La guerra de la droga en México cae en llamas
John Ross
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Ciudad de México -
La caída en llamas de un jet Lear privado el 4 de noviembre en esta ciudad, ni a 2 kilómetros de Los Pinos, la Casa Blanca mexicana, que causó la muerte del más estrecho colaborador del presidente Felipe Calderón, el Ministro de Gobernación Juan Camilo Mouriño, fue sepultada en gran parte por la prensa de EE.UU., por haber ocurrido, como lo hizo, en el día de las elecciones en ese país.
Mouriño, Ministro de Gobernación responsable por la seguridad interior, acababa de reunirse con el Fiscal General [Ministro de Justicia] saliente de EE.UU., Michael Mukasey, para planear estrategias bilaterales contra la droga. Era el segundo más poderoso en el gobierno, después de Calderón.
También murió en el desplome del avión, que costó en total 19 vidas, el ex subprocurador de la Procuraduría General de la República (PGR), José Luis Santiago Vasconcelos, quien fue a menudo objeto de intentos de asesinato de bandas mexicanas de la droga. La primavera pasada, Vasconcelos fue reemplazado a la cabeza de la subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) que había dirigido durante ocho años y nombrado subprocurador de Asuntos Jurídicos y Relaciones Internacionales, cargo en el que actuó como asesor especial de Calderón en la guerra contra la droga.
A pesar de la incredulidad pública, el gobierno de Calderón se ha esforzado por presentar la caída del avión como accidente, culpando por el accidente a la inexperiencia del piloto y al copiloto del Lear Jet de propiedad privada, ambos muertos durante el impacto. El Secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, había realizado una serie de conferencias de prensa en las que presentó la caja negra recuperada en el lugar y destacó testimonio experto del FBI y de la Administración Federal de Aeronáutica de EE.UU. La campaña de embobamiento fue acompañada por un despliegue de anuncios impresos y electrónicos pagados por el gobierno, hechos para reforzar la credibilidad del presidente al acercarse la fecha del segundo aniversario del caótico acto en el que prestó juramento.
Aún así, el público sigue mostrándose maliciosamente escéptico. En un país en el que el gobierno y los medios chapucean y mienten incesantemente sobre todo, desde las cifras del desempleo y la profundidad de la recesión a sus controvertidos éxitos en la guerra contra la droga, nadie cree que el desplome del avión haya sido un accidente. Por cierto, desde que la escritora Sara Sefchovich, cuyo nuevo excitante libro es “País de mentiras”, lanzó un sitio en Internet invitando a lectores a enumerar las mayores mentiras de Calderón, el “accidente” lideró la lista.
La caída de avión en la que murieron Mouriño y Vasconcelos es una metáfora adecuada para el actual estado de la guerra contra la droga de Calderón que, después de una embarazosa serie de arrestos de importantes responsables de la lucha contra la droga, también parece desplomarse en llamas.
Felipe Calderón declaró por primera vez su cruzada contra la droga sólo días después de prestar juramento como presidente de México hace dos años el 1 de diciembre, un puesto que consiguió en una elección de julio de 2006 considerada por la mitad de los mexicanos como ganada por fraude. En una acción por reforzar sus pretensiones de autoridad, el nuevo presidente envió a 30.000 soldados a enfrentar a los cárteles de la droga. Ahora son 45.000, un tercio el Ejército mexicano.
Desde diciembre de 2006, 6.000 mexicanos han sido asesinados en combates de la guerra de la droga, 4.000 sólo en este año, sin una reducción notable del flujo de la droga hacia el norte, a EE.UU. Cientos de soldados y funcionarios de la policía han muerto en los últimos 23 meses, aparte de docenas de civiles inocentes acribillados por soldados en puntos de control en las carreteras y otro daño colateral y se registraron más de mil quejas contra soldados de la guerra contra la droga en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Entre 20 y 30 cadáveres, muchos decapitados, son registrados cada 24 horas en Estados del campo de batalla, como Chihuahua y Sinaloa, sin que haya un fin a la vista.
Traqueteadas por los constantes escándalos, las principales agencias contra la droga de México están convulsionadas y la detención de decenas de altos responsables en los últimos meses, incluyendo a los contactos de la nación en la Agencia de la Droga de Naciones Unidas, Interpol, e incluso la Embajada de EE.UU. en el país, ha estremecido a Washington.
Entre los detenidos está el reemplazante de Santiago Vasconcelos en la SIEDO, Noé Ramírez Mandujano, de quien se informa que está detenido por una orden de arraigo de 40 días en instalaciones de la fuertemente fortificada, moderna, sede de la SIEDO en la delegación Iztapalapa de la capital, acusado de aceptar 450.000 dólares al mes de representantes del Cártel Sinaloa bajo control de los hermanos Beltrán Leyva. Los Beltrán Leyva están actualmente embrollados en una sangrienta guerra por territorios con su antiguo jefe, Joaquín "El Chapo" ("Shorty") Guzmán, decano de los señores de la droga mexicanos.
Al ser detenido, Noé Ramírez, era representante de México ante la Agencia de la Droga de Naciones Unidas en Viena.
Según el testimonio publicado del ex agente de inteligencia de la SIEDO, Fernando Rivera, que ahora se encuentra acogido a un programa de protección de testigos estadounidense, funcionarios de la agencia han estado suministrando servicios al Cártel Sinaloa desde 2004. Aparte de Ramírez y Rivera, cuatro oficiales militares han sido arrestados por entregar inteligencia sobre la guerra a la droga a los muchachos de Sinaloa.
Otro guerrero de la droga arraigado actualmente es Ricardo Gutiérrez quien dirigió la oficina nacional de Interpol y formaba parte de la comisión internacional de la agencia. Según la página en Internet de Interpol, tales comisiones “comparten información crucial sobre crímenes y actividad criminal con otras agencias policiales,” una descripción de sus funciones que debe dar escalofríos a los encargados contra la droga de EE.UU. que trabajaron con Gutiérrez. El sucesor de Gutiérrez en Interpol, Rodolfo de la Guardia también está bajo custodia.
Como un extra para la incredulidad del público, el gobierno de Calderón presenta los escándalos como “Operación Limpieza”, una investigación interna de la corrupción en la guerra a la droga, y promueve las revelaciones de los tratos sucios como una “victoria” en su cruzada contra la droga. La “Operación Limpieza” ha provocado un festival de chivatos y soplones, muchos de los cuales están incomunicados en las instalaciones de seguridad de la sede de la SIEDO en Iztapalapa. Otros denunciantes esenciales están en custodia en EE.UU. – supuestamente las informaciones sobre los sobornos del Cártel Sinaloa llegaron a las autoridades mexicanas desde Washington, después de que un informante conocido sólo como “Felipe” reveló el secreto a agentes de la Administración de Drogas y Narcóticos (DEA) de EE.UU.
El ciclo actual de recriminaciones trae a la mente el arresto en 1997 del general Jesús Gutiérrez Rebollo, ex comisionado del desaparecido Instituto Nacional para el Combate a las Drogas (INCD) bajo el presidente Ernesto Zedillo, por proteger al fundador del Cártel Juárez, Amado Carrillo Fuentes, quien ganó su apodo de “El señor de los cielos” por volar DC-6 cargados de cocaína colombiana a México delante de las narices de los militares mexicanos. El general, que ahora sirve una sentencia de 45 años, vivía en un departamento de lujo pagado por agentes de Carillo que le hacían generosos regalos de excelente tequila y coches clásicos. Al ser arrestado, el general Gutiérrez acababa de volver de Washington después de asistir a un cónclave en la Casa Blanca sobre la droga y fue elogiado por el zar de la droga de Clinton, general Barry McCaffrey como alguien de “una impecable reputación de integridad.”
Uno de los personajes más enigmáticos atrapados en la Operación Limpieza es Javier Herrera, otrora número dos en la Agencia Federal de Investigación o AFI, una imitación del FBI estadounidense, entidad considerada tan corrupta que Calderón ordenó su desmantelamiento. Herrera fue despedido después que su hermano, comandante de la policía en el Estado de Tamaulipas en la costa del Golfo, fue citado en una lista de narcos compilada por los asesinos “Zetas”, agentes del Cártel del Golfo.
La AFI y la Policía Preventiva Federal o PFP que opera bajo los auspicios de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) comandada por el discípulo de Calderón, Genaro García Luna, han competido permanentemente por la jurisdicción de la guerra a la droga desde 2006, con frecuentes confrontaciones entre las dos agencias, y al vaciar su escritorio en la AFI, Javier Herrera se llevó numerosos documentos que parecen implicar a García Luna en lo que califica de “una simulación” que favorece al Cártel Sinaloa por sobre las otras bandas de la droga.
Por cierto, el ex comandante de la AFI iba en camino a una entrevista con un programa de noticias a la mejor hora de Televisa cuando fue arrestado el 17 de noviembre por la PFP y su documentación confiscada. Según su abogada, Sylvia Raquenel Villanueva, quien presentó radiografías a la prensa, Herrera recibió una tal golpiza que le quebraron varias costillas.
La propia Raquenel Villanueva es una leyenda de la guerra a la droga mexicana. La abogada, que ha representado a muchos de los barones de la droga, ha sido repetidamente atacada a tiros por sus clientes o sus rivales (pulmón, cabeza, nalgas, y estómago) – un pistolero de un cártel le pegó ocho tiros. Han lanzado bombas a sus oficinas en Monterrey y una vez fue encarcelada por su presunta participación en el secuestro y asesinato de un comandante de la policía. Raquenel ostenta la máxima condecoración de su negocio – dos narcocorridos han sido compuesto en su honor: "La Mujer de Acero" y " Raquenel Villanueva."
A pesar del pegote diario de escándalo que cuelga sobre su cabeza, el Secretario de Seguridad Pública, García Luna, sigue aferrándose a su puesto, un “Intocable” en el sentido de la palabra en Chicago. Sólo la semana pasada (25 de noviembre), el ex secretario personal de García Luna, Mario Arturo Velarde, fue llevado a Iztapalapa para ser interrogado. Velarde es defendido por el ex procurador general de la República, Antonio Lozano Gracia, y el costoso abogado Diego Fernández de Cevallos, ambos miembros del Partido Acción Nacional (PAN) de Calderón. La especulación sobre el motivo por el cual Calderón sigue siendo fiel a García Luna se centra en dos hipótesis: (a) Calderón está poco dispuesto a despedir a su Secretario de Salud Pública porque sería el golpe final para la credibilidad del presidente y (b) García Luna sabe demasiado.
El Lic. Eduardo Medina Mora Icaza, Procurador General de la República de Calderón, quien precedió a García Luna en el SSP, parece estar cubierto por un manto similar de impunidad.
La confusión en la jerarquía de la guerra contra la droga de Calderón tiene graves implicaciones para la seguridad nacional de EE.UU. y México. En una entrevista con J. Jesús Esquivel de la revista Proceso, publicada este domingo (30 de noviembre), el zar antidroga saliente de la Casa Blanca, John Walters, advierte que México está en riesgo de convertirse en un narco-Estado.
La amenaza de inteligencia comprometida es motivo de preocupación. Sin embargo, Washington tiene ahora los medios legales y diplomáticos para tomar las cosas en sus propias manos. Bajo la recientemente ratificada Iniciativa Mérida contra la droga y la Asociación para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN) que provee un marco para la integración de los aparatos de seguridad de las tres naciones del NAFTA, Washington se reserva el derecho a entrar en acción al sur de la frontera si sintiera que su seguridad nacional está amenazada.
Denominado como el perímetro sur de la seguridad de EE.UU. por el Comando Norte basado en Colorado, responsable de proteger el interior de infiltración terrorista, una incursión preventiva en México para neutralizar a los cárteles de la droga es un posible escenario para el presidente entrante de EE.UU., Barack Obama.
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John Ross está de vuelta en el Centro Histórico para enfrentar la última vuelta con "El Monstruo - True Tales of Dread & Redemption from Mexico City." Si usted dispone de más información escriba a: johnross@igc.org o visite www.johnross-rebeljournalist.com
http://www.counterpunch.org/ross12022008.html
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