El deterioro ambiental puede llegar “a los límites de la seguridad nacional”, Mireya Ímaz
Mariana Norandi
Si no se aplica una política más agresiva para conservar los recursos naturales del país, México hipotecará su independencia y su soberanía nacional, aseguró Mireya Ímaz Gispert, coordinadora del Programa Universitario de Medio Ambiente (PUMA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Maestra en ecología y ciencias ambientales, Ímaz Gispert subrayó en entrevista con La Jornada que, debido a la vertiginosa pérdida de nuestro patrimonio natural, “estamos llegando a los límites de la seguridad nacional” y, ante esta amenaza, la institución debe empezar a poner “el dedo en la llaga” para incidir en las políticas públicas medioambientales.
Mireya Ímaz, quien anteriormente fungía como directora del Programa de Sustentabilidad de la Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal, asumió la coordinación del PUMA el pasado 9 de junio por designación directa del rector José Narro Robles, quien le encargó fortalecer dicho programa y así poder colocar a la UNAM en un papel social y políticamente más activo frente a la evidente degradación ambiental.
–¿Qué papel debe jugar la institución universitaria en el tema medioambiental?
–La UNAM es la mejor universidad de hispanoamérica y por eso tiene una gran responsabilidad en la generación de conocimientos; en el procesamiento de la información; así como en producir propuestas y alternativas en el uso, manejo y proyección de nuestros recursos naturales.
“Por otro lado, también tenemos una responsabilidad muy grande en términos de educación. Por aquí pasan cada año varios miles de estudiantes y debemos ir transformando en ellos la forma de percibir la visión del uso de los recursos naturales y de cómo pueden ir generando cada vez más una cultura ambiental de coexistencia pacífica con el medio ambiente.
“En tercer lugar, somos una de las pocas instituciones del país en que la gente confía, y por eso tenemos que ser una bisagra que articule las necesidades de la sociedad con el saber que la universidad está generando y viceversa. Podemos ayudar a resolver problemas de afuera no sólo con un diagnóstico, sino con una orientación en el manejo y uso de los recursos naturales.
“Y además es muy importante desarrollar un sistema integral de administración ambiental en el interior de la universidad. Tenemos que ser el ejemplo en cuestiones como en el manejo de residuos, ahorro de agua, de energía o de compras verdes. Si no empezamos en casa, difícilmente nos podremos presentar como un traductor en otras regiones y presentar alternativas de solución.”
–¿Asume un PUMA que viene debilitado?
–No es que estuviera debilitado, lo que ocurre es que se había enfocado más que nada a temas de calidad de aire y agua y, por otro lado, la problemática política del país había opacado a la problemática ambiental. Ahora queremos abrir la gama de proyectos y reforzar los anteriores porque el tema ya nos está ganando.
“El medio ambiente no es relevante para nadie hasta que se vuelve un problema, y ya ha llegado ese momento. Hoy las posibilidades de desarrollo de un país están indisolublemente ligadas a la calidad de sus recursos renovables y no renovables, puesto que esta diferencia es cada vez menos clara. Por ejemplo, antes, las selvas eran renovables, pero hoy, tenemos menos del 10 por ciento de estos ecosistemas de los que teníamos originalmente en este país; ese recurso se está perdiendo porque las selvas hoy son potreros, zonas agrícolas o ciudades. Estamos llegando a un límite en términos de seguridad nacional y desarrollo del país, y si no hacemos un alto y empezamos a ver que las posibilidades de nuestro desarrollo están íntimamente ligadas con la conservación de nuestros recursos, vamos a acabar perdiendo nuestra soberanía nacional. Para no hipotecar nuestra independencia, los tres niveles de gobierno deben asumir una política más agresiva en temas de biodiversidad, agua y energía.
“Por otro lado, necesitamos que los universitarios empiecen a participar en los debates ambientales del país porque tenemos expertos en todas las áreas del medio ambiente y la sociedad no los está oyendo. No sólo deben entrar en el debate, sino también hacerlos partícipes y que sus conocimientos empiecen a tener mayor peso en las planeaciones políticas medioambientales del país.
–¿Cómo puede incidir las UNAM con sus conocimientos en la mitigación de los impactos del cambio climático?
–Hay una parte muy importante que es la simulación y modelación de lo que significaría el cambio climático en el territorio nacional. Dónde y cómo se va a impactar el país en función de los modelos de cambio climático; dónde va a haber mayores temperaturas, más o menos lluvias; o cuánto y dónde va a subir el nivel del mar. Todo este conocimiento puede ayudar a los gobiernos a diseñar políticas de mitigación y enfrentar el cambio climático en mejores condiciones. Si no conocemos la vulnerabilidad del territorio, nos va a tomar desprevenidos y en 10 o 15 años las consecuencias del cambio climático nos va a pegar por todos lados y no vamos a tener capacidad para responder.
No sólo es el petróleo
–¿Confía en que las autoridades gubernamentales incluyan en sus políticas públicas el conocimiento que se genera en los centros de educación superior y, en particular, en esta máxima casa de estudios?
–Pueden hacerse de la vista gorda como se ha hecho en los recientes decenios, pero la universidad debe empezar a poner el dedo en la llaga. Existe una desconexión entre la universidad y los que están tomando las decisiones políticas, pero hay que construir ese puente donde haya un flujo de información de ida y vuelta.
“Por ejemplo, todavía el costo ambiental no está dentro de las cuentas que se hacen para definir el costo-beneficio de una acción. Cuando empecemos a tener en cuenta esa ecuación ambiental, vamos a tener que ajustar nuestras decisiones. Y esto no sólo en la cuestión del petróleo, sino en las políticas del campo o los bosques. Hoy tenemos un campo abandonado, que no genera el alimento necesario para el país y que las decisiones que se han tomado han llevado a problemas como la pérdida y erosión de suelos; pérdida de cultivos de autosuficiencia, secamiento de acuíferos o el riesgo que está corriendo el germoplasma con los organismos genéticamente modificados. La universidad tiene que jugar el papel de generar información y proporcionar datos duros para todos aquellos que le den un uso útil, bien sea sociedad o gobierno.”
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