Europa: Detenciones secretas
Londres (apro).- “Mi vida ha cambiado y me siento un hombre destrozado (…) Durante toda la noche sufro pesadillas y de día recuerdo las torturas y me pongo a temblar”. Esas fueron las declaraciones del egipcio Usama Mostafa Hassan Nasr, conocido como Abu Omar, quien fue secuestrado por agentes estadunidenses e italianos en una calle de Milán, Italia, el 17 de febrero de 2003. Abu Omar fue entregado a agentes de la CIA, y pasó por Alemania antes de llegar a Egipto, donde estuvo recluido durante casi cuatro años, incluidos 14 meses en detención secreta. Afirma que durante siete meses lo torturaron hasta 12 horas al día.“No puedo olvidar lo que he pasado. Me encapucharon, me golpearon, me obligaron a decir cosas terribles. Han destrozado para siempre mi vida y mi divinidad”, agregó el egipcio.El de Abu Omar es uno de los 13 casos de “entrega extraordinaria” y “detención secreta” que se destacan en un informe publicado el pasado 24 de junio en Londres por la ONG británica Amnistía Internacional (AI), titulado Negar la evidencia: la participación de Europa en las entregas extraordinarias y detenciones secretas.El documento, de 76 páginas, que incluye fotos, testimonios y denuncias formales, detalla la participación de Estados europeos en estos hechos: permitieron la utilización de su espacio aéreo y aeropuertos para que aviones contratados por la CIA realizaran “entregas extraordinarias” de sospechosos de terrorismo; acogieron en sus territorios centros secretos de detención ( los llamados “agujeros negros”) y ahora se niegan a admitir o a investigar las violaciones de derechos humanos cometidas por agentes de sus cuerpos de seguridad o en su territorio.“Los gobiernos europeos niegan lo evidente y llevan demasiado tiempo soslayando la verdad”, destaca el informe de AI. “Existe un marcado contraste entre su participación en las entregas extraordinarias y detenciones secretas y sus afirmaciones de que actúan de forma responsable en la lucha contra el terrorismo”, agrega.El documento de AI pide poner fin a las entregas y las detenciones secretas en Europa y exhorta a esos Estados que las condenen y adopten medidas efectivas para llevar a los responsables ante la justicia y garantizar la reparación a las víctimas. Los detenidos “fueron transferidos a otros países, la mayoría de ellos sin protección judicial. Algunos fueron enviados bajo custodia estadunidense a naciones donde enfrentaron torturas o malos tratos, desde centros de detención en Afganistán hasta la prisión de Guantánamo, en Cuba”, comentó a Apro Lydia Arroyo, portavoz de AI en Londres.Algunos de ellos han sido víctimas de desapariciones forzadas y hasta el día de hoy no han aparecido.Según Arroyo, la vinculación de gobiernos europeos en algunos casos “es bien sabida y vergonzosa, a pesar de que lo nieguen”. Precisó dichos gobiernos han tenido “desde una participación activa hasta una cooperación transversal”.
Descender al infierno
Los casos que reporta AI son escalofriantes:Por ejemplo, AI narró el caso del egipcio Ahmed Agizaand Mohammed El Zari, quien fue detenido por las fuerzas de seguridad suecas el 21 de diciembre de 2001, poco después de que las autoridades de este país le negaron asilo político. El detenido fue trasladado de inmediato al aeropuerto de Bromma y entregado en cuestión de horas a agentes secretos de Estados Unidos.AI destacó que policías suecos presenciaron cómo agentes estadunidenses cortaron las ropas de El Zari, lo hicieron cambiar de vestimenta, lo encapucharon y esposaron de pies y manos. Sin proceso judicial alguno, fue trasladado a El Cario, donde fue torturado durante varias semanas en un centro de detención clandestino.“Lo que viví fue un espanto. Fue como haber descendido al infierno. Las torturas fueron lo peor. Cada vez que entraba en una sesión, creía que no saldría con vida”, contó El Zari a los investigadores de AI.Otro caso fue el del pakistaní Khaled el-Masri, quien fue detenido por agentes de Macedonia el 12 de enero de 2004, y que quedó incomunicado durante 23 días, período durante el cual fue interrogado constantemente bajo métodos de tortura. Después, las autoridades macedonias entregaron a El Masri a agentes estadunidenses quienes, a su vez, lo trasladaron a centros clandestinos en Afganistán.AI denunció también al gobierno de Bosnia y Herzegovina, que entre el 10 y el 15 de enero de 2002 detuvo a Mustafa Aït Idir, Belkacem Bensayah, Lakhdar Boumediene, Boudella El Hadj, Nechla Mohamed y Sader Lahmar Mahfoud, quienes fueron transferidos bajo custodia de Estados Unidos, sin ningún aviso previo ni orden judicial, a la prisión de Guantánamo, donde fueron sometidos a torturas constantes y otros malos tratos.Según AI, los casos comprenden violaciones flagrantes de derechos humanos y contra el derecho a la libertad de libre circulación.La ONG británica mencionó, además, el caso del pakistaní Ahmed Muhammad Haza al-Darbi, quien fue arrestado en el aeropuerto central de Azerbaiján por la policía local, el 28 de junio de 2002, y detenido durante varios meses antes de ser transferido bajo custodia estadunidense a Afganistán en enero de 2003. Luego fue llevado a la base militar aérea de Bagram, donde fue sometido a tratos brutales e inhumanos.Contó: “Se me encapuchaba y me presionaban para que dijera cosas que no tenía idea. Las prácticas de interrogatorio destruyeron mi dignidad”. AI denunció a los servicios de inteligencia alemanes por haber entregado datos del ciudadano egipcio Muhammad Zammar a sus contrapartes estadunidenses, información que fue utilizada para detenerlo en Marruecos el 7 de diciembre de 2001 y trasladarlo tres semanas más tarde a Siria, donde fue sometido a torturas y vejaciones de todo tipo por parte de la policía local, desde el uso de picanas hasta ser encadenado a postes bajo el sol.Bisher Al-Rawi y Jamil El-Bannawere, ambos ciudadanos iraquíes, fueron detenidos entre el 2 y el 5 de noviembre de 2002 por los servicios secretos británicos en el aeropuerto de Gatwick, en el sur de Londres.Gran Bretaña notificó de inmediato a la CIA sobre los arrestos, indicando que el equipaje de Al-Rawi contenía “un dispositivo electrónico sospechoso”. Todo fue una falsa alarma. Pero Al-Rawi fue sometido durante dos días a interrogatorios inhumanos que AI consideró de “cuasi-tortura”.Tras su regreso a Gambia y debido a que los espías británicos y estadunidenses no habían notificado correctamente los resultados de los interrogatorios en sus bases de datos, Al-Rawi fue detenido nuevamente en ese país, donde se le mantuvo incomunicado en distintas prisiones. Luego fue transferido a una base secreta en Afganistán, y finalmente a la de Guantánamo, donde denunció haber sido torturado en repetidas oportunidades.El gobierno de Gran Bretaña indicó, a través de un comunicado, que actuó “correctamente” al pasar información a sus contrapartes estadunidenses y se justificó: dijo que no preveía “que Al-Rawi fuera sujeto a prácticas de rendición como consecuencia de dicha información”.Por su parte, el pakistaní Binyam Mohamed sostiene que información de inteligencia falsa obtenida por los servicios de seguridad británicos tras su arresto en Pakistán, el 19 de abril de 2002, llevó a su detención en Marruecos, donde fue torturado y mantenido incomunicado durante meses. De allí fue transferido a la prisión de Guantánamo, donde permaneció incomunicado y sin protección judicial alguna. Su caso se ha convertido en un ejemplo claro sobre las injusticias de la llamada política contra el terrorismo lanzadas por Estados Unidos y sus aliados.Los servicios de inteligencia británicos --cuyos agentes entrevistaron a Mohamed en Karachi, después de su arresto en abril de 2002--, conocían que éste iba a ser transferido por Estados Unidos a Afganistán, pero indicaron que “no tenía razón para creer que sería sometido a malos tratos o torturas”. Otro de los casos escalofriantes es el de Martin Mubanga, un ciudadano de Zambia que fue detenido en su país el 27 de marzo de 2002, y transferido erróneamente a la prisión de Guantánamo, donde fue tratado como un “terrorista peligroso”.La Dirección General de los Servicios Secretos británicos confirmó, el 10 de enero de 2003, que un oficial de ese organismo entrevistó a Mubanga dos veces en Zambia, y agregó que “no había indicios” de que hubiera sido objeto de abusos o malos tratos. También destacó que sus agentes “no fueron responsables de su detención y subsiguiente transferencia a Guantánamo”.Detalles sobre el papel de Rumania en los centros de detención secretos estadunidenses en Europa están comenzando a salir a la luz.El 13 de febrero de 2008, un alto oficial de la Policía rumana informó que vio tres veces en 2004 y dos veces en 2005 a un autobús negro que llegaba a una parte cerrada y muy custodiada del aeropuerto de Mihail Kogalniceanu Constanta. Dijo que dicho autobús transportaban prisioneros encapuchados, los cuales eran obligados a subir a un jet militar con bandera de Estados Unidos.Otro caso: el saudita Khaled al-Maqtari contó a AI que estuvo detenido en una prisión secreta de la CIA en julio de 2006. En dicha prisión vio una tarjeta escrita cerca de su celda que decía: “Transferido a Cuba, a Marruecos, a Rumania, Abu Ubeidah al-Hadrami”. Al-Hadrami es un alias para Ramzi bin al-Shibh, uno de los 14 detenidos considerados por Estados Unidos como “altamente peligrosos”, que fueron transferidos a Guantánamo entre agosto y septiembre de 2006. De ser ello cierto, AI considera que Ramzi bin al-Shibh habría estado detenido en los “agujeros negros” de la CIA en Rumania, antes de ser transferido a la prisión donde estaba Khaled al-Maqtari.
Complicidad europea
Los casos se multiplican y las denuncias de complicidad europea crecen. Por tal motivo y debido a la cantidad de demandas, AI pidió a los países de la UE que abran “de forma inmediata” investigaciones efectivas, independientes e imparciales para identificar el papel de la policía de dichos países en el uso de sus respectivos territorios para realizar detenciones secretas y desapariciones forzadas, en los que además se habrían cometido torturas y vejaciones.También pidió que las conclusiones de dichas pesquisas sean hechas públicas de inmediato.En su documento, AI concluyó que la UE debe exigir a Estados Unidos que dé a conocer todos los centros secretos que posee en Europa y llevar a la justicia a aquellas personas que considere sospechosas de terrorismo.Consultada por Apro, Anne Fitzgerald, directora de investigaciones de AI y una de las responsables del informe, declaró que “la ley internacional no deja espacio para que los países europeos se escondan por su responsabilidad legal en la facilitación de rendiciones y detenciones secretas”.Subrayó que estas rendiciones “violan las leyes internacionales porque sobrepasan procesos judiciales y administrativos”.Dichas prácticas, hechas en nombre de la “guerra contra el terrorismo” han involucrado “múltiples violaciones de derechos humanos, incluidas detenciones ilegales y arbitrarias, torturas y otros malos tratos”, dijo Fitzgerald.“La tortura y las desapariciones forzadas no sólo son violaciones graves de las obligaciones internacionales de los países, sino crímenes internacionales, por los cuales individuos podrían ser acusados formalmente por delitos criminales”, concluyó.
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