jueves, agosto 27, 2009

Se afianza el salvador de la oligarquía

Guillermo Fabela Quiñones

Una vez confirmado que Carlos Salinas de Gortari mantiene el control del PRI, al quedar como líder de la bancada del partido en la Cámara de Diputados, Francisco Rojas Gutiérrez, lo que cabe preguntarse es qué hacer para evitar que los intereses que aquel representa hagan un daño mayor al país que el que han hecho los dos gobiernos del PAN. Una cosa es por demás obvia: con Salinas como el factor decisivo para tomar decisiones en la cúpula política, la sociedad nacional está condenada a sufrir los embates de una estrategia encaminada a seguirla empobreciendo y envileciendo. Lo único que cambiaría, en relación con las administraciones panistas, es una más clara habilidad para actuar, con el fin de mantener niveles manejables de control que eviten, hasta donde sea posible, el uso de la fuerza por parte del gobierno.
En los próximos años, el PAN volverá a ejercer el papel de “opositor” dispuesto a negociar con el PRI todo lo que sea negociable. Mientras tanto, la izquierda domesticada tendrá más amplias oportunidades para cumplir el rol de esquirol del sistema que tan bien ha cumplido la fracción que lidera Jesús Ortega Martínez. Vistas las cosas así, pareciera que la vida política nacional vuelve al carril del que sólo salió por los arreglos cupulares de Ernesto Zedillo, ante sus temores muy justificados para heredar el poder a un correligionario de su partido, al que evidentemente había traicionado al prestarse a llevar a cabo los sucios enjuagues que terminaron con el homicidio de Luis Donaldo Colosio.
Con Salinas detrás de la silla presidencial, como así habría de suceder si sus planes se concretaran, el futuro del país sería quizás menos incierto que con el PAN al frente del Ejecutivo por un sexenio más, pero no menos dramático para la sociedad en su conjunto, pues nada cambiaría en lo tocante a la estrategia neoliberal de manejar la economía y las relaciones sociales. Lo único real es que se alargaría una agonía que viene padeciendo el pueblo desde hace casi tres décadas, y que con el PAN en el poder terminaría muy pronto de un modo o de otro, es decir por una represión generalizada que acabaría con decenas de miles de mexicanos, o por el recrudecimiento de las consecuencias de una política económica deshumanizada e irracional en grado superlativo.
De ahí que la única alternativa para frenar las ambiciones de Salinas sea el propio PRI, partido que nunca ha sido monolítico, y mucho menos después de haber dejado el ejercicio del poder y sufrir las consecuencias de esta situación. Es una realidad que los priístas comprometidos con sus principios nacionalistas y progresistas, la mayoría están muertos o viven en un ostracismo pleno. Pero también es verdad que los hay, entre la generación intermedia, que conocen los alcances de Salinas y saben que sus ambiciones llevarían al partido a una crisis estructural grave. En sus manos está, pues, evitar que el salinismo se convierta en un factor decisivo de poder, del que no pudieran zafarse debido al uso de tácticas mafiosas de control político, que ejercería a través de la propia presidencia de la República.
Otra posibilidad, la más eficaz, sería que la izquierda se sacudiera a los esquiroles y lograra apuntalar un gran frente progresista con todas las fuerzas sociales del país. Las posibilidades de éxito se vivieron ya en 1988, cuando se creó el Frente Democrático Nacional que permitió ganar las elecciones a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Otra vez, el enemigo a vencer es el mismo de entonces, quien cuenta con los mismos apoyos que lo condujeron a la presidencia de manera espuria, como lo reconoció el propio Miguel de la Madrid, con la diferencia de que ahora la sociedad nacional está menos organizada, más hastiada de una partidocracia inútil y onerosa, pero también más decidida a poner fin a un estado de cosas que la está destruyendo.
Con el PAN en la presidencia de la República, se aceleraron las contradicciones sociales y económicas, la oligarquía perdió a un aliado natural en cuanto que ya no le es útil, y Salinas surge nuevamente como el salvador de esa oligarquía mafiosa y antidemocrática como pocas en el mundo. Sería muy grave que su partido, por complicidades insospechadas o por un oportunismo absurdo, le diera facilidades y apoyo para alcanzar sus objetivos. Estaría, así, sembrando la cizaña que acabaría liquidándolo, pues el pueblo, más pronto de lo que se imaginan, se vería obligado a tomar las riendas de su destino por mera necesidad de sobrevivir, al fin que ya no tendría nada que perder, pues para entonces lo habría perdido todo.

gmogavela@hotmail.com

No hay comentarios.: