María Teresa Priego Tapia
El Universal
“La Sacra Rota advierte, después de una serie de pruebas sicológicas y siquiátricas, que el entonces presidente presentaba: “Grave trastorno de personalidad”, “Personalidad narcisista e histriónica” (Reporte Índigo) A sexenio pasado, leer un “diagnóstico”, cuya evidencia nos estallaba enfrente, desde su campaña. El candidato gesticulador y desquiciado: “Hoy, Hoy, Hoy”, aquel “martes negro”, junto a Cárdenas. ¿Qué se evidenciaba en pantalla? Una personalidad con escasísima resistencia a la frustración, con tendencia a la puesta en escena. Depresiva-eufórica. Furibunda, si la realidad no correspondía a sus designios. Sus publicistas supieron convertir su compulsivo y autoritario: “Hoy, hoy, hoy” en prueba, no de manía, sino de “decisión”, no de dificultad para controlarse, sino de “fuerza e ímpetu”. “Dos peritos de oficio de la Santa Sede hicieron el diagnóstico en materia sicológica y siquiátrica”. No puede casarse. Si vemos en la “revista del corazón”, el “narcisismo histriónico de Fox” corre paralelo a idéntica personalidad en su prometida. El blindaje narcisista, destructivo para una pareja sana, no puede ser grave ante otro blindaje de exacta naturaleza. ¡Ah! la oda autobiográfica: Marta la fuerza del espíritu. La Rota agrega: “El incapaz al matrimonio puede permanecer capaz de desempeñar otros deberes que son ajenos a esta integración interpersonal. Advertencia de suma importancia, el actor ha alcanzado objetivos altísimos”. Un narcisista es capaz de seducir a millones y ganar una elección. Lo que está difícil es que gobierne. La Rota le corrió una insostenible cortesía a Fox. Que redactaron sus políticos y no sus siquiatras. Un hombre no se casa con su personalidad “perturbada”, y gobierna con otra. La mención “(No) integración interpersonal” se refiere a características de la personalidad narcisista: incapacidad de empatía, fobia profunda a la intimidad, incapacidad de escuchar y concebir a los demás como seres humanos, y no como “fragmentos” sustituibles y volátiles. Relaciones utilitaristas. Mitomanía. Disociación. ¿La presidencia es un ejercicio “ajeno a la integración interpersonal”? El narcisista, es “histriónico”, por definición: sentir la gama de emociones humanas, le es una vivencia ajena. Actúa. Miente. Posa. Su sensación de existir depende del laberinto de espejos alrededor suyo. ¿Cuál es la función del laberinto? Sostenerlo en su certeza, de que él corresponde a su Yo Ideal. De allí el ciclo: exaltación-depresión, cuando no logra controlar (o imaginar que controla) el exterior, como su omnipotencia decreta, la depresión se evidencia. Esa depresión está constantemente como fondo de la euforia. Hizo campaña con sus bototas. El tamaño de sus pies. Sobra mencionar interpretaciones clásicas en el inconsciente colectivo de casi todas las culturas. Hebillota FOX. Su “Yo, Yo, Yo” era muy inquietante. Publicitó la adopción de sus hijos, como prueba de su “bondad”. Los utilizaba con un egoísmo inaceptable. Los narcisistas son, con frecuencia, “sencillotes”, “cálidos”, defensores de “nobles causas”. El problema es que sus titulares carecen de contenido. Los periodistas hablaban de “Foxilandia”, se adelantaron al Vaticano, el narcisista está convencido de que puede decretar la realidad. Con sus discursos. Castillitos de palabras todopoderosas. De allí las incoherencias, y el abismo entre lo que sucedía en el país y sus imaginarios. De lo que habla la Rota, limitando a vida privada lo que nos fue dolorosamente público. Su manera distorsionada de aprehender la realidad, es la misma. Más capaz de simular en el plano público, donde se juega la existencia narcisista: su imagen. Siempre y cuando la realidad y sus “espejos” no lo “contradigan” demasiado. Se fue deprimiendo más. Mostrando sus gestos iracundos. “Incomprendido”. No es que él fuera disociado y lunático, los demás, eran amargados. Tuve un segundo de ilusión descabellada: el equipo de siquiatría del Vaticano, contratado por el IFE.
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