido siempre en la historia universal de las burbujas bursátiles. Muy optimista apuesta a 10 empresas de "alta calidad" en Estados Unidos, entre las que coloca a la petrolera Exxon-Mobil, además de los bonos del Tesoro, en los que Cheney se adelantó a invertir.

El legendario Banco de Inglaterra, que cumple funciones de banco central y es uno de los más influyentes del G-7, advirtió el peligro de una "crisis financiera" debido a los "empréstitos riesgosos y el crédito barato de los bancos" (The Daily Telegraph, 27-4-07). La desintegración de los créditos hipotecarios en Estados Unidos está contagiando a los créditos de las empresas. John Gieve, vicegobernador del Banco de Inglaterra, se encuentra "preocupado por el complejo (sic) mercado de los derivados que permite a los bancos realizar un préstamo y luego trasladar su riesgo a otros inversionistas, como los "fondos de cobertura de riesgo" (hedge funds) y las compañías de seguros". Nada que no sepan los dilectos lectores de Bajo la Lupa sobre la explosiva vulnerabilidad del sistema financiero internacional.

Las recesiones no son iguales, Estados Unidos ya vivió algunas variantes recesivas tras su odisea geoeconómica que inició en la Segunda Guerra Mundial como nueva potencia del mundo "occidental".

No es lo mismo una recesión con un superdólar de resguardo, la otrora divisa unipolar, que otra con un "billete verde-chatarra".

Tampoco es lo mismo recesión y devaluación simultáneas en el añejo orden bipolar nuclear -cuando Estados Unidos se repartió el mundo con la extinta Unión Soviética-, ni similar durante la etapa unipolar que resultó muy corta: a lo sumo 13 años.

La breve unipolaridad concluyó en marzo de 2004, un año después de la aventura militar de la dupla anglosajona en Irak, cuando de facto es derrotada e inicia el nuevo orden hexapolar constituido, a nuestro juicio, por Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y el BRIC (Brasil, Rusia, India y China).

Quizá pronto escribamos SRIC en lugar de BRIC, con Sudamérica en sustitución de Brasil, como una emergente región integrada, en imitación al modelo relativamente exitoso de la UE cuando nadie en el mundo desea copiar el cataclísmico fracaso mercantilista del Tratado de Libre Comercio de América del Norte que ahora Estados Unidos desea trasmutar en Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte para llevarse el petróleo de México pero sin los mexicanos, excluidos por una ignominiosa muralla medieval.

Al sexto año de la aciaga presidencia unipolar del unilateralista Baby Bush, Estados Unidos ya no es el mismo: tan vulnerable al interior como al exterior. Tras haber exhibido sus limitaciones militares que aceleraron su declive irreversible en los ámbitos económico y financiero, el único poder que le queda es su excesivo y pernicioso control global tanto de los multimedia, que sirven para engañar a sus cándidos ciudadanos, como del "entretenimiento", que distorsiona como "cultura", pero que no tiene nada que ver con la original semiótica universal. Los franceses definen "cultura" como "aquello que queda después de haber olvidado todo".

¿Qué quedará de Estados Unidos después de haber olvidado todo? ¿Qué sucederá cuando el ciudadano promedio, sometido a las fuerzas del "mercado", controlado por una insolente plutocracia neofeudal, se entere del crepúsculo de su otrora gran nación?

El verdadero problema no es su recesión económica, sino su depresión sicológica que todavía no ha vivido a carta cabal desde su génesis gloriosa en el siglo xviii. Quienes debemos pensar en erigir un muro somos ahora los mexicanos.

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