Momento histórico
Enrique Montalvo Ortega
Vivimos hoy un momento histórico que nos reclama a todos los ciudadanos. El petróleo mexicano puede servir para resolver los grandes problemas nacionales y contribuir a humanizar la vida y las relaciones entre los mexicanos, o para favorecer a grandes grupos trasnacionales y convertir a México, al cabo de unos años en un páramo sin recursos energéticos y donde proliferen la pobreza y la miseria. Las iniciativas enviadas al Congreso por el presidente espurio de México y el grupo de burócratas que le rodean, han tomado este último camino, lo que provocará el deterioro de la vida nacional, la profundización de la injusticia y la pobreza y el agravamiento de las confrontaciones sociales y políticas.
Se trata de una decisión gravísima, no sólo por el hecho de que muestra un grado inconcebible de sumisión a los intereses de los consorcios petroleros mundiales, junto con un desprecio a la inteligencia de los ingenieros y técnicos mexicanos, sino también porque evidencia que la tecnocracia mexicana es incapaz de enfrentar de manera inteligente y eficaz el asunto del petróleo y de la energía.
El meollo de las iniciativas reside en que el Estado renuncia a hacerse cargo de las tareas más rentables de la explotación y procesamiento de petróleo, para entregarlas, por la vía inconstitucional de los contratos, a grandes consorcios y que sean estos los que obtengan las mayores utilidades, ofreciendo a cambio la ficción de unos bonos que supuestamente podrán comprar los mexicanos.
La historia de América Latina nos ha demostrado en infinidad de ocasiones que la producción y venta de materias primas no es el camino para enriquecer a ninguna nación, sino todo lo contrario, es la vía más segura para crear economías desequilibradas, que tras ciertos períodos de relativa bonanza para los grupos oligárquicos, dejan regiones devastadas y rastros de miseria y crisis. La explotación de metales preciosos en minas, la explotación del henequén de nuestra tierra, el caucho de la amazonia brasileña, el cobre chileno y prácticamente todas las materias primas han enriquecido a los que las compraron para procesarlas, obteniendo un sustancioso valor agregado, y no a los países que las vendieron en bruto.
México debe y puede hacerse cargo de los múltiples procesos de transformación petrolera (gas, petroquímica, gasolinas, etc.), que son capaces de generar enormes riquezas que deberían destinarse a proyectos de desarrollo, a la creación de empleo y a la generación de vías alternativas de energía. Agotarlo en unos cuantos años, entregando, como pretende el gobierno espurio, las utilidades a unos cuantos es actuar de manera criminal y traicionar al país.
Los argumentos de la publicidad gubernamental son en su casi totalidad falsos. No es cierto que la tecnología para explotar petróleo de aguas profundas sea inaccesible, es posible comprarla e incluso adquirirla de manera gratuita –vía intercambio-, como declaró el ingeniero Fernando Siqueria, director de la Asociación de Ingenieros de Petrobrás, entrevistado por Carmen Aristegui en la CNN. Puede verse esta entrevista en Youtube: http://www.youtube.com/watch?v=ebGoj3IkJMA). Hay además empresas especializadas, que no son consorcios explotadores de petróleo, que venden la tecnología. Es cosa sólo de adquirirla, de la misma manera que los ciudadanos que no podemos fabricar un refrigerador o un automóvil lo compramos en el mercado, y no firmamos onerosos contratos con empresas de refrigeración o de transportación.
Es falso también que PEMEX esté en crisis. Evidentemente que cualquier empresa a la que se despoje de la casi totalidad de sus utilidades vía impuestos, estará en problemas económicos. Simplemente reinviértanse una parte significativa de las utilidades de PEMEX y de los excedentes millonarios que provienen del alza del precio del petróleo en tareas de exploración, en refinerías y de transformación petroquímica y se verá que todos nos vamos hacia arriba. O en el peor de los casos solicítense créditos, como hace cualquier empresa, para solventar inversiones que seguramente generarán utilidades más que suficientes para pagar los intereses y ganar utilidades.
Si ni la falta de recursos, ni la falta de tecnología son razones suficientes, ¿que es lo que mueve al gobierno espurio en su estrategia petrolera? Pues simplemente echemos una rápida mirada a los escándalos de los últimos meses. Entre los principales beneficiarios de los contratos petroleros se encuentra la familia de Mouriño, el principal operador político del espurio. El grupo español REPSOL resultó con gigantescas ganancias al triangularnos la venta de gas peruano.
De lo que se trata no es de resolver el problema energético, sino de legalizar y generalizar la entrega de las áreas más rentables a grandes grupos económicos, y dejar a PEMEX, al país el suministro de materia prima para éstos. Una propuesta que cualquier empresario consideraría estúpida para su propio negocio, se nos viene a proponer como la solución del problema energético. No hay en este gobierno visión de Estadoy mucho menos patriotismo, y sí un conflicto entre los intereses empresariales de sus componentes y el interés de las empresas nacionales, PEMEX en este caso.
Hay otro punto del que se ha hablado poco en el debate del petróleo, y es el de su papel estratégico. No es posible pensar en el petróleo como cualquier otra mercancía. Es una fuente no renovable, que se requerirá durante muchas décadas más, y que quien la tenga podrá sobrevivir y lograr bienestar en un mundo cada vez más complejo. Es también motivo de la ambición de grandes potencias y consorcios y ésta ha dado lugar a guerras, como la de Irak. Aceptar la propuesta del gobierno espurio es atentar contra la economía, contra el bienestar y contra la seguridad nacional.
( enrimo21@hotmail.com)
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