Carlos Fernández-Vega
Una declaración de doble filo emitida ayer por el inquilino de Los Pinos pudo confundir a varios, en especial a aquellos que llevan años en el desempleo abierto, el subempleo o agarrados con las uñas de alguna plaza laboral, pero en condiciones verdaderamente medievales. Lo anterior, porque el michoacano se animó a decir: “trabajo para todos y parejo”.
Las urgencias de los mexicanos que sobreviven en las condiciones descritas obligan a creer (como antes en aquello del “presidente del empleo”) que, con base en dicha declaración, por fin la economía nacional generará empleo para todos y en condiciones parejas, porque mucho tiempo ha transcurrido sin que ello se registre.
Lástima, pero el inquilino de Los Pinos se refería a otra cosa muy distinta, es decir, que él labora “para todos y parejo” sin importar la filiación partidista de los mexicanos, declaración que no pasa de ser una cruel manifestación de humor negro.
Hace tiempo que al inquilino de Los Pinos no se le escucha referencia alguna sobre “las cifras históricas” que presumía su gobierno en materia de empleo. Tampoco la propaganda oficial reivindica al “presidente del ídem”, y la estadística que sobre este tema elabora, conjuntamente la Secretaría del Trabajo y el IMSS se trunca en abril de 2008. ¿Qué habrá pasado con el maravilloso recuento de las muchísimas plazas generadas, así sea en el discurso?
De entrada, que la metodología utilizada para contabilizarlas estaba equivocada, según reconocimiento oficial, y mientras el michoacano presumía incrementos tras incrementos en este renglón, la realidad indicaba exactamente lo contrario. Así, por “errores metodológicos” el Instituto Mexicano del Seguro Social “(con el visto bueno de la STPS) incorporó” 650 mil inexistentes puestos de trabajo a su registro de empleo formal, o lo que es lo mismo plazas nunca creadas pero sí sumadas a la relación de “cifras históricas” presumidas por Fox y Calderón.
Lo anterior se traduce, como promedio en el periodo de “errores metodológicos”, en alrededor 220 mil plazas anuales inexistentes que fueron sumadas al discurso triunfalista, pero que en los hechos deben descontarse de las “cifras históricas” oficiales para 2005 (desde abril), 2006, 2007 y 2008 (hasta igual mes), de tal suerte que a la de por sí raquítica generación de puestos de trabajo formal, ahora hay que restar esas 650 mil plazas. Falta por conocer la estadística de mayo y junio.
Cuidado, entonces, con eso de “trabajo para todos y parejo”, porque, más allá del humor negro, en los hechos la tendencia laboral es a la inversa. Las más recientes cifras oficiales, las del INEGI, revelan que al cierre de mayo pasado la tasa de desempleo abierto llegó a 3.24 por ciento de la población económicamente activa, una proporción ligeramente superior a la de igual mes de 2007. Así, en el sector formal o en el informal, en términos netos no se generó un solo empleo en 12 meses.
El panorama, pues, no es grato y resulta aún menor si se incorporan algunos elementos del informe Panorama del Empleo 2008 elaborado por la OCDE y divulgado ayer, entre los que destaca que seis de cada 10 mexicanos en edad y condiciones de trabajar lo hacen en el sector informal de la economía, con toda la precariedad que ello implica. Si se agrega la feroz discriminación laboral y la creciente desocupación entre la población juvenil (arriba de 6 por ciento) la realidad laboral en México se muestra en su exacta dimensión.
En su informe la OCDE subraya que el empleo informal “tiene niveles muy altos en México y su erradicación conlleva una política exhaustiva de reducción de costos y de aumento de beneficios del trabajo en el sector formal para las compañías y los trabajadores asimismo como la aplicación de las reglamentaciones existentes. El empleo informal es más frecuente entre los trabajadores con más desventaja en el mercado laboral: las mujeres, las personas poco cualificadas, los jóvenes y los trabajadores mayores. La mayoría de los trabajadores del sector informal obtiene un salario inferior a lo que ganarían en el sector formal, lo cual evidencia que el empleo informal es una estrategia de supervivencia, especialmente dada la ausencia de seguro de desempleo. Por otro lado, el trabajo no declarado puede considerarse como una decisión propia para el escalón superior de los trabajadores por cuenta propia. Una estrategia multifacética es necesaria para reducir los costos y aumentar los beneficios del trabajo en el sector formal”.
Por si fuera poco, la citada organización resalta que en México casi la mitad de las mujeres de 25-54 años no trabaja, “representando el peor resultado del área OCDE, después de Turquía. Esta situación contrasta en gran manera con la situación del mercado laboral masculino: 93 por ciento ocupa un empleo, constituyendo la tasa de empleo más elevada de la OCDE, después de Islandia. La inversión en capital humano es crucial en México puesto que contribuiría no sólo a la prosperidad económica, sino también a la igualdad de género. La titulación representa sólo parte de la historia puesto que a todos los niveles de educación, las disparidades de género son mayores que en la media de la OCDE: la diferencia entre las tasas de empleo masculina y femenina para personas con educación primaria es dos veces mayor que en la media de la OCDE, pero para la población con educación terciaria sigue siendo 1.7 veces mayor. Las Perspectivas de empleo de la OCDE señalan que la discriminación laboral podría ser un factor importante en este campo”.
Dirán en Los Pinos, como acostumbran, que la situación laboral en México “es mejor que otros países”, pero los mexicanos no viven en Zimbabue.
Las rebanadas del pastel
De tanto golpe recibido, el presidente del Senado y de la Comisión Permanente, Santiago Creel, quedó sordo. Ayer pidió a los legisladores “no irse de vacaciones en agosto para analizar la posibilidad de celebrar un periodo extraordinario de sesiones y dictaminar la iniciativa presidencial de reforma energética”. EL FAP ha dejado claras las cosas, pero apenas un día antes y en nombre de su partido, el presidente de la Comisión de Energía del Senado, Francisco Labastida, dejó en claro que “no habrá albazos ni privatización; lo hemos dicho en todos los tonos. ¿En qué tono quieren que se los explique? ¿En do, re, mi?”
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