Carlos Fernández-Vega
La ''estabilidad y certidumbre'' mantienen en la pobreza a 50% de los mexicanos, hunden la clase media y concentran lo ya concentrado.
Depauperados de este heroico país podéis dormir en paz: el inquilino de Los Pinos os promete mantener "estabilidad y certidumbre económica" en México, aunque no sirvan para impulsar el crecimiento, mucho menos el desarrollo, pero sí para concentrar aún más la riqueza y el ingreso.
Dijo el inspirado michoacano, en igual tono que su predecesor, que "hoy tenemos estabilidad y certidumbre económica como México no había tenido en muchos, muchísimos años", lo cual si bien no falta a la verdad tampoco ha servido para mucho, más allá del discurso.
En efecto, la economía mexicana va para una década sin mayores sobresaltos (léase macro devaluaciones, crisis de liquidez ("problemas de caja", diría Jesús Silva Herzog), inflación galopante y demás bellezas), pero igual acumula un periodo similar (rezagos históricos aparte) sin que los indicadores de bienestar social para el grueso de la población reporten mejoría.
La mayoría de los mexicanos no encuentra mayor diferencia entre morir de hambre con inflación galopante o sin ella; mantenerse en el desempleo abierto con reservas internacionales históricas o con las arcas vacías; obtener, en el mejor de los casos, salarios de hambre con la deuda externa controlada o a punto de estallar; ser un expulsado económico y emigrar al extranjero con estabilidad y certidumbre económica o con ausencia de ambas o, en fin, como en las películas de Chaplin, adherirse a la vitrina del restaurante (en la parte externa) para observar el festín de los escasos comensales (en la parte interna), con o sin déficit cero.
Más allá de que es su obligación mantener el barco en equilibrio, el inquilino de Los Pinos repitió lo dicho por, cuando menos, sus cuatro antecesores en la silla: "hoy están dadas las condiciones para financiar el desarrollo", y éste, como en esa cuarteta de gobiernos, brilla por su ausencia.
Siendo optimistas, la "estabilidad y certidumbre económica" que celebra Calderón (la cual, desde luego, no se ha prolongado por "muchos, muchísimos años") se ha traducido en un raquítico "crecimiento" (2.3 por ciento como tasa promedio anual) y en prácticamente nulo desarrollo.
Si atendemos las cifras más alegres (las oficiales), esa "estabilidad y certidumbre" ha mantenido en la pobreza a 50 por ciento de la población, hundido a los otrora orgullosos clase medieros, concentrado lo de por sí concentrado, y robustecido las sólidas fortunas de unos cuantos, quienes obviamente coinciden con el inquilino de Los Pinos.
El discurso calderonista resulta igual de fatuo que el de su predecesor, quien a su vez copió el del antecesor (etcétera, etcétera). ¿Se puede sostener, sin sonrojarse, que "vamos de maravilla" en un país con la mitad (cifras oficiales) de su población en el hoyo y torada al olvido? El michoacano dice que sí, y lo repite todos los días suponiendo que con ello oculta una realidad lacerante.
Calderón, pues, promete "estabilidad y certidumbre económica", pero no se compromete a garantizar crecimiento y desarrollo. También es el "presidente del empleo", pero de inmediato sacó las manos del asunto, porque, dice, eso es responsabilidad de "sociedad y empresarios".
Nada tangible para el crecimiento y el desarrollo nacionales, pero tal como lo hizo Fox ya echa números y proyecciones de dónde se ubicará la economía mexicana dentro de algunas décadas. Primero dijo que en la quinta posición internacional, pero ya se anima con la cuarta. Fox presumía la novena y la realidad la ubicó en la catorceava. A los dos les desagrada el presente, por lo que es necesario jugar con el futuro, aunque sus cábalas suelen fallar por kilómetros.
Para ocupar la cuarta o quinta posición en el ranking mundial, la economía mexicana tendría que multiplicarse por cinco, o más, y si se parte del hecho de que en los últimos 25 años el logro mayor ha sido que la tasa anual promedio de crecimiento sea ligeramente superior a 2 por ciento, entonces será necesario consultar el calendario del siglo XXX.
Con todo, mientras Calderón y sus guajiros hacen cuentas alegres con vista a un futuro celestial (como lo hizo Fox en el "cambio"), otros ponen los pies en la tierra y comienzan a reducir las por sí precarias perspectivas económicas para el país en 2007, no para 2040, con todo y la envidiable "estabilidad y certidumbre".
De entrada, la estimación original del gobierno calderonista compromete una tasa de ''crecimiento'' de 3.6 por ciento en 2007, con todo y el aviso previo de la desaceleración en el ''motor del mundo'', la economía estadunidense. Sólo un trimestre y pico después, el Fondo Monetario Internacional la redujo a 3.4; otros organismos la han llevado a 3.2 o 3 por ciento, y en algunos casos instituciones privadas calculan 2.6 por ciento, si la tormenta en el vecino del norte es mayor a la prevista. Y para 2008 la proyección es igualmente famélica, a pesar de la "estabilidad y certidumbre".
Entonces, si esa es la base para lograr que la economía mexicana ocupe la cuarta o quinta posición internacional de aquí a unos años, habrá que tomarlo con mucha calma, pero el gobierno calderonista debería tomarlo más en serio y dejar los juegos y las apuestas para mejor ocasión.
Las rebanadas del pastel
En efecto, "vamos de maravilla". Promedio diario de soldados gringos muertos en Irak desde la invasión en marzo de 2003: 2.3... Promedio diario de asesinatos en México desde el inicio del gobierno calderonista: 5.6.
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