sábado, enero 03, 2009

Regalo de Año Nuevo

Manú Dornbierer
Satiricosas

En este primer sábado del 2009, sólo el inicio de este escrito tiene que ver con la infame política, esa que ha dejado de ser apasionante y noble ciencia cuando se ocupa y preocupa del bienestar de los pueblos, diría Confucio, ya que en los últimos años ha sido desastroso y constante ataque a las poblaciones, tanto en México como en la mayor parte del mundo, por culpa de dos seres detestables. Margaret Thatcher y Ronald Reagan, y los derechistas que optaron por ser sus esclavos. Esos dos lanzaron el neoliberalismo y la dinastía Bush lo llevó al paroxismo criminal. El planeta entero era la presa que tenían en mente y la capturaron por completo. Muchos países se dejaron engañar por el espejismo de la globalización que debía beneficiar a todos y sólo lo hizo con los de siempre: los ricos de los ricos.
Ante lo que estamos viendo en México, ha vuelto a circular en internet la famosa Carta de Richard Lansing, secretario de Estado del presidente Wilson. El 5 de febrero de 1924, el Secretario (en el mismo puesto está aún Condoleeza Rice y estará Hilary Clinton con Obama) envió una carta al periodista J.C. Hearst, con relación a la campaña de su cadena de periódicos para poner en la presidencia de México a un estadunidense y terminar la revolución.
“Tendría un costo muy elevado y destruiría muchas propiedades extranjeras”, dijo el político al Sr. Hearst, al parecer abuelo del creador del periódico “Reforma”. “... México es un país extraordinariamente fácil de dominar, porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que esto llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita de más tiempo: debemos abrirles a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de Estados Unidos. México necesitará de administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar puestos importantes y, eventualmente, se adueñarán de la presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queremos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros”.
Quizás hay países que no se entregaron al neoliberalismo bushiano como lo hizo el nuestro desde 1982. Países que están corrigiendo el aberrante rumbo neoliberal y están humanizándose. Países como algunos latinoamericanos que no pertenecen al triángulo bushista: Colombia, Perú México. Países que no son esclavos de un puñado de diabólicos avaros que han robado los haberes de sus países y de otros. Bueno no le sigo, porque me incendio.
Basta de política. Prometí un gran regalo y aquí está. Mi espacio le pertenece hoy al maravilloso Pablo Neruda, gloria de Chile y del continente. Es un regalo para todos, especialmente para aquellos que entienden que la palabra escrita es una de las más profundas y eficaces expresiones del ser humano, para mis amigos lectores, para los poetas y para mis colegas escritores de verdad.

Las Palabras de Pablo Neruda
“...Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan.
Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo todas las palabras. Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen...
Vocablos amados. Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras...
Son tan hermosas que las quiero poner en mi poema. Las agarro al vuelo cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces, las revuelvo, las agito, me las bebo, las trituro, las libero, las emperejilo...
Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola.
Todo está en la palabra. Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se colocó dentro de una frase que no la esperaba...
Tienen sombra, transparencia, peso, plumas. Tienen todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto trasmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas. Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada...
Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos. Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, tabaco negro, oro, maíz con un apetito voraz.
Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías... Pero a los conquistadores se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí, resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... salimos ganando. Se llevaron el oro y nos dejaron el oro. Se llevaron mucho y nos dejaron mucho...
Nos dejaron las palabras”.
¡Feliz 2009 les desea manoudornbierer@gmail.com!

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