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Entrevista de López Obrador con Armando Bartra
(publicado en La Jornada del Campo el 14 de octubre de 2008)
Con un ritmo semanal de dos o tres mil kilómetros recorridos, de 24 a 26 municipios visitados y una participación en cada gira de alrededor de 10 mil personas, Andrés Manuel López Obrador es testigo privilegiado del ánimo del México rural. En los pueblos observa problemas (migración, carestía de insumos productivos y alza de los alimentos, entre los más comunes), pero encuentra igualmente hombres y mujeres valientes y generosos que tienen claro lo que se necesita hacer, y encuentra también historia viva, como el pensamiento de Ricardo Flores Magón, que aún se debate en Lampazos, Nuevo León, cuna del magonista Antonio Villareal. Y en esa gente buena y esa historia profunda se sustenta la confianza de AMLO en el éxito del movimiento que encabeza.
AB: ¿Cómo ves el campo?
AMLO: ¿Te acuerdas cuando hablábamos del proceso de descampesinización? Yo tenía esa preocupación, porque todo iba para allá. Pero no han podido, es tan fuerte la historia y la cultura de este país que le permite enfrentar las peores calamidades. Los productores siguen trabajando la tierra, no hay un abandono total. Aunque las motivaciones son distintas: en el centro y el norte es más la rentabilidad económica, mientras que en el sur y el sureste el apego tiene que ver con la subsistencia y con la cultura.
Sin embargo la situación es muy grave. Acabo de estar en Manuel Benavides, un pueblito fronterizo cercano a Ojinaga. Ahí tenemos la reunión en la plaza. Hay como 50 adultos. Empiezo a platicar con ellos: enfermos, pobres, diabéticos, ciegos, una situación terrible. Volteo y no veo ningún joven. Y la pregunta es ¿dónde están? Pues, o se fueron a trabajar al otro lado o andan con el narco. Es decir, en cualquier parte menos siguiendo la vida de sufrimiento de sus padres. Y es que en Benavides se dedicaban a la candelilla y cuando empezó la política neoliberal les quitaron todos los apoyos. Entonces las cárceles están llenas de jóvenes y al gobierno sólo se le ocurre poner más policías, más soldados…
AB: ¿Cómo se liga la soberanía energética que reivindicas con la alimentaria?
AMLO: Están estrechamente relacionadas. Lo hemos dicho: los dos ejes para la recuperación económica del país son autosuficiencia en alimentos y desarrollo del sector energético. Lo que necesitaría hacer el gobierno es apostar a la autosuficiencia en básicos y a darle valor agregado al petróleo crudo, construyendo refinerías. Por muchas razones el presupuesto debería de reorientarse a esos dos propósitos: para generar empleo, atemperar el fenómeno migratorio y reducir el déficit comercial, que descontando exportaciones de petróleo, este año crecerá en 15 mil millones de dólares y 85 por ciento del alza será por compras de alimentos y de productos petrolíferos. Entonces es un absurdo desatender estos dos renglones.
Cuando los gobiernos del PRI empezaron a desmantelar la política de fomento productivo y se abandonó el campo, le preguntaron a Pedro Aspe si no resultaría contraproducente retirar apoyo a los productores y depender de importaciones. Y él respondió que no había problema, que en un mundo globalizado se podía importar lo que hiciera falta. Ahora, cuando empieza a pegar la carestía porque sube el precio de la tortilla, del frijol, del arroz, del aceite… Calderón sale a decir que vamos a comprar los alimentos en el extranjero. Es la misma concepción, no aprenden.
AB: Anunciaste hace más de un año que la crisis nos iba a pegar y ya nos pegó. ¿Qué hacer?
AMLO: En nuestro plan anticrisis un punto fundamental es el campo. En el discurso del 28 de septiembre en el Zócalo pronostiqué que ante la caída del precio del petróleo crecería el déficit comercial y ocurriría lo que ya está sucediendo: una devaluación. Y pronto no va a haber dinero para importar algo así como 50 por ciento de las gasolinas y de los alimentos, que están cada día más caros. Hasta agosto la defensa del petróleo era tema central. Y aún lo es, pues posiblemente en unos días nos tengamos que movilizar por eso. Pero a partir de septiembre dimos un giro y sin dejar el tema petróleo, comenzamos a hablar más de la crisis y cómo enfrentarla. El discurso del 15 fue enfocado a la crisis económica, la social y lo que está sucediendo en materia de seguridad.
AB: ¿Será que el PRI recupera espacios aprovechando la situación?
AMLO: El PRI y el PAN son lo mismo. La franquicia de los dos está en manos de la oligarquía, que utiliza a uno u otro según convenga. No importa que le vaya mal al PAN si le va bien al PRI, porque al final son lo mismo. Te puedo decir que están proyectando a Peña Nieto para el 2012, que su jefe de campaña es Carlos Salinas, su jefe de prensa Emilio Azcárraga, su secretario de finanzas Roberto Hernández y en agricultura a lo mejor ponen a Fox, a Roberto González o a Servitje.
Pero es difícil que la gente vuelva a creer en el sofisma neoliberal. Ese discurso llegó a impactar mucho. Ahora ya no, está desgastado, se está cayendo por su propio peso. Lo que estamos viviendo con el neoliberalismo es similar a lo que ocurrió con el derrumbe de la Unión Soviética.
AB: Ante esto ¿qué le toca hacer al movimiento social y qué a los actores políticos?
AMLO: El trabajo con la gente ha evitado que se destruya el movimiento. Sin eso no tendríamos la capacidad de movilización que tenemos. Además no hay otro recurso. No contamos con la oligarquía ni con los medios —salvo honrosas excepciones—, y debemos apoyarnos en la gente. Nuestra apuesta es el pueblo. Yo consideraba que si consolidábamos el apoyo de 20 por ciento de la población —alrededor de 15 millones de ciudadanos— íbamos a sobrevivir políticamente. Esto es lo cuantitativo y lo hemos conseguido. Lo cualitativo es el nivel de politización. Es sorprendente. Puedo ir al municipio más apartado, aislado, pobre y encuentro un dirigente campesino, un maestro, una mujer, que tiene muy claro lo que está sucediendo y lo que se necesita hacer. Si no fuese por eso, yo no aguantaría, ni física ni moralmente.
Pero también tenemos que apoyar a los partidos y a los candidatos del Frente Amplio Progresista (FAP) porque así conviene al movimiento en el propósito de transformar al país. No se trata de un fin en sí mismo, es un medio. Sabemos por ejemplo que si son electos diputados cien mujeres y hombres del FAP, posiblemente 30 van a tener una actitud progresista, mientras que 70 van a actuar con la lógica de la política tradicional y a lo mejor algunos terminan de echarse a perder en la Cámara. Pero lo importante es que se avance. Porque si nos va mal en la elección intermedia de 2009, esto daña al movimiento y si nos va bien, ayuda. Pero no vamos a transformar al país con ganar un determinado número de diputados en el Congreso o pensando que en las Comisiones y reformando leyes se resolverán los problemas de México. Ése es un medio.
Las organizaciones son importantes, siempre y cuando no se deje de pensar en la transformación. A veces las organizaciones campesinas se quedan en ayudar, apoyar a los agricultores, sin ver el otro mundo. Pero lo peor es lo que sucede en los partidos de izquierda, donde muchos sólo piensan en los cargos, en cómo ser regidores, presidentes municipales, diputados, estar en la lista plurinominal. No les importa si va bien o mal el movimiento.
AB: Tu apuesta es por el movimiento social. Y esto es chocante, pues cierta izquierda piensa que lo fundamental es el partido y ocupar puestos públicos. Tú ahora ves las cosas al revés. ¿Cómo llegaste a esa conclusión?
AMLO: Es una buena pregunta. Hay una gran decadencia, una gran descomposición. Y no vamos a poder los mexicanos salir adelante, no vamos a poder enfrentar los grandes problemas, sin una transformación profunda de la vida pública. Y esta transformación no se va a dar en el molde de la política tradicional, ni se va a dar de arriba para abajo. Tiene que darse a partir de un movimiento de renovación. Como decían los magonistas: sólo el pueblo puede salvar al pueblo, sólo el pueblo puede salvar a la nación. Y esto tiene dos aspectos: ayudar a detener el empobrecimiento y defender el patrimonio de la nación. Si hay una organización que se ocupa de la comercialización del café, allí está defendiendo al pueblo, ayudando a que la gente tenga más ingresos, pero al mismo tiempo hay que estar pensando y trabajando en la transformación profunda del país. Porque no vamos a lograr nada si no hay una transformación profunda. Ni en los estados donde gobernamos se pueden lograr cambios de fondo con esta política económica; por ejemplo, ¿qué puede hacer un gobernador con la carestía o el desempleo?, muy poco. Por eso se tiene que apostar al cambio del modelo político, económico y social.
Y hablo de transformación, pues no es sólo lo económico, no es sólo lo material. Para mí lo más importante es que podamos crear una nueva corriente de pensamiento, una renovación que comprende todos los campos al mismo tiempo: la forma de hacer política, el modelo económico, la justicia social, pero también el fortalecimiento de los valores, una revolución de la conciencia.
Esto es aun más importante porque tenemos muchos valores, porque es extraordinario el potencial cultural y la inmensa bondad que hay en el pueblo de México. Ése sí es un tesoro. Los pueblos que van salir adelante con más facilidad en un mundo globalizado son los pueblos con cultura, y nosotros tenemos una cultura milenaria. Porque, de otro modo, aunque logremos avances en lo material no vamos a lograr la felicidad de la gente, que debe ser el propósito fundamental.
AB: Tu énfasis en la ética, la austeridad y la historia te hacen un político atípico.
AMLO: Las tres cosas son fundamentales. La ética es lo que te da fuerza, si no entendiera que la política es un imperativo ético, no podría ser un dirigente de oposición. No podría enfrentar a los adversarios que te quieren destruir. Pero si tienes en todo una actitud ética y no encuentran debilidades, no van a poder contigo. En cuanto a la austeridad, no es asunto administrativo, sino de principios. ¿Te imaginas que tengas dos, tres carros último modelo, una residencia, cómo vas a hablar a favor de los pobres? La historia es fundamental. En ella están todas las enseñanzas. Algunos políticos mexicanos son extraordinarios. Ahí tienes a Venustiano Carranza: moderado, antiagrarista, pero con una postura nacionalista muy importante, pues si no hubiera impulsado la nacionalización del petróleo en la Constitución de 1917, después no hubiese habido expropiación. Madero igual, para convocar a una revolución se necesita ser una persona excepcional. Y ni hablar de los más cercanos a nosotros, como Mújica y los Flores Magón. ¿Qué político se sacrificó más por sus ideales que Ricardo Flores Magón? ¿Ves por qué aguanto las campañas, los ataques, porque no son nada comparados con los ataques y el sufrimiento de otros dirigentes? A Miguel Hidalgo le llamaban demagogo y le cortaron la cabeza, a Morelos igual, y a Juárez le decían indio apestoso y andaba en un carruaje, arriesgándolo todo. Y con una terquedad, una perseverancia… Todo eso es muy aleccionador.
Pero además, vas a los pueblos y en cada uno hay enseñanzas históricas y gente que las conoce. Como un señor de 80 años, de Lampazos, Monterrey —Hidalgo, creo que se llama— que nos contó cómo el presidente Cárdenas expropió un negocio del abuelo de Lorenzo Zambrano, el actual dueño de Cemex, para entregárselo a los trabajadores como cooperativa. Y la cooperativa trabajó bien. Bueno, pues 60 años después viene Salinas y lo privatiza de nuevo. ¿Y a quién crees que se lo vendió?... a Lorenzo Zambrano.
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