México, 3 dic (EFE).- Más de 5.000 personas han sido asesinadas en México en 2008, una cifra récord en el país, donde hace dos años el presidente Felipe Calderón le declaró la guerra a unos carteles de las drogas cada vez más fortalecidos y en plena expansión internacional.
Según las cifras que publica hoy el diario El Universal combinadas con las estadísticas oficiales difundidas el año pasado, las muertes violentas relacionadas con el crimen organizado representan casi el doble de las registradas en 2007, cuando los homicidios de este tipo llegaron a 2.700.
El Gobierno mexicano raramente publica datos sobre esos asesinatos, conocidos popularmente como "ejecuciones", por lo que los números extraoficiales de El Universal, el único periódico de México que lleva un recuento diario y lo difunde cada jornada, se convierten casi que en una referencia exclusiva.
El martes, de acuerdo con el rotativo, murieron en el país 35 personas, en un día en que además trece agentes resultaron heridos durante un ataque con granadas efectuado por desconocidos contra una academia de policía de la ciudad de Durango, en el norte del país.
Además, el domingo fueron hallados nueve cadáveres decapitados en la ciudad mexicana de Tijuana, fronteriza con EE.UU., entre ellos los de tres policías.
Esta sanguinaria práctica se ha convertido en un ritual para algunos grupos y se repite semana tras semana, lo que seguramente sitúa a México como uno de los países del mundo donde más extendida está la decapitación.
Si bien el Gobierno asegura que le está ganando la guerra al narcotráfico, la espiral de violencia se intensifica cada vez más.
Los primeros 1.000 muertos del año ocurrieron en 113 días; a los 2.000 se llegó en los 73 días siguientes; a los 3.000 en los 60 posteriores; los 4.000 se alcanzaron en los 48 ulteriores, y los restantes 1.031 en los últimos 42, refiere el rotativo.
Solo Tlaxcala, un pequeño estado del centro de México, muestra un saldo blanco de muertes entre los 32 que integran el país, mientras que el más violento continúa siendo el norteño de Chihuahua, donde en lo que va de año han muerto 2.001 personas, respectivamente.
En los dos primeros años de gestión de Calderón, cumplidos el domingo, han sido detenidas 53.000 personas vinculadas al narcotráfico, entre ellas algunos capos, e incautadas más de 70 toneladas de cocaína, 3.700 toneladas de marihuana, 28.000 armas y tres millones de cartuchos.
Además, se lograron los mayores decomisos "del mundo" en operativos individuales de cocaína (23 toneladas), dinero en efectivo (205 millones de dólares) y armamento (500.000 cartuchos, 278 armas largas, 126 cortas y cerca de 300 granadas).
Sin embargo, tanto las muertes violentas como la presencia geográfica de los carteles mexicanos sigue en expansión.
Hace tres días en el departamento guatemalteco de Huehuetenango, fronterizo con México, murieron 17 personas en un enfrentamiento entre dos grupos de narcotraficantes, choque armado atribuido por el presidente de Guatemala, Álvaro Colom, al cartel mexicano del Golfo.
Por su parte, las operaciones de los narcotraficantes mexicanos en Perú llevaron al presidente Alan García a expresar la semana pasada su preocupación por la creciente penetración de esos grupos y a pedir a México el envío de policías antinarcóticos.
La internacionalización de los barones de la droga ha sido reconocida por países como Colombia, donde está documentada la creciente colaboración entre narcotraficantes de ambos países.
También por Argentina, donde permanecen detenidos diez mexicanos, en el marco de una investigación por tráfico ilegal de efedrina a México, vinculada al cartel de Sinaloa, que ha extendido también su presencia a Costa Rica, país que utiliza como "almacén" de la droga.
Un estudio la Cámara de Diputados de México indica que los carteles mexicanos tienen ingresos por unos 25.000 millones de dólares al año y de ese monto, 350 millones los destinan a corromper a las autoridades.
Su poder corruptor ha quedado al desnudo con la llamada "Operación limpieza", que recientemente permitió la detención del director de Interpol México, Ricardo Gutiérrez Vargas, y del zar antidrogas hasta julio pasado Noé Ramírez Mandujano, al que se acusa de haber recibido 450.000 dólares mensuales del crimen organizado.
El Gobierno mexicano raramente publica datos sobre esos asesinatos, conocidos popularmente como "ejecuciones", por lo que los números extraoficiales de El Universal, el único periódico de México que lleva un recuento diario y lo difunde cada jornada, se convierten casi que en una referencia exclusiva.
El martes, de acuerdo con el rotativo, murieron en el país 35 personas, en un día en que además trece agentes resultaron heridos durante un ataque con granadas efectuado por desconocidos contra una academia de policía de la ciudad de Durango, en el norte del país.
Además, el domingo fueron hallados nueve cadáveres decapitados en la ciudad mexicana de Tijuana, fronteriza con EE.UU., entre ellos los de tres policías.
Esta sanguinaria práctica se ha convertido en un ritual para algunos grupos y se repite semana tras semana, lo que seguramente sitúa a México como uno de los países del mundo donde más extendida está la decapitación.
Si bien el Gobierno asegura que le está ganando la guerra al narcotráfico, la espiral de violencia se intensifica cada vez más.
Los primeros 1.000 muertos del año ocurrieron en 113 días; a los 2.000 se llegó en los 73 días siguientes; a los 3.000 en los 60 posteriores; los 4.000 se alcanzaron en los 48 ulteriores, y los restantes 1.031 en los últimos 42, refiere el rotativo.
Solo Tlaxcala, un pequeño estado del centro de México, muestra un saldo blanco de muertes entre los 32 que integran el país, mientras que el más violento continúa siendo el norteño de Chihuahua, donde en lo que va de año han muerto 2.001 personas, respectivamente.
En los dos primeros años de gestión de Calderón, cumplidos el domingo, han sido detenidas 53.000 personas vinculadas al narcotráfico, entre ellas algunos capos, e incautadas más de 70 toneladas de cocaína, 3.700 toneladas de marihuana, 28.000 armas y tres millones de cartuchos.
Además, se lograron los mayores decomisos "del mundo" en operativos individuales de cocaína (23 toneladas), dinero en efectivo (205 millones de dólares) y armamento (500.000 cartuchos, 278 armas largas, 126 cortas y cerca de 300 granadas).
Sin embargo, tanto las muertes violentas como la presencia geográfica de los carteles mexicanos sigue en expansión.
Hace tres días en el departamento guatemalteco de Huehuetenango, fronterizo con México, murieron 17 personas en un enfrentamiento entre dos grupos de narcotraficantes, choque armado atribuido por el presidente de Guatemala, Álvaro Colom, al cartel mexicano del Golfo.
Por su parte, las operaciones de los narcotraficantes mexicanos en Perú llevaron al presidente Alan García a expresar la semana pasada su preocupación por la creciente penetración de esos grupos y a pedir a México el envío de policías antinarcóticos.
La internacionalización de los barones de la droga ha sido reconocida por países como Colombia, donde está documentada la creciente colaboración entre narcotraficantes de ambos países.
También por Argentina, donde permanecen detenidos diez mexicanos, en el marco de una investigación por tráfico ilegal de efedrina a México, vinculada al cartel de Sinaloa, que ha extendido también su presencia a Costa Rica, país que utiliza como "almacén" de la droga.
Un estudio la Cámara de Diputados de México indica que los carteles mexicanos tienen ingresos por unos 25.000 millones de dólares al año y de ese monto, 350 millones los destinan a corromper a las autoridades.
Su poder corruptor ha quedado al desnudo con la llamada "Operación limpieza", que recientemente permitió la detención del director de Interpol México, Ricardo Gutiérrez Vargas, y del zar antidrogas hasta julio pasado Noé Ramírez Mandujano, al que se acusa de haber recibido 450.000 dólares mensuales del crimen organizado.
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