María Teresa Jardí
Los crímenes de Fox y de Calderón, convertidos en Presidente el primero ante el hartazgo del pueblo como esperanza que rápidamente él se encargo de convertir en fallida, y en usurpador, el segundo, del gobierno federal, llegado “haiga sido como haiga sido” con la legalización incluso del fraude por el Poder Judicial al que previamente había dejado desde la cabeza, con el golpe de Estado a la Corte, domesticado Ernesto Zedillo. Los crímenes cometidos contra el pueblo y la nación mexicana, contra la república y contra la ciudadanía por los panistas son muchos y variados. Pero por el que van a ser caracterizados por la historia es por su afán de acabar con la memoria histórica del pueblo mexicano. Por su corrupción, claro, inaudita, instaurada por Fox como eje inamovible de gobierno a la mexicana.
Por la impunidad convertida en la patente de corso para ladrones que ni siquiera son capaces de inspirar las historias —que aquellos a los que hasta que en México se empezó a usar esa patente para cubrir todo latrocinio e incluso crímenes que llegan al homicidio— entrañables de piratas izando en su barco su temible bandera, dando órdenes de abordaje con la pata coja, el ojo tapado y su barba roja.
Fox y Calderón son pura y llanamente ladrones a modo del entreguismo que les permiten sus amos a cambio de su nauseabundo entreguismo.
Eso es la derecha, pensarán ustedes, y, en parte, tendrán razón. Porque la derecha, incluso la más fascista, puede ser expresión de una ideología que no necesariamente vaya ligada a la ausencia de ética que caracteriza a los exponentes de eso que aquí llamamos derecha.
No se puede perdonar a Zedillo tampoco el FOBAPROA ni el fascismo de Ebrard, lo que hermana al PRD con esa ideología, que a la mexicana deja de ser ideología para convertirse tan sólo en el abuso inconcebible aunado a la cancelación de todos los principios de la política que propician para los gobernados la posibilidad de disfrute de una vida digna.
Traidores a la patria son todos los que han sido titulares del Ejecutivo desde Echeverría. El mejor librado, para mí, Miguel de la Madrid.
Desde Salinas cada uno peor que el anterior. Y así es como hemos llegado a un usurpador que claramente necesita hacer estallar al país en aras de salvarse y de salvar a su familia.
Salinas, Zedillo, Fox y Calderón forman parte del mismo, aterrador, paquete. No pueden entenderse de manera aislada. Con Salinas se convierte a la Gordillo en la dueña del sindicato de maestros y con Calderón la escalada llega a la entrega de la Secretaria de Educación Pública. Con Calderón racistamente se convierte a los niños en integrantes de dos clases enfrentadas. Los ricos, aunque también vayan siendo producto de una ecuación permeada por el neoliberalismo, seguirán teniendo acceso a libros de texto que hablarán de la Conquista, de la Colonia, de la Independencia y de la larga dictadura encabezada por Porfirio Díaz. Sabrán que el estirar el hilo en situaciones como las de Cananea y las de Río Frío producen revoluciones como la Mexicana, mientras les dan las armas de la represión a los destinados a gobernar para siempre de la misma manera atroz a la mexicana a los otros a los pobres, a los convertidos sólo en el negocio de la Gordillo, con Calderón se les ha cancelado el derecho a conocer su historia.
Con Zedillo, México empezó a dejar de ser un Estado de Derecho. Con Fox, de la mano de su corruptísima mujer, dejó de serlo por completo. Y Calderón ha sido destinado por la clase política que encabeza la derecha, desde el PRI, con Salinas, desde el PRD con Ebrard y desde el PAN, vía Calderón, a hacer estallar el país para cubrir justamente sus respectivas traiciones a la patria que son la misma única traición a la patria que las constituciones incluso castigan con la pena de muerte. Pero sobre todo se empeña el panismo usurpador en hacer estallar al pueblo mexicano para mejor reprimir y seguir abusando hasta que se pueda, robando todo lo que se pueda. Y es necesario que los mexicanos entendamos esto si aspiramos también a entender el porqué es necesaria la refundación de la República. (Mañana V y última).
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