Kenia: Descenso al caos
La violencia en Kenia ha causado la muerte de por lo menos mil personas y el éxodo de otras 225 milFoto: archivo
Londres, 14 de enero (apro).- La violencia y los constantes enfrentamientos postelectorales en Kenia han causado la muerte de por lo menos mil personas y el éxodo de otras 225 mil. La crisis estalló el pasado 27 de diciembre, a partir de unos comicios generales que la oposición calificó de fraudulentos. La Comisión Electoral de Kenia anunció oficialmente que Mwai Kibaki, de 76 años, había ganado las elecciones presidenciales al candidato de la oposición Raila Odinga, de 63 años, cuyo partido, el Movimiento Democrático Naranja (ODM) logró ganar la mayoría en el Parlamento. Desde entonces, el país está sumido en la violencia, sobre todo en las zonas más marginales de la capital, Nairobi, y en algunas áreas rurales. Odinga, líder de la oposición, se niega a ser parte de un gobierno de coalición a pesar de los reiterados pedidos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Unión Europea (UE) y de la Unión Africana (AU). Argumenta que las elecciones deben repetirse.Lo cierto es que Kenia es hoy escenario de una de las crisis más profundas y violentas jamás vistas en el país, desde que se independizó finalmente de Gran Bretaña en 1963.Todo ello ocurre cuando el jefe de la UA y presidente de Ghana, John Kufuor, aceptó mediar para dar comienzo a las negociaciones por la paz.
El “engaño”
Las potencias occidentales no tardaron en expresar su preocupación por el derramamiento de sangre sin fin, en un país que se preciaba de ser una de las democracias más estables de África, y con perspectivas de una economía en crecimiento.El primero en elevar la voz fue Estados Unidos. Su enviada especial y subsecretaria de Estado, Jendayi Frazer, dijo, el pasado 7 de enero, que Kenia sigue siendo "una nación de importancia regional". Admitió sin embargo que el pueblo keniano "fue engañado" por sus dirigentes. “Los líderes políticos deben detener la violencia, y deben reformar las instituciones”, agregó. Aunque la principal fuente de ingresos de Kenia es el turismo, cuenta con la industria más diversificada de África Central, incluido los cultivos (30% del producto bruto interno), entre ellos del té y café, que exporta en gran medida a Estados Unidos y a la UE. También exporta grandes cantidades de petróleo, cemento, cenizas de soda, sisal, pieles y sustancias con flúor. Washington, como también Londres, ven con temor que la situación de deterioro pueda afectar sus compromisos comerciales con Kenia, un país con un PIB de 17 millones 430 mil dólares.Odinga enfrenta ahora el dilema sobre si responder o no a la presión internacional para evitar más violencia, al tiempo que trata de mantener sus críticas constantes para sacar del poder a Kibaki. El gobierno, por su parte, acusa al ODM de Odinga de "orquestar" la violencia que sus seguidores despliegan contra los simpatizantes del oficialismo y contra las tropas militares que fueron desplegadas en el país para tratar de calmar la situación social.La principal organización de juristas Law Society de Kenya (LSK) acusó el pasado 5 de enero a los dos líderes de “deshonestidad e ineptitud”, al tiempo que calificó el juramento presidencial de Kibaki como un mensaje “nulo y sin sentido”.Dicho organismo, muy respetado entre el Poder Judicial y las instituciones democráticas del país, se sumó a las voces de la oposición para convocar a una nueva elección debido a la "falta de legitimidad" que enfrenta el sistema democrático keniano.Sin embargo, según un sondeo realizado el 6 de enero por la cadena de televisión BBC de Londres, para la mayoría de los habitantes de Kenia el principal problema no es la violencia, sino la desconfianza constante que existe entre Odinga y Kibaki, algo que según los consultados obstaculiza cualquier solución al problema.Kibaki ha dicho que está listo para formar un "gobierno de unidad nacional", pero Odinga quiere la renuncia de su principal oponente y de ese modo negociar a través de enviados internacionales unas nuevas elecciones programadas para dentro de tres o seis meses.Las zonas más afectadas en Kenia, un país que cuenta con una población de 36 millones de habitantes, han sido los barrios más marginales y las regiones rurales del país, donde se registra el mayor índice de indigencia.Por el contrario, la elite política, los kenianos adinerados y los extranjeros no se han visto mayormente afectados por la violencia, ya que lograron refugiarse en sus barrios cerrados, los cuales son protegidos por sistemas de seguridad. La disputa postelectoral llevó a protestas, enfrentamientos y la anarquía en el país, con cientos de miles de personas que abandonaron sus hogares y se refugiaron en las naciones vecinas de Sudán, Uganda, Tanzania y Somalia.Naciones Unidas envió ayuda a Kenia: once camiones de comida para alimentar a unas 38 mil familias en un periodo de dos semanas, una solución parcial que no resolverá el problema.La crisis llegó a tal punto que un enfrentamiento entre los simpatizantes de la oposición y miembros de la tribu Kikuyu de Kibaki, terminó en la matanza de 30 personas, en su mayoría mujeres y niños, en una iglesia cercana a la población de Eldoret, en el oeste del país. Ese hecho de horror y violencia ocurrió en la tarde del 1 de enero, en la región del Valle de Rift, una de las zonas donde se han registrado más tensiones étnicas en los últimos días.
Violencia étnica
En ese sentido y ante la gravedad de la situación, Amnistía Internacional (AI) publicó el 7 de enero un extenso informe en el que alerta sobre la seriedad de la crisis y pide calma a las partes en conflicto.Según la ONG, jóvenes armados se han organizado en grupos que salen diariamente por las calles del país a matar por doquier, como respuesta a la negativa del gobierno para convocar nuevas elecciones.AI condenó de forma categórica las matanzas, y se mostró muy preocupada por la naturaleza de violencia étnica en el conflicto, que sospecha podrían terminar en una guerra civil.“Los líderes políticos no deben avalar explícita o implícitamente la violencia contra simpatizantes de los rivales”, comentó Erwin van der Borght, director del programa para África de AI.El experto denunció además asesinatos cada vez más numerosos por parte de la policía, cometidos principalmente en la región de Mombasa, en el sur del país y a pocos kilómetros de la capital.Según el informe de AI, médicos y enfermeras del Hospital de Mujeres de Nairobi han reportado un gran incremento en el número de violaciones a mujeres, entre ellas adolescentes y niñas, por parte de bandas de criminales. AI denunció también un gran número de bloqueos de caminos por parte de bandas de jóvenes violentos, algunos de ellos armados con ametralladoras, machetes, palos y piedras.De acuerdo con el organismo británico, el gobierno keniano debe establecer asistencia humanitaria a gran velocidad "para los desplazados internos". También pidió proveer de seguridad a los trabajadores humanitarios en el país, muchos de los cuales se han visto obligados a esconderse o a abandonar las regiones en conflicto. Además, llamó al gobierno a establecer una investigación judicial independiente e imparcial que juzgue los asesinatos en el pueblo de Kisumu, en los barrios de Kibera, en Nairobi, en Mombasa, y en otras regiones del país. “Aquellos responsables por abusos de derechos humanos deben ser llevados ante la justicia sin demoras”, subrayó AI en su informe."Amnistía Internacional insta al gobierno de Kenya a respetar y proteger los derechos humanos básicos en el periodo posterior a las disputadas elecciones presidenciales", explicó Van der Borght en su informe, y agregó que esto incluye "el derecho a la libertad de expresión y a agruparse pacíficamente", algo garantizado por la Constitución de Kenia y por los tratados internacionales sobre derechos humanos que este país ha suscrito. Jeremy Lind, historiador, profesor del London School of Economics (LSE), miembro del Programa de Acción para África y colaborador del grupo Oxfam, se mostró pesimista acerca del futuro en Kenia.“La situación de seguridad se está deteriorando en este momento en Kenia. En algunas partes hay normalidad, pero la violencia continúa. Hasta el momento no sabemos qué está pasando, debido principalmente a que se ha prohibido la libertad de movimiento por la seguridad. Pero cuando se reestablezca el transporte, conoceremos mejor sobre lo que pasa. Ciertamente en el oeste de Kenia, en la región de Eldoret se ha visto la peor violencia, también en barrios pobres de Nairobi, y además se registran tensones en otras partes del país”, comentó Lind, en entrevista con Apro.Autor del libro Scarcity and surfeit: the ecology of Africa’s conflicts y uno de los máximos expertos internacionales sobre la situación en Kenya, Lind dijo además que la situación “se deteriora día a día”.--¿Cómo está viendo el descenso al caos en Kenya?--Recién hablé con alguien en Meru, que es una región en el centro del país que apoya al presidente, y mi fuente me ha informado que continúan los enfrentamientos, así como los altos niveles de tensión e intimidación. Esto muestra que el nivel de violencia sigue siendo significativo.--El presidente Kibaki parece no estar dispuesto a negociar. ¿Cuál cree será la salida al conflicto sin un proceso de negociación?--El presidente Kibaki nombró este 8 de enero a miembros de su gabinete, incluidos a ministros de Seguridad Interna, Finanzas y Transporte. Al hacer esto mostró un desinterés absoluto en el proceso político que podría haber llevado a una salida para el problema. Creo que el hecho de que él acuerde o no una solución negociada con la oposición, dependerá de cuán amenazados se vean los intereses económicos de sus seguidores. El impacto económico se está comenzando a ver, y el gobierno ha estimado que la actual crisis le ha costado al país mil millones de dólares. Creo que a medida que el impacto de este costo económico comience a ser sentido por sus seguidores, él se verá presionado a negociar alguna forma de solución. “Pero –continúa-- al mismo tiempo todo dependerá de la habilidad de la oposición para movilizar a sus seguidores y traducir esto en protestas masivas”. --¿Cree que la comunidad internacional está interviniendo de forma correcta y a tiempo teniendo en cuenta las circunstancias del deterioro de la situación en Kenya?--El papel de la comunidad internacional en esto es muy limitado. Existe un rol de la Unión Africana para mediar políticamente, y en términos de presión internacional su poder se ha visto reducido en los últimos días. Además, hay que tener en cuenta que la ayuda extranjera a Kenia decreció a sólo 5%, y por ende el gobierno no depende de la ayuda de los países donantes para funcionar en el poder. Lind insiste: “El papel de la comunidad internacional, principalmente de Gran Bretaña, Estados Unidos, la Unión Europea, es cada vez más limitado. Y en términos de respuesta humanitaria, hay una necesidad de responder ya. Aún no hemos escuchado qué pasa en el resto de Kenia. Sabemos que el desplazamiento de minorías étnicas y la pérdida de vidas son enormes.
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