Miguel Angel Velázquez
La pregunta que desde la mitad de la semana recién concluida se hacen los militantes perredistas, de todos los niveles, sobre la suerte que debe correr el senador Ricardo Monreal, después de las elecciones en Zacatecas, y que en este espacio les adelantamos, ha tomado mayor fuerza, luego de que los medios de comunicación fieles al encono contra López Obrador pasaran los días y las noches exigiendo la cabeza del senador.
Leonel Cota, presidente de esa organización partidista, y muy proclive a escuchar el canto de las televisoras, ha insinuado, en algunas declaraciones, que un juicio al que las voces de la pantalla chica califican de traidor, será un buen ejercicio para este partido, que sin duda necesita una limpieza interna urgente.
Pero los perredistas de la ciudad, bueno, algunos de ellos, la mayoría, advierte que no se puede hacer nada en contra del zacatecano mientras no se investigue a fondo quiénes traicionaron, antes, en la elección presidencial, a López Obrador.
Se dice, por ejemplo, que existen pruebas irrefutables de cómo alguno de los gobiernos estatales de filiación perredista colaboró a favor de Felipe Calderón, sin que se levantara la polvareda que ahora han creado los medios electrónicos en contra de Monreal.
Es muy difícil defender el caso de Monreal, pero de la misma forma no hay cómo defender a los gobernadores colaboracionistas que en buena medida echaron por tierra la posibilidad de un cambio real en el horizonte del país.
Es más, se dice que el mismo Monreal tiene elementos probatorios contra los que hoy exigen que se le expulse por traidor al partido, situación que llevaría al PRD a tal escándalo que serviría, nada más, para alimentar a la pandilla de la pantalla que busca el desprestigio de esa organización política, desde ya, a menos que se someta a sus designios.
La cuestión es que Monreal, al parecer tiene bien medido el riesgo y estaría cavilando la posibilidad de hacer públicos los secretos que hasta hoy ha mantenido a buen resguardo, sobre las elecciones presidenciales pasadas.
Se iría de más a menos, aseguran quienes dicen conocer la estrategia, esto es, primero se buscaría la explicación de la gobernadora Amalia García del por qué se excluyó a todas las minorías del partido de la oportunidad de competir por los puestos de elección, razón que, dicen, provocó las rupturas que llevaron al fracaso al sol azteca.
El asunto, bien visto, tendría que pasar por la cerrazón de la gobernadora, quien pretendió ganar las elecciones con gente sólo de su corriente, como si ella fuera el partido, y se hundió.
En una carta enviada a la dirigencia nacional perredista, misma que llegó a la sede de ese instituto político ya empezada la noche del viernes, Monreal plantea tres puntos para explicar la situación en Zacatecas.
En uno de ellos argumenta que el PT, partido por el que compitió su hermano, forma parte del frente desde donde se sostiene el trabajo de la izquierda partidista en todo el país, por lo que no sería posible hablar de traición; en otro de esos puntos explica que él tiene un compromiso bien establecido con el PRD, y que de ninguna forma busca salir del mismo, y en el tercero habla de la actitud de la gobernadora en las elecciones.
Tal vez la misiva conjuró la idea de hacer arder en plaza pública al senador, aunque no mató las intenciones de expulsión, porque todo hace pensar que el asunto pasó a la instancia de juicios de ese partido, donde también cantan fuerte los de la izquierda cómoda, así que la historia puede tomar un curso contrario a los deseos del zacatecano, y contrarios a la justicia partidista.
Pero a final de cuentas, ahora la discusión gira en torno a si el PRD debe o no involucrarse en la reforma fiscal que pretende el gobierno federal. En esto sí caminan con mucho cuidado quienes siempre están prestos a la colaboración con el poder, y en contra de los intereses del partido, o mejor dicho, de la gente.
Cierto es que el Frente Amplio Progresista tiene una opción frente a la propuesta panista, pero eso no quiere decir, por ningún motivo, que se deba hacer una mezcolanza de líneas en medio de negociaciones turbias. ¡Cuidado! Para la gente está claro: cero negociación sobre la reforma azul.
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