- El pueblo hondureño está en movimiento --con la clase trabajadora y sus sindicatos asumiendo el papel de dirección
[Editorial de The Organizer, por un partido laborista, por una internacional obrera, nos. 7-8, vol. 19, Verano de 2009]
El surgimiento revolucionario del pueblo de Honduras pone en peligro el frágil edificio político de los intereses patronales en el continente, y crea fricciones en el círculo dirigente de Estados Unidos.
Al cierre de esta edición, hay una huelga general de los profesores y de los trabajadores del sector público. Es una huelga política que enarbola las tres demandas fundamentales del movimiento:
a) Inmediata e incondicional reinstalación de Manuel Zelaya como presidente legítimo de Honduras;
b) Realización de un referendo en el que se plantee una asamblea constituyente que redacte una nueva constitución,
c) Castigo a los responsables del golpe del 28 de junio por crímenes contra el pueblo.
Hasta ahora, ha habido tres huelgas de dos días (jueves y viernes) convocadas por las tres principales federaciones sindicales de Honduras, integrantes del Frente Nacional contra el Golpe de Estado.
Todas las decisiones importantes sobre la movilización se toman en las asambleas semanales de delegados del Frente, que se realizan en el local del Sindicato de Trabajadores de la Industria de Bebidas y Similares.
La asamblea de delegados --que reúne a más de 800 representantes con mandato de los sindicatos y organizaciones populares de todo el país-- se ha convertido en el centro coordinador del movimiento de resistencia.
La huelga reciente fue más amplia que las anteriores. Además de los profesores y trabajadores públicos, empleados y estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma, participaron trabajadores del Instituto Nacional Agrario y de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica, trabajadores del sector privado y trabajadores del Servicio Meteorológico Nacional.
Además, el 11 de agosto, decenas de miles de personas convergieron desde todos los rincones del país, en las dos ciudades principales --Tegucigalpa y San Pedro Sula. Muchos de los participantes en esa Marcha Nacional de Resistencia Popular dejaron sus pueblos y localidades desde el 6 de agosto, el día que comenzó la huelga general ilimitada convocada por el Frente Nacional contra el Golpe de Estado.
Muchos de ellos permanecieron en esas dos ciudades a lo largo de la semana, para participar en las acciones planeadas, manifestaciones, cierres de carreteras, ocupación de centros de trabajo y campus universitarios, etc.
En Tegucigalpa, una marcha masiva de 20 000 personas, con las banderas sindicales desplegadas, mostró la determinación de los participantes de continuar la lucha. Uno de las consignas fue: "¡no somos cuatro gatos!", una respuesta a la máquina de propaganda de Micheletti que pretende convencer al mundo de que después de 45 días de golpe de estado, las cosas han "retornado a la normalidad" y que solo hay un puñado de descontentos --"cuatro gatos", causando disturbios.
El enigma de Washington
Ahora es de conocimiento público que un ala del Partido Republicano ayudó en una forma o en otra a preparar el golpe mediante el cual se removió al presidente Manuel Zelaya elegido democráticamente. En esa acción participaron halcones como John Negroponte, Otto Reich y Hugo Llorens, actual embajador en Hondura. Hubo encuentros entre Llorens y el comando militar en la semana anterior al golpe de estado.
La masiva indignación que campea en el continente con relación al golpe, obligó a la Organización de Estados Americanos (OEA) a demandar la "inmediata e incondicional reinstalación de Zelaya como legítimo presidente de Honduras".
La reaparición en un continente marcado por levantamientos revolucionarios crecientes --especialmente después del pronunciamiento del presidente Barack Obama de "volver la página" de la era de las dictaduras militares de la pasadas décadas--, plantea un serio riesgo para la posición del imperialismo estadunidense en la región. Obama y todos los jefes de estado en el hemisferio aprobaron la resolución de la OEA.
No se había secado la tinta de las firmas, cuando el Departamento de Estado, encabezado por Hllary Clinton, actuó para subvertir la resolución de la OEA. Clinton promueve una "negociación de mediación" en Honduras con lo cual da legitimidad a los responsables del golpe del 28 de junio.
Una semana después, Clinton postuló a Oscar Arias, presidente de Costa Rica como mediador en el plan de Estados Unidos (dos personas cercanas a Clinton, LannyDavis y Bennet Ratcliff participan activamente en la elaboración de la estrategia de los golpistas).
El plan de Arias plantea el regreso de Zelaya a Honduras pero solo si acepta formar un "gobierno de reconciliación nacional" con los responsables del golpe, si renuncia a convocar a un referendo al pueblo hondureño para promover una asamblea constituyente que redactaría una nueva constitución, y si abandona su demanda de enjuiciar a los responsables del golpe por los crímenes cometidos.
Zelaya aceptó el plan pero hizo énfasis en el primero de los siete puntos, es decir, en su inmediato regreso a Hondura.
Sin embargo, el gobierno de facto de Robert Micheletti --mejor conocido en Honduras como "Pinocheletti"-- no aceptó el plan Arias, incluso llegó al punto de negar visas a la delegación de la OEA enviada para discutir el plan.
Indudablemente, la jerarquía militar teme que el regreso de Zelaya, sin importar hasta qué punto esté condicionado políticamente, podría ser tomado por millones de personas movilizadas en Honduras y en toda la región como un golpe al gobierno dictatorial.
El rechazo de Micheletti al plan Arias plantea un problema para Washington en general y para Obama en particular.
La idea de incluir a Zelaya en el Plan Arias no funcionó. El Frente Nacional contra el Golpe de Estado, que es la voz de la resistencia, categóricamente rechaza el plan Arias, tal como hicieron muchos gobiernos del continente, siguiendo a Hugo Chávez de Venezuela.
Hay un creciente sentimiento en Honduras de que el gobierno estadunidense --un ala u otra habiendo estado implicado en el golpe-- no tiene prerrogativas para violar el derecho del pueblo hondureño a la autodeterminación, y por lo tanto no puede imponer condiciones inaceptables para el retorno de Zelaya.
Sin embargo, esto no evitó que Hugo Llorens, embajador de Estados Unidos en Honduras, propusiera el fin de semana del 8 y 9 de agosto, que el Frente Nacional contra el Golpe de Estados aceptara el Plan Arias "como único medio de evitar más violencia y lograr una conclusión pacífica (www.aporrea.org).
Sin duda, Llorens esperaba encontrar eco en algunos miembros de la dirección del Frente, cooptarlos y mostrarlos como un ala "razonable" del movimiento.
Pero Llorens tampoco tuvo aceptación. El 11 de agosto, el Frente Nacional emitió una nueva declaración en la que rechaza la postura de Llorens y reafirma la exigencias de reinstalación de Zelaya como presidente y la convocatoria a una asamblea constituyente para reemplazar la constitución de 1982 redactada por una dictadura militar anterior en beneficio de la oligarquía y para garantizar el monopolio del poder políticos a dos partidos de la clase dominante: Liberales y Nacionales.
Otra de las tácticas del gobierno estadunidense es ganar tiempo para el régimen de facto con la esperanza de que el movimiento se marchite. La meta es capear el temporal hasta noviembre de este año cuando se realizan elecciones presidenciales.
Sin embargo, no solo el movimiento no se detiene, sino que crece día adía. Incluso dirigentes del Frente Nacional contra el Golpe de Estado declaran que si Zelaya no es reinstalado como único presidente legítimo de Honduras, llamarán a un boicot de las elecciones de noviembre organizadas por los golpistas.
Otra opción es emprender una represión masiva contra el movimiento de resistencia. Pero esto tampoco funciona. Por ejemplo, el 6 de agosto, la Guardia Nacional atacó una manifestación pacífica en Tegucigalpa en la que murió el profesor Roger Abraham Vallejo.
Al día siguiente, las protestas masivas fueron del doble de los días precedentes. Además, con la atención internacional puesta en Honduras, la represión no puede tener éxito, tampoco puede ser fácilmente justificada. Después de todo Obama aun continúa diciendo que es necesario el retorno de Zelaya a Honduras.
Se necesita urgentemente la solidaridad internacional de los trabajadores
El creciente enfrentamiento entre las clases sociales requiere la inmediata, visible y efectiva solidaridad del movimiento internacional de los trabajadores, especialmente del movimiento sindical internacional.
Los trabajadores, los campesinos, la juventud y los indígenas de Honduras, ofrendan sus vidas en la primera línea de la lucha por la democracia, los derechos de los trabajadores y la justicia económica y social. Necesitan el apoyo activo de los trabajadores del mundo, especialmente de Estados Unidos, para proseguir y ganar la lucha.
En respuesta al "Llamado del Frente Nacional contra el Golpe, a los trabajadores de todo el mundo", los 9 millones de miembros de la Central Única de Trabajadores (CUT) de Brasil, el 7 de agosto convocaron a realizar jornadas continentales de movilización entre el 10 y el 14 d agosto, en solidaridad con el pueblo de Honduras.
El llamado fue difundido ampliamente en todo el continente y se realizaron mítines y manifestaciones en muchas de las grandes ciudades para demandar que los respectivos gobiernos rompan relaciones con el régimen militar hondureño e insistir en la aplicación de la resolución inicial de la OEA.
Quizá es en Estados Unidos, donde tenemos el papel más crítico. El 8 de agosto el Comité Laboral por Paz y Justicia de la bahía de San Francisco, dirigió un mensaje al movimiento sindical de Honduras. En ese texto se plantean las tareas en Estados Unidos de manera precisa:
"Tenemos la dolorosa certeza de que el gobierno de Estados Unidos, al negarse a suprimir la ayuda en armas a los militares hondureños y a los responsables del complot, se vuelve convierte en cómplice del ataque contra el orden constitucional y los derechos democráticos del pueblo de Honduras. Las declaraciones del gobierno de Obama no se corresponden con acciones serias para cortar todos los fondos y armas a los conspiradores, son simples gestos.
"Demandamos que nuestro gobierno corte toda la ayuda en armas y en términos comerciales a los responsables del golpe criminal y a los oligarcas, a las empresas y a otras fuerzas que conspiran con ellos directamente o los apoyan con su silencio. El golpe no duraría ni una semana si Estados Unidos hiciera esto y congelara todos los activos de los responsables del golpe y llamara a la comunidad internacional a hacer lo mismo. Las empresas que continúan negociando en Honduras deberían tener prohibido hacer negocios en Estados Unidos".
"El presidente Zelaya debe volver a sus funciones en Honduras de manera incondicional. Los conspiradores deberían ser arrestados y presentados a juicio para sus crímenes contar el pueblo.
Pedimos el apoyo en todas las formas posibles, hasta que el presidente, el orden constitucional y la democracia sean restaurados en Honduras. La clase trabajadora y el movimiento laboral de Honduras deben vencer. Las fuerzas obscuras y la reacción deben volver al pasado".
Con toda certeza, el movimiento laboral hondureño puede vencer con la ayuda del movimiento internacional de los trabajadores, comenzando con el de Estados Unidos.
-- 13 de agosto de 2009
EL ORGANIZADOR
P.O. Box 40009
San Francisco, CA 94140
Tel. 415-641-8616
Email: elorganizador@earthlink.net
Website: Página en construcción
Editorial del periódico The Organizer (Traducción de HMB del periódico El Trabajo órgano de la Organización Socialista de Trabajadores-Cuarta Internacional).
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