Ricardo Andrade Jardí
“No necesitamos al mundo para salir adelante”, vocifera el golpista Goriletti en Honduras. ¡Claro que no! Les basta con el reconocimiento de las corporaciones trasnacionales, con la embajada gringa que aún sigue en Honduras, pues cuida los intereses de su base militar, única razón por la cual se sostiene un gobierno de facto, mayoritariamente, rechazado por los hondureños y despreciado en el mundo entero, pues significa para el continente la terrible imposición de la noche sin fin en nombre de “su democracia”, que no de la democracia.
Más al Norte de Honduras, pero no tanto, el “Nuevo PRI”, anuncia con bombos y platillos el regreso de “El Chupacabras” y nombra, por consenso, a su coordinador parlamentario. El que lo primero que afirma es que “hay que cambiar el rumbo económico del país”. Curiosa falta de autocrítica, no conviene olvidar que él, su partido y su jefe Salinas, después del fraude electoral de 1988 le impusieron a México el terrible camino del neoliberalismo.
Pero el PRI sólo tiene de nuevo la palabra, en lo demás parece ser que Salinas y toda su perversidad está de regreso y aliado a la telebasura promueve a sus peones para ocupar los puestos que le permitan seguir siendo el amo y señor de una nación talentosa, pero con una sociedad de corta, cortísima, memoria. En lo de talentosa no incluyo, por supuesto, a la inmunda clase política, que si acaso es perversamente ambiciosa, además de profundamente mediocre, de ahí su gran peligro; nada peor para el futuro que un imbécil que se toma la atribución de decidir asuntos esenciales por todos nosotros.
El sistema en decadencia no encuentra salida y los peores personajes de nuestro pasado inmediato emergen del estercolero de la política para posicionarse de nuevo en la vida pública de ese estercolero que ellos mismos han fomentado. No son buenas noticias, todo lo contrario; la empresarial derecha conservadora, ante la incapacidad del PAN, opta por mantener a cualquier costo sus inmorales privilegios y esos parece ser están garantizados por el “Nuevo PRI”, que no es otra cosa que los “rostros bonitos y manipulables”, al modo Televisa y a la sombra, firme, de “El Chupacabras” mayor: Carlos Salinas de Gortari.
Ni Salinas ni el “Nuevo PRI” son grandes lectores; se olvidad de Shakespeare y Brecht, se olvidan de la historia: “No hay dinastía que soporte el poder en un proceso social de decadencia política…”. Y olvidan que: “las revoluciones nacen justamente en los callejones sin salida”.
El regreso de Salinas no es más... y todo eso. La caída de una inmoral dinastía, frente a un inequívoco callejón sin salida, que impulsará y acelerará, esperamos, el urgente Despertar Ciudadano que este país requiere.
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