Julio Pimentel Ramírez
Cada vez es más claro, o debería serlo, que el capitalismo en su fase neoliberal ha sumido al mundo en profundas contradicciones que han colocado a la humanidad, y a la naturaleza en que habita, a punto del colapso. Esto se hace patente al constatar que un puñado de transnacionales y gobiernos que los representan concentran en sus manos el poder económico, político y militar, al tiempo que miles de millones de personas sobreviven en la pobreza que tiende a profundizarse con la crisis alimentaria mundial.
El modelo irracional de "desarrollo" capitalista y sus efectos devastadores se extienden a todos los rincones del planeta, lo mismo con la hambruna que cual "tsunami silencioso" deja sentir sus horrores sobre niños, mujeres, ancianos y hombres de Africa, Asia y América Latina, principalmente; que como con los fenómenos naturales, que contienen en sí vectores modificados por la acción irracional del hombre, que dejan sentir su potencia destructora sobre los sectores menos favorecidos, que es como denominan a los pobres y desposeídos los modernos sociólogos del sistema dominante.
No se trata de que México haya padecido una década perdida, como afirma un cínico y olvidadizo ex presidente mexicano que como el actual inquilino de Los Pinos accedió al poder mediante descomunal fraude electoral, sino que desde principios de los ochenta pasamos de un modelo económico agotado, autoritario, depredador y corrupto con alta presencia estatal, a otro igual o más de depredador y corrupto, con el agravante de que al desmantelar parte del viejo corporativismo elimina estructuras económicas y de atención social, lo que agrava la situación de la mayoría de mexicanos.
En los últimos veinticinco años los mexicanos hemos sido testigos de cómo los gobiernos de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y ahora Felipe Calderón, han instrumentado el mismo proyecto económico –con matices políticos que los hacen diferentes en apariencia sin modificar la esencia que los hace similares- que ha concentrado la riqueza en unas cuantas familias que lucen su nombre en la lista Forbes, entre ellas la de Carlos Slim, al tiempo que han destruido el campo y la industria nacional, han incrementado el desempleo y con ello la migración, han desatado la violencia del narcotráfico y la delincuencia organizada, entre otras muchas consecuencias que parecen cancelar el futuro de las nuevas generaciones.
Llama la atención que en su reciente visita Robert B. Zoellick, presidente del Banco Mundial, a tono con el cinismo salinista haga un llamado de alerta por la crisis alimentaria mundial, que indefectiblemente afecta ya a México, para que se atienda a los sectores marginados, cuando han sido las políticas de las instituciones financiera internacionales, instrumentos del capital financiero internacional, las que impuestas a los gobiernos de los llamados países subdesarrollados y en desarrollo han sumido en la pobreza a miles de millones de personas.
Es claro que entre los factores que explican el incremento de precios de los alimentos se encuentra el alto precio de los combustibles, la presión del uso de alimentos para producir biocombustibles, los cientos de millones de chinos e hindúes que consumen más alimentos gracias a la pujanza de sus economías, no debemos olvidar que la especulación capitalista es consustancial a ese modo de producción y distribución, sobre todo en un régimen que como el mexicano cuenta con débiles mecanismos de control.
A modo de ejemplo vemos que se informa que productores de carne de pollo, res y cerdo provocaron en los pasados días una escalada de precios en los productos al consumidor final, que en algunos casos ya alcanzan incrementos de 53 por ciento.
Tan sólo el corporativo Bachoco, cuyo dueño es el actual gobernador de Sonora Eduardo Bours, el más grande productor de carne de pollo en el país, anunció a sus distribuidores al mayoreo una alza de 2 pesos en la variedad de pierna y muslo, con lo que en el último mes este alimento pasó de 17 a 26 pesos por kilo. Comerciantes mayoristas del producto informaron que otros grandes productores como Pilgrim’s Pride y Tyson seguirían a su competidor.
El Banco de México y representantes de la administración federal se han visto obligados a reconocer que la inflación va a la alza, pero son los consumidores, sobre todos aquellos que tienen ingresos bajos y que destinan un porcentaje elevado de su dinero en alimentos, los que ven con preocupación que cada día llevan menos productos a la mesa.
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