Carlos Fernández-Vega
Política oficial ante la insensibilidad de los congresistas estadunidenses
Mineros en Utah vs. Pasta de Conchos
A golpe de "saludos afectuosos, sinceros" para la paisanada en Estados Unidos, y no por medio de una política aguerrida que lleve, con la misma rapidez con la que aceptó el plan de "colaboración" antinarco "propuesto" por la administración Bush, a la firma de un acuerdo migratorio bilateral, el inquilino de Los Pinos pretende "contrarrestar" la decisión del Congreso de aquel país de enviar a la congeladora el más reciente intento para dar cuerpo legal a la creciente presencia de mano de obra mexicana en su territorio.
Parece que tal inquilino alarmose por el estancamiento que registra el volumen de dólares enviados por los emigrantes (documentados o no) residentes en Estados Unidos pero, sin nada que ofrecerles, a esa comunidad envió un mensaje por demás enternecedor: "quiero decirles que estamos con ellos y que seguimos en la lucha (¡!)... Y a quienes piensan que con la resolución del Congreso de Estados Unidos de mandar a la congeladora la iniciativa de migrantes, a quienes piensan que con ello se derrotó la lucha por el reconocimiento de los migrantes mexicanos, desde aquí les decimos que se equivocan, que la insensibilidad de los congresistas americanos para nosotros no es más que un acicate para redoblar la lucha por el pleno reconocimiento de la enorme aportación que realizan a la economía americana y, desde luego, por la exigencia de respeto a sus derechos humanos''.
Más, nada, porque con una política de cabeza agachada que acepta todo lo que del norte le mandan, sin reclamar reciprocidad, es obvio que lo único que puede ofrecer a esa comunidad doblemente hostigada (son expulsados de su tierra y los persiguen en el "paraíso") sean "saludos afectuosos, sinceros".
Y en esa comunidad sobresale la creciente participación de la mujer, cuya contribución en el envío de remesas a su país de origen sobrepasó ya a la de los hombres, hasta hace unos años los emigrantes tradicionales.
Mientras el inquilino de Los Pinos manda "saludos afectuosos" a quienes son expulsados de su tierra, la estadística nos muestra un panorama desolador: de los 10.4 millones de mexicanos adultos inmigrantes en Estados Unidos, alrededor de 4.6 millones son mujeres, y de ellas 68 por ciento (casi 3.13 millones) se desempeña como trabajadoras domésticas, niñeras y cuidadoras de ancianos, mientras el porcentaje restante se dedica a otras ocupaciones. Por si lo anterior fuera poco, en 2004 las mujeres mexicanas que emigraron a Estados Unidos recibieron un ingreso anual 30 por ciento menor que el de los hombres, pero su aporte en remesas fue equivalente a 61 por ciento del total de remesas recibidas en el país (14 mil de 23 mil millones en total). Obvio es que los "saludos afectuosos" salen sobrando.
La información anterior proviene del estudio El aporte de las mujeres a la igualdad en América Latina y el Caribe, elaborado por la Cepal y presentado ante la décima Conferencia Regional sobre la Mujer Latinoamericana y Caribeña, que ayer concluyó en la capital ecuatoriana. El documento subraya que mientras las migrantes envían remesas a sus hogares en el país de origen, otras mujeres de su familia cuidan de los niños y la casa. De este modo, las mujeres migrantes que trabajan como empleadas domésticas afectan no sólo a las familias de sus empleadores sino también a la estructura y las dinámicas de su propia familia. Este fenómeno se denomina "cadena global (o trasnacional) del cuidado" y se refiere a la división internacional del trabajo de cuidado y la emergencia de economías trasnacionales de cuidado, que ofrecen incentivos a mujeres de orígenes pobres para trabajar como empleadas domésticas en países extranjeros.
Lo descrito no es un caso particular de la mujer mexicana migrante (en toda la región los gobiernos se la pasan agachando la cabeza y enviando "saludos afectuosos, sinceros"). La Cepal refiere que motivadas por la esperanza de encontrar un empleo con mayores ingresos, que posibilite un nivel de vida más alto para ellas y sus familias, millones de ellas emigran de áreas rurales a urbanas dentro de su país o cruzan las fronteras nacionales. En 2005, 191 millones de personas, es decir 3 por ciento de la población mundial, vivían fuera de su país de nacimiento. Las mujeres son una parte importante de esos flujos migratorios internacionales y llegaron a constituir el 49 por ciento de los migrantes internacionales en 2000; se ven atraídas por la demanda creciente de mano de obra no especializada en el sector de los servicios de países desarrollados, y se constituyen en actores económicos independientes que contribuyen con sus remesas a la reducción de la pobreza de muchos hogares de los países emisores.
La falta de oportunidades de empleo para las mujeres y los bajos salarios conducen -muchas veces casi sin alternativa- a la migración y al ingreso al mercado laboral de países de acogida, en gran parte de los casos en condiciones precarias, con escasa protección laboral y con un acceso limitado a los servicios sociales. Esta situación se registra en una región donde se recibe el mayor volumen de remesas del mundo.
Como se constata, se requiere algo muchísimo más sólido y tangible que los simples "saludos afectuosos".
Las rebanadas del pastel
Por cierto, el inquilino de Los Pinos también se dio tiempo "para manifestar mi pesar, y decir que mi gobierno y yo nos mantenemos alertas al desarrollo de las labores de rescate de los seis mineros que se encuentran atrapados (Murray Energy Corpen) en el estado de Utah, de los cuales tres son mexicanos. Oramos por ellos, por sus familias, pero también estamos vigilantes de que se respete la condición de trabajo y de dignidad de vida de todos los mexicanos en Estados Unidos''. Eso sí, de los de Pasta de Conchos ni pío.
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