Miguel Ángel Velázquez
¡Ah caray! Parece que el pisotón dio en lo más sensible del callo del panismo gobernante y el grito de dolor no ha dejado de escucharse durante los dos días anteriores. Y todo porque Marcelo Ebrard se mandó con aquello del seguro de desempleo.
Y que nadie se confunda, más que espectacular, clientelista o populista, la ayuda que dará el gobierno de la ciudad a quienes pierdan su empleo durante este gobierno, y lo puedan demostrar, contarán con un respaldo económico mensual que les permitirá, cuando menos, tener para pagar el transporte hacia los lugares a los que deberán acudir a solicitar el puesto de trabajo que requieren.
Lo que sucede es bien claro: el gobierno federal fracasó, una vez más, ahora con el programa llamado del “primer empleo”, para el que se invirtieron diferentes subsidios para los patrones –exención del impuesto sobre la renta y sobre pago de nómina, entre otros– por ahí de los 3 mil millones de pesos, y que según la propia Secretaría del Trabajo federal “no cumplió con las expectativas con las que se lanzó”, y con el cinismo habitual de los azules, su titular, Javier Lozano, asegura que “no tiene empacho en reconocer ese fracaso, faltaba más”, remató.
El asunto es que el proyecto dado a conocer por el jefe de Gobierno les dolió hasta la médula, es más, luego de que el anuncio corrió como noticia de primera plana en casi todos los periódicos de influencia nacional, se soltó, como es costumbre, la andanada, por parte de los medios electrónicos, de una serie de especulaciones tendientes a descalificar la medida.
Pero en el gobierno central se tenía muy bien medido el impacto financiero que significaba el seguro de desempleo. Parte de los ahorros logrados con el refinanciamiento de la deuda, que logró ahorros por mil 500 millones de pesos, serían destinados a ese programa, por lo que la sustentabilidad está asegurada.
Desde luego se esperaba, aunque no tan inmediato, el contrataque de las fuerzas federales, el cual provino de los rincones más oscuros de la derecha panista: el despacho de José Luis Luege en la Comisión Nacional del Agua. Desde allí se decretó un aumento al consumo de agua de la gente de la ciudad de hasta 19 por ciento.
La lógica del aumento resulta grotesca: que los dineros del Gobierno del DF no se gasten en programas de ayuda a los más pobres; que no se haga nada que beneficie a los habitantes de la capital. Se trata de ahogar a la administración capitalina para que sus excedentes no vayan a parar en el bolsillo de los desposeídos, y con ello se dejen ver las diferencias entre quien piensa en hacer más ricos a los ricos, y quienes se preocupan por el bienestar de los defeños.
Debido a ello es que se les resta dinero de las participaciones federales, algo así como 4 mil millones en los últimos años; se busca incrementar el precio de las gasolinas, que si en algún lugar de República tendrá efectos negativos es en la capital, y para hacer más agresivo el ataque, se aumenta el precio del agua.
Ahora, en el gabinete de Ebrard se estudia cómo reducir el impacto de los aumentos que vienen, y que llevarán a situaciones de mayor pobreza a la gente de la ciudad de México. Mario Delgado, el secretario de Finanzas, y Laura Velázquez, de Economía, arrastran el lápiz en la búsqueda de fórmulas que den un respiro a la angustiante y peligrosa situación económica que se avecina.
Se espera, desde ya, una respuesta contundente por parte del gobierno capitalino. A ver si no termina Calderón haciendo otro berrinche.
De pasadita
De qué se espantan los que a diario critican a López Obrador y Ebrard porque no reconocen a Calderón como Presidente, si es desde el mismo panismo donde no se le da el título. ¿O qué? nadie supo que Marta Sahagún, en Roma, aseguró que el presidente (Vicente Fox) no da entrevistas. Si Fox es el presidente, entonces Calderón seguramente es uno falso, un espurio. Ni duda les cabe.
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