Marcos Roitman Rosenmann
Para exponer las buenaventuras de la transición chilena, el Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país, en colaboración con la nueva Secretaría de Estado para Iberoamérica, dirigida por Trinidad Jiménez, organiza en Madrid un ciclo de conferencias bajo el nombre de "Pensar Chile, protagonistas del cambio". El acto inaugural no puede defraudar, y para tal acontecimiento, por donde van a desfilar acólitos de la transición, es necesario elegir un portaestandarte, una figura por encima del bien y el mal.
En ese orden, sólo el ex presidente Ricardo Lagos, considerado espúreamente sucesor político de Salvador Allende e inmerecidamente síntesis de la lucha contra la tiranía, es merecedor de dicha condición. Se presenta como leyenda viva. Una especie de redentor. Así, quien no querría escuchar al Mesías de los progresistas chilenos en Madrid. Incluso, Vargas Llosa. De tal guisa, el salón rebosa muchedumbre. Un héroe de la transición precedido por sus hazañas. La leyenda habla de un hombre fuera de lo común. Es un príncipe contemporáneo capaz de articular consensos y gobernar con mano izquierda. Sincero, honesto y cabal. Resaltan que ha sido el presidente mejor valorado tras Pinochet. Pero olvidan que han sido dos los que han ocupado dicho cargo, exceptuando al susodicho. Pero el mito se recrea. No se habla de la falta de libertad de expresión, sintetizada en el caso Clarín, el periódico popular de mayor circulación durante el gobierno de la Unidad Popular, que sigue secuestrado y que durante el mandato de Lagos sus ministros llegaron a decir que no estaban dispuestos a entregarlo a su legítimo dueño, Victor Pey, ya que suponía desestabilizar el monopolio informativo. Ello tiene un objetivo. Como señala Francisco Zapata en uno de los mejores libros compilados sobre la memoria histórica de Chile: Frágiles suturas: Chile a 30 años del gobierno de Salvador Allende, editado por El Colegio de México: "las formas de convivencia -que constituían y constituyen el telón de fondo de lo que fuera una cierta manera de asumir la cultura- construidas a través de décadas fueron extirpadas gracias a la generalización de las relaciones de mercado, y no sólo en el ámbito económico; esto ha generado la privatización de las relaciones sociales, cuyas consecuencias todavía no han sido evaluadas. También recurren temas vinculados con la forma en que los medios de comunicación presentaron los acontecimientos a la opinión pública: la adhesión incondicional de los periódicos de circulación nacional a los postulados dictatoriales, la deformación deliberada de los hechos y la satanización de todos aquellos que compartieron los proyectos del gobierno de Allende, son aspectos que demuestran cómo se busca deformar la historia del país para pesar de las generaciones futuras."
Por otra parte, durante el gobierno de Lagos se ha mantenido la impunidad a torturadores civiles y de las fuerzas armadas, el etnocidio a la población mapuche y se generaliza la corrupción pública. Aún así, el ex mandatario es considerado un héroe, que sufrió en carne propia los improperios de la izquierda intransigente, que debió renacer y reconvertirse. Peregrinar, renunciar a las tentaciones y ver la luz. Redimir culpas para cumplir su misión: elevar a Chile a la categoría de país del primer mundo. El reverso de la moneda de Pinochet. Lagos asume su transformación, se purifica en la democracia de mercado, la privatización, la liberalización, el proceso de globalización, la flexibilidad laboral. Así tiene el visto bueno para incorporarse al club de presidentes abanderados por José María Sanguinetti, el mismo que apoyó el 26 de junio de 1973 el fin de la democracia en Uruguay. Pero Lagos quiere más. Desea pertenecer a fundaciones prestigiosas, como el club Madrid, dirigido por su amigo Felipe González. Ello le permite crear su fundación: Democracia y desarrollo, para promover vínculos con empresarios. Así acrecienta su ego como exponente de la justicia social, luchador contra la pobreza y defensor del medio ambiente. Altruismo para ser nominado premio Nobel de la Paz. Lagos posee un gran corazón; le caben Chile entero, América Latina. Y tras los acuerdos con la Unión Europea, el mundo globalizado. Pero si se trata de clases sociales tiene el corazón partío, se decanta por los empresarios. Asume su querencia. Un idilio cuyas consecuencias han sido el nacimiento de una obscena riqueza jamás vista en Chile en dos siglos de independencia, que se acompaña de los niveles de mayor pobreza que se han generado. En esta dinámica, sin querer queriendo, Lagos señaló en Madrid que los tres problemas no resueltos de Chile son: a) desigualdad social. B) falta de inversión en investigación y desarrollo, ciencia y tecnología. C) el llamado analfabetismo informático. En esa lógica, no hay que ser muy listos para descifrar que se refiere a los problemas estructurales de los países dependientes, en el marco de la internacionalización del capital. Baste el dato de la desigualdad para el año 2005. La comparación se hace por quintiles, o sea por el 20 por ciento de la población. El de mayor ingreso percibe 62.2 por ciento del total, mientras el quintil más pobre recibe 3.3. La relación es 18.8 veces mayor en el quintil más rico, en relación con el de menos ingreso. De hacerse por deciles, dividiendo la población total en 10 por ciento, el de mayor ingresos recibe 47 por ciento y el de menor 1.2. Por décimos, la relación entonces es de 39.2 veces. En otras palabras, si la comparación se efectúa entre porcentajes más reducidos la desigualdad distributiva se acentúa.
Desde el golpe de Estado, el neoliberalismo ha sido incapaz de solucionar alguno de los problemas claves del subdesarrollo. Entonces, ¿cuáles son los éxitos de la concertación si el propio Lagos subraya que Chile sigue siendo un país primario exportador, sometido a los mismos postulados de hace 50 años? Parece ser que los únicos ganadores son los empresarios y las trasnacionales. Una relación de amor, como la calificaron los empresarios. Veamos: José Said, perteneciente a uno de los tres grupos más importantes, señaló que "a un primer momento de ambivalencia y duda sobre su política le siguió una total confianza cuando Lagos marcó un rumbo moderno y de fortaleza técnica". Otro dirigente patronal, Guillermo Luksic, dijo: "la concertación, per se, no constituye un atentado contra la libre competencia", y Hernán Somerville, presidente de la Confederación de Producción y Comercio, un capo di capo empresarial, fan de Lagos, concluyó: "lo ha hecho muy bien". (Nuestra relación) "se trata de un amor". Por ello, en Madrid, Lagos vino a cantar una oda a la patronal y el neoliberalismo, pero le salió el tiro por la culata. Quienes leen entre líneas saben que el mito del Chile moderno se resquebraja.
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