De acuerdo con las 300 organizaciones participantes de la Campaña Nacional en Defensa de la Soberanía Alimentaria y la Reactivación del Campo Mexicano Sin Maíz No Hay País, desde que se puso en marcha el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en 1994, el país ha sufrido las siguientes consecuencias directas:
1. La pérdida de 2 millones de empleos agropecuarios. Además, cada año emigran a Estados Unidos 300 mil personas originarias del sector rural. Diversas instituciones han demostrado que de 1980 a 2002 la migración campesina de México hacia Estados Unidos creció 500 por ciento.
2. La producción de alimentos se estancó y la dependencia alimentaria aumenta cada año, con lo cual se impone una lógica perversa: emigran los campesinos y se importan alimentos producidos en el agro estadunidense, pagando por ellos más de 100 mil millones de pesos anuales.
3. México importa más de 10 mil millones de dólares en alimentos que podrían ser abastecidos por productores nacionales si contaran con el apoyo adecuado.
4. En Sonora la falta de créditos obligó a 70 por ciento de los agricultores comunitarios a vender sus tierras a las grandes empresas comerciales. En el sur del país se redujo a la mitad el número de pequeños agricultores con acceso a crédito, además de que aumentaron considerablemente las tasas de interés.
5. Las importaciones de maíz de Estados Unidos se duplicaron en dos años y el grano se paga a precios inferiores al menos en 30 por ciento del costo de producción debido, en parte, al mayor rendimiento agrícola, pero también por los elevados subsidios estadunidenses.
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