lunes, enero 14, 2008
No fue un acierto de López Obrador designar a Muñoz Ledo coordinador del Frente Amplio Progresista; Manuel Camacho, más que Leonel Cota, era la opción. Era un acuerdo que la designación se haría después de la elección de dirigente del PRD, por lo que ahora el ex candidato presidencial recibe el reclamo de Los Chuchos y afines.La relación del PRD con el PT y Convergencia ha sido afectada por la reforma electoral, la que mermó severamente el poder de negociación de los partidos pequeños, al vincular los asientos legislativos al porcentaje de votos y no al acuerdo de coalición. La pretensión de trato igualitario en prerrogativas no prosperó. Como lo señaló Camacho, la postura de López Obrador sirvió para mantener la unidad.El juicio sobre Muñoz Ledo no es cuestión de prendas personales; la inteligencia y el discurso no se le regatean al ahora coordinador del frente de la izquierda. El problema es la trayectoria. Muñoz Ledo dio la espalda al PRD, fue postulado candidato presidencial por el PARM, al que después dejó colgado en la proximidad de la elección para dar su respaldo a Vicente Fox. Cuauhtémoc Cárdenas y muchos otros tendrían derecho de exigir cuentas a López Obrador.Camacho es la mente más lúcida del FAP. Aunque su origen es el PRI y el salinismo, de siempre se ha planteado como una opción independiente y distinta respecto a sus contemporáneos. Para quienes fueron próximos a Colosio, ha sido difícil aceptarle; pero el tiempo le acredita. Además, muchos de sus críticos del PRI pasaron a las filas del madracismo, quienes ahora, con jefe distinto, Manlio Beltrones —también adversario del sonorense—, continúan sirviendo a la misma causa.No queda claro si hubo veto a Camacho. Es posible que López Obrador haya optado por Porfirio no por presión, sino para no afectar a Marcelo Ebrard, hipótesis plausible ya que éste, con aval de los dirigentes de Convergencia y del PT, propuso a Muñoz Ledo en la coordinación del FAP.La lealtad de Muñoz Ledo es inversamente proporcional a su inconmensurable vanidad; eso no sólo dificulta su desempeño, sino que lo hace factor de riesgo. No fue un buen dirigente del PRD, tiempos de feroz persecución salinista. Corresponde a sus antiguos correligionarios juzgarle, especialmente los que trabajaron con Cárdenas para hacer del movimiento que se originó en la discutible elección presidencial de 1988, un partido político; ahora AMLO, en sentido inverso y por la misma causa, trabaja para hacer del partido movimiento.En 1996 Muñoz Ledo tuvo una aportación importante en la reforma electoral, aunque también a él se debe haber acabado con el principio federalista de la representación igualitaria de las entidades en el Senado. Su veto dañó severamente a Chuayffet, entonces secretario de Gobernación. López Obrador sucede a Muñoz Ledo en la dirigencia del PRD. En 1997, siendo Felipe Calderón dirigente del PAN, la izquierda desplazaría a los azules en la Cámara de Diputados y Cárdenas ganaría ampliamente en el DF.El activo de Muñoz Ledo no es la organización o la movilización, tampoco la estrategia; de siempre, lo suyo ha sido el discurso, el debate. En realidad su fuerte no es la inteligencia ni el saldo de una extraordinaria experiencia acumulada en el gobierno, la política nacional o el servicio exterior, sino la vehemencia y su capacidad para volver palabras y frases ocurrentes expresión de sus pasiones.Con Muñoz Ledo en el FAP López Obrador continuará sin interferencia en la tarea de formar un tejido propio de adherentes. Labor más cercana a la conversión religiosa que a la estructuración de un proyecto político. Por su parte, los legisladores, Los Chuchos y los partidos del FAP tendrán que lidiar con un coordinador probadamente incapaz de respetar a sus pares, de frases fuertes y precarias convicciones.Muñoz Ledo y Camacho son supervivientes de otra época; es sorprendente la incapacidad de la izquierda para atraer sangre nueva. La diferencia es que aquél pertenece al México que se fue y Camacho a éste, de allí por qué resulta más cómodo para el jefe el primero que el segundo. Discurso y estrategia compitieron y quien manda optó por lo primero. Para el ayer valen más lealtades simuladas, razones que nacen de la pasión.Los vientos que vienen no son favorables para el PRD, tampoco para López Obrador. La elección de dirigente no será la conclusión de los problemas, sino el inicio de lo más difícil. Mientras Marcelo Ebrard consolida su posición dentro y fuera de la organización. Un largo e incierto trecho aguarda para llegar a la elección presidencial, a diferencia del PAN y, quizás del PRI, la mejor oportunidad.
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