Antonio Gershenson
La primera etapa de la consulta –que se llevó a cabo hace dos domingos en el DF y en 10 estados– mostró consenso en torno al No a la iniciativa gubernamental en materia de petróleo. Hoy será la segunda, principalmente en estados del sur y el sureste. Pero ya antes, durante el foro llevado a cabo en el Senado, hubo puntos en los que hubo un nivel mayor de consenso que en otros en cuanto a lo que sí hay que hacer. En algunos casos, ni siquiera los senadores del PAN presentes impugnaron a los ponentes que plantearon y defendieron dichos puntos.
No está de más recordarlos ahora que se perfila un nuevo debate, esta vez en torno a la Cámara de Senadores, que tiene en sus manos ya dos iniciativas, y muy probablemente tenga una tercera en lo que queda del mes. Los puntos con más consenso, hasta donde yo los puedo captar, son:
Integración de Pemex en un solo organismo. La división ha causado muchos problemas. Lo más absurdo es que entre sí, los “pedazos” se tienen que vender y comprar sus productos a los llamados precios del mercado, que son los de Estados Unidos, mucho más caros que los costos reales de aquí. Además, en vez de que funcionen de manera integrada, tienen problemas entre sí. Y tienen aparatos burocráticos no duplicados, sino cuadruplicados, por ser cuatro “subsidiarias”.
Fuera la Secretaría de Hacienda de Pemex. Esta secretaría autoriza y desautoriza proyectos y obras y, en general, tiene un papel decisivo en el funcionamiento interno de la paraestatal. Ya no digamos que la deja sin dinero. “Es la que nos da y nos quita los centavos”, diría un funcionario de Pemex hace ya años. Esta demanda va de la mano con la necesidad de recursos suficientes para Pemex.
Autosuficiencia en gasolina, diesel y otros refinados. Esto incluye, por un lado, nuevas refinerías de Pemex, no de trasnacionales. Por otro, unidades para remover el exceso de azufre, siendo éste además un pretexto para no propiciar el uso de coches con motor diesel. Y contener el derroche de combustibles, en especial de gasolina, con vehículos más eficientes –empezando por los híbridos, que consumen hasta la mitad de gasolina que los convencionales–, así como medidas de racionalización del tránsito en las ciudades y en las carreteras.
Retorno de más funciones a Pemex en la petroquímica. Incluso empresarios consideran que los pasados intentos privatizadores, seguidos de plantas cerradas y líneas de producción descontinuadas, fueron un fracaso. Lo que se ha logrado es un aumento descomunal en las importaciones de petroquímicos, a precios altos. En especial, han causado daño los aumentos al precio de los fertilizantes.
Alto a la corrupción. No es un problema exclusivo de Pemex, pero donde hay más dinero la corrupción es también más cara para el país. Una de las formas que más daño ha causado es el contratismo, lleno de vicios y favoritismos.
Las dos iniciativas ya existentes en el Senado, enviadas y presentadas una por Calderón y otra por Beltrones, no atacan estos problemas, en algunos casos los agravan, como es el de la propuesta de pulverizar Pemex en muchos organismos, que serían regidos por decreto presidencial, no por las leyes aprobadas por el Consejo de la Unión. Otro, la manía privatizadora, sea con el disfraz de la maquila con refinerías privadas o con las llamadas desincorporaciones, eufemismo por privatizaciones.
De ahí que sea muy importante la próxima presentación de la tercera iniciativa. Ésta debería contener los puntos mencionados y otros más. En las próximas semanas veremos el desenlace de la confrontación, no simplemente de estas iniciativas, sino de qué medidas truculentas se usen para querer imponer un conjunto de iniciativas inaceptables, y de qué formas de acción y movilización se vayan a usar para confrontar esas medidas.
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