Trabajo infantil, el otro rostro de la pobreza
México, D.F., 16 de junio (apro).- La explotación laboral infantil es un fenómeno alarmante en el país frente al que no existen políticas encaminadas a erradicarla. Ni siquiera hay datos actualizados, pues la única medición realizada por el INEGI data de 2002 y ella arrojó la existencia de 3 millones 300 mil menores, de entre 6 y 14 años, desempeñando tareas productivas.Así lo informó la organización Thais Desarrollo Social durante la presentación del “Informe sobre explotación laboral infantil y adolescente en México”, que se llevó a cabo en un hotel capitalino.En el reporte se desnudó una alarmante realidad en materia laboral, como el desempleo, que orilla a los adultos a enviar a los niños a trabajar para ayudar a solventar los gastos del hogar.A unas horas que se conmemore el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, Angélica González, del Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal); Mario Luis Fuentes, del Consejo Consultivo de la Unicef; Norma Barreiro, presidenta de Thais Desarrollo Social, y José Woldenberg, director de la revista Nexos, presentaron el informe que expone datos alarmantes sobre la explotación infantil.Subrayan que el trabajo infantil en México se da en condiciones de explotación, un fenómeno “invisible” con excepción del que se realiza en las calles y cruceros de las ciudades.“Las niñas y los niños trabajadores no están presentes en las estadísticas, tampoco son visibles ante la sociedad y, lo que es más grave aún, son invisibles dentro de las políticas públicas de atención a la infancia”.El reporte se realizó con datos del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), dependencia que efectuó en el 2002 la única medición de trabajo infantil.
Casi 2 millones, en labores domésticas
Se contabilizaron 3 millones 300 mil niños, de los que 1.8 millones desempeñaban labores domésticas con exclusión del ejercicio pleno de sus derechos, mientras que el trabajo económico comprometió a 1.5 millones de menores.“El 43% del trabajo infantil se concentró en cinco estados: Veracruz, Chiapas, Puebla, México y Jalisco. En los dos primeros estados se reportaron los mayores porcentajes”, indica el reporte.El 63% de los infantes declararon que trabajan para ayudar a su familia, mantenerse ellos mismos o continuar sus estudios. En particular, las mujeres menores de edad trabajan en hogares haciendo labores domésticas para terceras personas.En 2004, del total de adolescentes que trabajaron, 5.8% hizo servicios domésticos en hogares a terceros. En el Distrito Federal este fenómeno ascendió a 13.4% de los adolescentes entre 12 y 17 años. “Es decir, en todo el país 118 mil 262 niñas y adolescentes realizan labores de privacidad en los hogares, situación de gran riesgo de abuso físico, mental y emocional”, indica el estudio.Parte del fenómeno radica, según los especialistas, en que no existen políticas por parte del gobierno para terminar con el trabajo infantil o, por lo menos, garantizar que los menores que laboren lo hagan en condiciones óptimas, como cualquier trabajador reconocido por la Ley Federal del Trabajo (LFT).
El Convenio 138
Angélica González comentó que el desempleo y la pobreza son parte del problema que orilla a los adultos a mandar a trabajar a sus hijos pequeños, convirtiéndose así en una condición de ayuda en los hogares, “por lo que se debería luchar por sus derechos como trabajadores”, dijo.No obstante, consideró que no deberían laborar menores de 14 años, pues el Convenio Internacional 138 --que por cierto no ha ratificado México-- establece los 15 años como edad mínima para conseguir un empleo.“Hay incongruencia del Estado para cumplir con estas obligaciones”, denunció.Por su parte, Fuentes destacó que este problema responde a la pobreza en México, la que tiene rostro infantil, pues de los 43 millones de pobres, 23 millones son niños. En este contexto, consideró que el gobierno debe reconocer que existe trabajo infantil en México para amortiguar sus abusos.Barreiro criticó que exista una desarticulación de los programas sociales destinados a los niños en las dependencias del gobierno federal, pero también del gobierno capitalino, pues se limitan a la inspección laboral, aceptando incluso que los jornaleros agrícolas tengan su propia normatividad y contraten menores para jornadas extenuantes. O que solamente los DIF municipales atiendan a niños en situación de calle.“Esta administración capitalina no tiene ojos para ver a los niños. Incluso, la Secretaría del Trabajo del Distrito Federal firmó un convenio con supermercados para establecer las condiciones laborales de los ‘cerillos’, los niños que meten en bolsas los productos que compró el cliente, violando la ley”.Para Woldenberg este es un fenómeno “imposible de resolver”, pues excluye a los menores de derechos sociales y laborales, lo que de por sí merma su eventual defensa.Criticó que incluso las cifras del INEGI no hayan tenido un seguimiento. Ni siquiera se sabe a ciencia cierta si los niños que trabajan van a la escuela.Destacó el caso de los niños jornaleros que laboran seis días a la semana, aunque 35% del total, es decir 94 mil 795 niños, carezcan de un día de descanso. Además, las niñas indígenas ofrecen trabajo doméstico por bajísimas remuneraciones.Por todo ello urgió al gobierno a convertir en realidad lo que es ley nacional e internacional, es decir, la prohibición del trabajo infantil.
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